La transformación digital es una realidad para las empresas colombianas y más aún, cuando se enfrenta a un consumidor que realiza transacciones y compras a través de un dispositivo móvil, el reto que se asume es mayor. Así lo demuestran las cifras del Instituto Latinoamericano de Comercio Electrónico que predice que para el 2018, las transacciones por internet alcanzarán los 84.900 millones de dólares.
Bajo este panorama, las organizaciones deben empezar a adoptar las tecnologías necesarias para cambiar los procesos manuales por digitales con el fin de ser más productivas, eficientes y competitivas en el mercado.
Un estudio realizado por Billentis, consultor internacional y analista especializado en
temas de e-factura, concluye que la factura electrónica reduce los costos de los procesos relacionados con papel entre un 50 y un 80%, y la inversión se recupera dentro de los seis primeros meses siguientes, es decir que para las empresas hay todo un camino por recorrer. Como sistema de gestión, esta modalidad de facturación convierte el proceso manual de emisión y recepción de documentos como facturas y notas de crédito y débito en un proceso de intercambio de información electrónica, generando agilidad, reducción de riesgos y disminución de costos.
“Desde hace varios años la facturación electrónica se ha convertido en un modelo que responde a necesidades puntuales de todos los sectores empresariales. En Colombia, las empresas en su camino hacia la transformación digital deben adoptar la factura electrónica como un servicio global que responde a las necesidades de un consumidor digital cada vez más exigente. Además, este modelo de facturación permite simplificar la operación, disminuir costos, facilitar el acceso a datos y obtener procesos más transparentes y eficientes en el flujo de información que se establece entre el gobierno y las empresas”, afirma Claudia Martin, Gerente de la Vertical Financiera de iQ Outsourcing.
En consecuencia, la facturación electrónica responde a varias necesidades, entre ellas a la política de “cero papel” que busca disminuir considerablemente el uso de este recurso y contribuir así a la conservación del medio ambiente. La DIAN calcula que la emisión de una factura electrónica cuesta $820 versus una física que vale alrededor de $2.650 pesos, con lo cual se logra una importante reducción de gastos para este rubro.
Por otro lado, se calcula que para el 2019 más de 900.000 empresas y algunas personas naturales estarán obligadas a manejar factura electrónica por orden de la Dian, lo que significa que el 2017 será un año retador para todos los sectores en Colombia, en el que las organizaciones deberán dar el primer paso hacia la transformación digital.