The Conversation
Alfonso Galindo Hervás, Universidad de Murcia
Entre 1964 y 2016 se ha desarrollado en Colombia un conflicto armado que se ha saldado con la cifra aproximada de siete millones de víctimas. La magnitud y complejidad de esta realidad son tan altas que precisan la participación de múltiples disciplinas científicas y mediaciones institucionales para intentar comprender sus causas y sus consecuencias. Pero también para imaginar, proponer y desarrollar soluciones, así como formas de evitar la reactivación del conflicto y aprender del pasado.
La estrategia para la transición desde el conflicto armado a la paz
Desde el año 2004, el gobierno colombiano viene desarrollando una estrategia para la transición desde el conflicto armado a la paz. La misma implica tres frentes de acción: justicia, memoria e integración. Los tres convergen en el objetivo de reintegrar a los excombatientes a la vida civil. Para ello se han propuesto diversos planes orientados a reconstruir el tejido social, sobre todo en las regiones y los sectores más afectados por el conflicto. Ello exige superar sus condiciones de vulnerabilidad para garantizar la construcción de la paz y la democracia, así como prevenir el delito.
El modelo de reintegración pretende alejarse de un enfoque reduccionista y militar e impulsar uno amplio, integral y multidimensional. No obstante, es observable una tendencia a que el Estado adopte una forma preferentemente securitaria. La razón es que, además de promover desarrollo y justicia, debe ofrecer seguridad a todos los ciudadanos dentro de un marco democrático.
La comprensión y el tratamiento jurídico del conflicto armado
Cualquier experiencia está condicionada por creencias, descripciones, conceptos previos. No es posible “hacer” o “tener” una experiencia “pura”, sin mediaciones teóricas. Tampoco en el caso del conflicto armado colombiano. En su caso, sobresale la mediación jurídica. Es la más eficaz, inevitable y condicionante de que disponemos para acceder a él. Ciertamente, hay muchas otras mediaciones; hay fotografías, hay discursos de las diversas ciencias humanas y sociales, hay testimonios orales, hay registros sonoros, hay obras de arte, hay conversaciones informales, hay literatura, etc. Pero todas estas mediaciones están sobredeterminadas por el derecho y palidecen ante su fuerza condicionante.
El conflicto armado ha sido mediado por el ordenamiento jurídico de múltiples maneras. Sobresale la reforma de la Constitución Política de 1991 llevada a cabo en 2012. Supuso la creación del Marco Jurídico para la Paz con el objetivo de desarrollar una estrategia integral y coherente de justicia transicional.
El otro hito jurídico de tratamiento del conflicto fue el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, de 2016, que incluye la creación de un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición para garantizar los derechos de las víctimas.
Pese al esfuerzo de estos instrumentos jurídicos por superar la mera justicia punitiva retributiva, tales instrumentos tienen una evidente finalidad inmunizadora del cuerpo social. Son instrumentos necesariamente coactivos que funcionalizan y monopolizan la violencia con el objetivo de normalizar la vida social. Es comprensible que sea así.
Por ello es necesario hacer justicia a la riqueza del conflicto armado colombiano, es decir, contribuir a la complejidad de su experiencia. Esto exige multiplicar las mediaciones teóricas para describirlo, pensarlo, comprenderlo, imaginar salidas y reparaciones, etc.
Un enfoque social y humanístico del conflicto armado
Una de las tareas de las instituciones universitarias es contribuir a identificar las deficiencias y retos del presente y darles forma teórica para indagar en sus causas e imaginar soluciones.
El libro Justicia, memoria, integración. Debates teóricos y experiencias en el marco de las instituciones sociales, resultado de numerosos encuentros durante dos años entre investigadores de la Universidad Pontificia Bolivariana y la Universidad de Murcia (con la colaboración del Museo Casa de la Memoria de Medellín), tiene como objetivo principal reflexionar sobre los factores que inciden positivamente en el fomento y la consolidación de la justicia, la memoria y la integración social, tomando como punto de referencia el programa actual de reintegración.
Junto a ello, hay objetivos complementarios. En primer lugar, debatir diferentes teorías contemporáneas que contribuyen a mejorar la comprensión de los índices, factores, riesgos y retos de una cultura política libre, igualitaria, integradora y justa; es decir, una cultura que fomente y sostenga una sociedad democrática integrada.
En segundo lugar, analizar diferentes testimonios de experiencias políticas de gestión y representación en sociedades con circunstancias y retos análogos a los de Colombia.
En tercer lugar, y por último, conocer diferentes testimonios de colectivos particulares que ejemplifican las consecuencias de los déficits de integración, libertad, igualdad y justicia que padece Colombia.
La adopción de perspectivas y enfoques humanísticos y sociales ha permitido multiplicar y evidenciar la complejidad del conflicto. Éste no puede reducirse a retos meramente tratables con las herramientas del derecho, aunque éstas sean indispensables.
Proyectos como éste demuestran que el valor de las disciplinas humanísticas, y singularmente la filosofía, no se reduce a la crítica de las instituciones, sino que también radica en la imaginación y propuesta de alternativas impensadas para mejorarlas.
Alfonso Galindo Hervás, Profesor Titular de Filosofía Política, Facultad de Filosofía, Universidad de Murcia
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