Francia sostiene que, en la actualidad, estas empresas, muchas estadounidenses, explotan un vacío en la legislación tributaria global.
Los gigantes de la tecnología pueden abrir sus oficinas centrales en países de bajos impuestos, donde declaran la mayoría de sus ganancias, reduciendo así sus saldos fiscales.
Pero el presidente Donald Trump declaró que el propuesto impuesto es injusto contra las empresas estadounidenses y ordenó una investigación que podría resultar en una represalia con la imposición de sus propias tarifas a productos franceses.
¿Cómo es el nuevo impuesto digital?
El gobierno francés aprobó un impuesto de 3% sobre los ingresos locales de las grandes empresas tecnológicas. Se trata de gravar el total de las ventas en Francia, en lugar de las ganancias.
Establece que cualquier compañía con ingresos de más de US$845 millones -de los cuales por lo menos US$28 millones son generados en Francia- tendrían que responder a obligaciones fiscales.
La medida va dirigida a empresas tecnológicas que ponen a otras compañías en contacto con los usuarios (como Amazon), a la publicidad digital y a la venta de datos con fines publicitarios.
El nuevo impuesto francés se aplicaría retrospectivamente a partir de comienzos de 2019 y se espera que genere unos US$450 millones este año.
¿Dónde pagan impuestos los gigantes de tecnología?
Las empresas tecnológicas globales han sido acusadas de encontrar maneras para evadir impuestos. Se dice que lo hacen pagando la mayoría de sus obligaciones en los países de la Unión Europea donde tienen sus centros de operaciones, en lugar de donde hacen sus ventas.
Frecuentemente, tienen sus oficinas en países como Irlanda o Luxemburgo, donde gozan de tasas impositivas muy bajas.
Eso significa que estas firmas terminan pagando muy pocos impuestos en países como Francia o Reino Unido, a pesar de que tienen muchos consumidores allí.
Por ejemplo, la factura fiscal total de Amazon en Reino Unido para 2017 fue de US$2,14 millones, o sea menos de 1% del volumen de ventas de US$2.510 millones.
¿Qué dijo EE.UU.?
La medida no ha sido bien recibida en Estados Unidos, donde muchas de estas empresas están basadas.
«(El presidente Trump) ha ordenado que investiguemos los efectos de esta legislación para determinar si es discriminatoria o inaceptable y agobia o restringe el comercio de Estados Unidos», dijo en un comunicado el representante comercial Robert Lighthizer.
La investigación estadounidense allanaría el camino para aranceles punitivos, como los que Trump ha impuesto en varias ocasiones desde que asumió el poder.
Las anteriores investigaciones lanzadas por Washington han cubierto las prácticas comerciales de la Unión Europea y China.
El senador republicano Chuck Grassley y su homólogo demócrata Ron Wyden, ambos miembros del Comité de Finanzas del Senado, recibieron con beneplácito la investigación ordenada por la Casa Blanca.
«El impuesto a los servicios digitales que Francia y otros países europeos persiguen es claramente proteccionista y va dirigido injustamente contra empresas estadounidenses de una manera que afectará empleos y trabajadores estadounidenses», declararon ambos legisladores en un comunicado conjunto.
El departamento de Lighthizer sostendrá audiencias durante varias semanas antes de emitir un informe final y hacer recomendaciones.
El grupo de lobby de la industria tecnológica ITI respaldó la investigación de EE.UU. pero advirtió contra los aranceles.
«Apoyamos los esfuerzos del gobierno de EE.UU. para investigar estos complejos asuntos comerciales pero lo instamos a que siga con la investigación 301 en un espíritu de cooperación internacional y sin usar los aranceles como remedio», comentó Jennifer McCloskey, vicepresidenta de políticas.
El aislamiento de Francia
Análisis de Dave Lee, corresponsal de tecnología de la BBC en Estados Unidos
Esta investigación de «Sección 301», como se le conoce, ha sido utilizada antes con el fin de aplicar nuevos aranceles a países que el gobierno de Trump considera que se están aprovechando de EE.UU.
Si Francia va a sacar cientos de millones de euros de los bolsillos de los gigantes tecnológicos estadounidenses, el argumento de EE.UU. podría ser, entonces, ¿por qué no podría EE.UU. sacer más dinero de los que los franceses ganan en EE.UU.?
Esa fue la misma postura que adoptó con China y que ha sumido al país en una guerra comercial que ha desestabilizado las relaciones y tiene el potencial de escalar aún más.
El riesgo para Francia con este impuesto digital es que, por ahora, está aislada. Ha habido discusiones con respecto a un impuesto tecnológico en toda Europa, pero las conversaciones colapsaron, en parte gracias a países como Irlanda que se benefician de poder atraer a empresas tecnológicas a que abran una base en su país.
Francia estará esperando uno de dos resultados: que los otros países sigan su liderazgo y apliquen sus propias leyes independientes, para no dejar a Francia tan expuesta. O, que la medida le dé más impulso a los llamados para un acuerdo multilateral sobre cómo gravar globalmente a las empresas digitales, para ponerle fin a la acumulación de enormes cantidades de dinero generadas por estos gigantes de internet.
¿Qué están haciendo otros países?
La Comisión Europea estima que, en promedio, las empresas tradicionales enfrentan obligaciones impositivas de 23% sobre sus ganancias dentro de la UE, mientras que las empresas de internet típicamente pagan entre 8% y 9%.
Francia lleva tiempo argumentando que los impuestos deberían ser gravados según la presencia digital, no sólo la física, y decidió anunciar su propia imposición fiscal el año pasado cuando las negociaciones de la UE al respecto se estancaron.
Una tasa gravable de la UE requeriría consenso entre todos los miembros, pero Irlanda, República Checa, Suecia y Finlandia se opusieron.
Otras naciones, como Reino Unido, España y Austria, también están considerando medidas similares, pero Francia es la que está más adelantada.
Sin embargo, un tema en el que todos están de acuerdo es que, ante nuestra moderna economía digital ya es tiempo de repensar cómo es que estas compañías son gravadas.
En Reino Unido, estas empresas tendrán que pagar un impuesto de 2% sobre sus ingresos, a partir de 2020. Se aplicará a las compañías con entradas globales de más US$637 millones y se espera recaudar unos US$500 millones al año.
Bajo la nueva ley en Francia, unas 30 empresas, la mayoría estadounidenses, tendrán que pagar. Firmas chinas, alemanas, españolas y británicas también quedarán afectadas.
El gobierno de Francia afirma que el impuesto cesará si internacionalmente se puede acordar una medida similar.
Las grandes empresas tecnológicas arguyen que han estado cumpliendo con las leyes impositivas nacionales e internacionales.