El mercado de los drones en España vive un momento de expansión sin precedentes. Lejos queda ya el pensamiento de que estos cacharros son meros «juguetes» con los que se pueden hacer únicamente acrobacias y pasar el rato. Con una creciente demanda en sectores … tan diversos como la vigilancia, la cartografía, la agricultura o la producción audiovisual, ser piloto de drones se ha convertido en una opción atractiva para muchos profesionales. Y sobretodo para su bolsillo, ya que los salarios sobrepasan lo inimaginado para una especialización tan de nicho.
Sin embargo, detrás de esta aparente facilidad para volar y ganar dinero, existen retos que no todo el mundo está dispuesto a asumir. El coste elevado de entrada a la profesión implica dar un ‘salto de fe’ a un mercado «voraz», mucho más de lo que parece desde fuera, según cuentan a ABC varios pilotos. La competencia está en auge más que nunca, y los profesionales deben diferenciarse con equipos de última tecnología y habilidades adicionales para destacar en el sector. Es una carrera que exige inversión, esfuerzo y la capacidad de reinventarse continuamente.
Más de 119.000 operadores en España
En España, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha registrado más de 119.000 operadores de drones en 2024, lo que representa un crecimiento del 27% con respecto al año anterior. La expansión de la normativa que permite su uso en zonas urbanas y espacios aéreos controlados ha disparado la demanda de estos dispositivos y, con ella, la necesidad de pilotos especializados. Este auge ha generado un ecosistema donde no solo se requieren operadores, sino también técnicos de mantenimiento, programadores de software especializado y analistas de datos capaces de interpretar la información recogida por los drones.
«Si quieres volar y hacerte un hueco en España, necesitas contar con la licencia de vuelo y mínimo un certificado que te acredite como especialista en un área en concreto», explica Jacobo Almodóvar, director de Umiles University, una de las mayores academias de pilotos de drones en España. La suma de esta formación, similar a la de sacarte el carnet de conducir y que puede ser de más de un año entre clases teóricas y prácticas, parte de los 700 euros pero puede ascender a los 12.000.
Salarios jugosos
Los salarios varían según la especialización y la experiencia, pero los datos consultados por ABC indican que un piloto de drones puede ganar entre 3.000 y 6.000 euros mensuales, con picos de hasta 9.000 euros en sectores como la producción cinematográfica o la inspección de infraestructuras. Además, en operaciones más complejas, como la vigilancia con drones de alta tecnología o trabajos en el sector energético, las cifras pueden superar los 10.000 euros mensuales. «Es una profesión que puede ser muy rentable si te especializas y sabes vender bien tu trabajo», explica Miguel Ángel Rellán, piloto de drones en el sector audiovisual. «Yo comencé con encargos esporádicos, pero ahora tengo contratos fijos con productoras y empresas de publicidad. En un mes ‘malo’ puedo ganar más de 4.000 euros», señala.
Sin embargo, el salario no es fijo ni garantizado para todos. La mayoría de los pilotos trabajan como autónomos o en proyectos temporales, lo que implica una gran variabilidad de ingresos y la necesidad de una gestión eficiente para mantenerse a flote en periodos de menor demanda. También existen diferencias entre quienes trabajan por cuenta propia y quienes logran integrarse en empresas que buscan operadores a largo plazo. En estos casos, la estabilidad es mayor, aunque la remuneración puede ser menos flexible que en el trabajo independiente. «Hay meses en los que tengo demasiados encargos y otros en los que apenas trabajo», admite Laura Roldán, que utiliza drones para cartografía y fotogrametría. «Es un mercado donde tienes que moverte mucho para encontrar oportunidades, tienes que saber cómo venderte por redes sociales, conocer de publicidad y marketing, ser polifacético», explica.
Tampoco es sencillo hacerse con el equipo adecuado. Existen dispositivos de diferentes gamas y precios, desde modelos más asequibles que parten desde los 800 euros hasta equipos profesionales que pueden superar los 20.000 euros en modelos especializados para defensa o cartografía de alta precisión, e incluso existen drones de más de 100.000 euros empleados en exploraciones geológicas o en proyectos de ingeniería avanzada. Además, muchos operadores deben adquirir gafas, mandos y software especializado para el procesamiento de imágenes y datos, lo que incrementa aún más los gastos iniciales.
