Las brechas de género en el país se siguen agudizando. Aunque la reactivación económica llevó a que alrededor de 1,07 millones de puestos fueran ocupados por mujeres y según cifras emitidas por el DANE en septiembre en las 13 ciudades principales del país se evidencia una brecha creciente, donde el desempleo de las mujeres es de 13,3 % y para los hombres 8,8 %.
Adicionalmente el DANE, notifica que las mujeres representan aproximadamente solo el 42,2 % de la fuerza laboral del país. Una situación que ha suscitado preocupación, puesto que evidencia la existencia de una amplia brecha de género en el tejido productivo nacional.
Frente a este preocupante panorama, Claudia Londoño, directora del área de consultoría en la firma Talengo, experta en programas de inclusión y diversidad, afirma:
“La brecha de género se sigue agudizando en el país, ya que la población femenina, continúa registrando el doble del desempleo que la población masculina. Sabemos que cada tres hombres que recuperaron su empleo, solo dos mujeres recuperaron el suyo, situación que se agudiza aún más cuando miramos las zonas rurales del país”
Justamente el sector laboral sigue siendo un área en donde las desigualdades son notorias, desde el perfil de una vacante, hasta en el proceso de contratación de una mujer; en muchas ocasiones las oportunidades laborales se limitan a razón del género al segmentar un trabajo como apropiado o inapropiado según el sexo, este es un comportamiento puede darse consciente o inconscientemente en las compañías, pero afecta directamente a la empleabilidad de la mujer.
Todas estas cifras y comparativos temporales nos muestran el avance y los retos a los cuales las mujeres continúan enfrentándose:
Posicionarse en nuevos entornos
Las mujeres han logrado posicionarse frente a sus pares en diferentes sectores económicos, uno de ellos ha sido el entorno empresarial donde poco a poco han ganado terreno, sumando presencias claves en las compañías para la toma de decisiones, Londoño afirma:
“Las mujeres han superado muchísimos retos en los entornos laborales, uno de ellos es el hecho de posicionarse en cargos directivos, aunque aún no hay la misma representación -ni siquiera cercana- en estos cargos entre mujeres y hombres, contamos con la presencia de más mujeres directivas y en comités en comparación a otros años”
Según lo informado por la directora de Talengo, en la actualidad de las 200 empresas más grandes del país, la participación de las mujeres en las juntas directivas es de un 16.9%. Esto es un avance frente a años posteriores, pero implica una participación reducida de la mujer en estos cargos o ambientes corporativos.
El trabajo en el hogar
La desigualdad de género inicia en el hogar. Las tareas de la casa implica tiempo, esfuerzo y muchos sacrificios al recargarse en una sola persona, son actividades que han sido incorrectamente relacionadas únicamente con la mujer, de hecho, son quienes suelen dedicar alrededor de 8 horas diarias a estas actividades, según cifras emitidas por el DANE en el 2021; en la actualidad es uno de los principales debates en la sociedad, ya que estas labores de hogar pueden ser distribuidas por todos los miembros que lo conforman e implican esfuerzos compartidos.
Claudia Londoño afirma que este es un trabajo adicional, el cual sobrecarga a las mujeres, porque después de una jornada laboral fuera de casa, llegan y continúan con actividades que significan mayor esfuerzo, ya que esta es una carga que sigue inclinándose fuertemente en ellas. Sin embargo, en la actualidad se dan respuestas que pueden hacer que estas responsabilidades sean divididas justamente:
“En esto hemos tenido avances, hoy en día hablamos de nuevas masculinidades, en donde los hombres también empiezan a asumir responsabilidades domésticas que tradicionalmente eran impuestas a las mujeres. En la medida en que los hombres aportan, las mujeres pueden liberar espacios para seguir escalando en el liderazgo de las organizaciones”. afirma Claudia Londoño, directora del área de consultoría en la firma Talengo.
Competitividad igualitaria
Las mujeres suelen tener una tasa de educación más alta que la de los hombres, como bien se ha demostrado en informes de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), por lo cual es paradójica la brecha salarial y de empleabilidad que existe entre géneros. En la actualidad se habla con mucha más responsabilidad de paridad en los entornos laborales, entendiéndose como la participación equilibrada de hombres y mujeres en una organización; para ello, también debe pensarse a la mujer en cargos directivos y operativos, principalmente asumiendo roles que se consideraban como masculinos, espacios donde poco a poco el rol de la mujer toma más fuerza.
Justamente este tipo de sesgos se gestan desde los entornos educativos, donde algunas carreras suelen tener mayor presencia de hombres, como son las ingenierías, por lo tanto, quienes se gradúan y postulan a las vacantes también suelen ser en su mayoría hombres. Una forma de mitigar este tipo de comportamientos es pensar desde las compañías que los cargos no requieren una habilidad especial que se diferencie entre hombres y mujeres, ya que cuentan con las mismas capacidades.
Londoño, considera que para ello es apropiado el desarrollo de programas que apoyen a la mujer a asumir puestos de dirección u operatividad, donde los miembros de la organización incentiven una participación equitativa y propicien entornos competitivos justos:
“En muchas ocasiones se abren las vacantes para cargos directivos, pero en las ternas no se cuenta con mujeres que estén compitiendo, ya que no han tenido las mismas posibilidades de escalonamiento en una compañía. Estos programas preparan a las mujeres, para estar listas ante las oportunidades, no es que las vayan a escoger por ser mujeres sino porque tienen las habilidades necesarias. No es tener mujeres por cumplir una cuota, es el tener una justa representación de ambos géneros”.
Las mujeres en Colombia han superado diversos retos, pero deben aunarse esfuerzos desde la academia, las empresas y el gobierno, para hacer de esta brecha un entorno igualitario.