Muchas salidas profesionales
En la actualidad y a diferencia de la situación que había en 2016, cuando llegaron los drones a España, en el mercado hay miles de vacantes para los pilotos, que pueden desarrollar su carrera en diversos sectores gracias a la versatilidad de estas pequeñas aeronaves. En el ámbito audiovisual, se han convertido en aliados imprescindibles para la grabación de eventos, cine y publicidad. «Ahora podemos obtener imágenes espectaculares desde perspectivas que antes eran inaccesibles», explica Iván Merino, el piloto de drones más cotizado de España, especializado en capturar imágenes en el deporte profesional. Ha trabajado con estrellas como Cristiano Ronaldo, Messi y Marc Márquez, y ha grabado varios estadios de la Liga y circuitos de MotoGP. «Perseguir a Marc Márquez, a 200 km/h, grabar en Capadocia a paracaidistas que saltaban desde globos aerostáticos, sobrevolar el volcán de La Palma… he perdido la cuenta de todos los proyecto en los que he trabajados», comenta entre risas Merino.
Herramienta multiusos
Entregas de comida, supervisar tendido eléctrico, cartografiar una zona en apenas minutos, realizar grabaciones deportivas a más de 200km/h… las aplicaciones de los drones son muy diversas. Y se paga por ello
ABC
Además del ocio, los dronen también son útiles en la agricultura de precisión, facilitando el monitoreo de cultivos y la fumigación, optimizando el uso de recursos y mejorando la productividad. Con cámaras y sensores avanzados, los agricultores pueden analizar el estado de sus tierras con un nivel de detalle sin precedentes. También desempeñan un papel clave en seguridad y emergencias. Se utilizan en la vigilancia de zonas sensibles, el control de incendios forestales y la búsqueda de personas en áreas de difícil acceso. Su rapidez y maniobrabilidad los convierten en herramientas esenciales para cuerpos de seguridad como la Guardia Civil. En el ámbito de la inspección de infraestructuras, permiten supervisar tendidos eléctricos, puentes y carreteras sin necesidad de interrumpir el tráfico ni poner en riesgo a los operarios. Son una solución eficaz para detectar desperfectos y garantizar el mantenimiento de estas estructuras. Pero sobretodo, han revolucionado la cartografía y la topografía. Su capacidad para generar mapas 3D y recopilar datos geoespaciales con gran precisión los ha convertido en una opción indispensable para ingenieros, arquitectos y urbanistas.
«Antes, realizar un estudio detallado de un terreno podía llevar semanas o incluso meses. Ahora obtenemos modelos digitales del terreno en cuestión de horas con una precisión milimétrica», explica Javier López, ingeniero topógrafo especializado en mapeo geoespacial con drones.
Las sombras de un sector que parece ideal
A pesar de su atractivo, ser piloto de drones no es tan sencillo como parece. Además de la inversión inicial que puede ser elevada y la estabilidad laboral, el clima también juega un papel crucial. La lluvia, el viento fuerte o la niebla pueden impedir los vuelos, lo que retrasa proyectos y puede suponer pérdidas económicas. «En inspecciones industriales nos pasa mucho. Si hay condiciones meteorológicas adversas, simplemente no podemos volar y eso es un problema si tienes plazos ajustados», explica Roldán, quien en este mes, a causa de las continuas borrascas que han azotado España, apenas ha podido volar el dron, lo que se traduce en un mes que «no se cobra».
El auge de los drones ha abierto la puerta a una profesión con alta demanda y buenos salarios, pero que no está exenta de desafíos. La inversión inicial, la necesidad de formación continua, la competencia y la inestabilidad laboral hacen que no todo el mundo esté dispuesto a lanzarse a esta carrera. Sin embargo, para quienes saben adaptarse y especializarse, el futuro parece prometedor.