Con mercados financieros más inclusivos, Colombia podría incrementar su ingreso per cápita hasta en un 25% y a la vez reduciría su concentración y su volatilidad hasta en un 17% y 30%, respectivamente, según una serie de ensayos sobre inclusión financiera publicados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia (Asobancaria).
Este es el primer intento sistemático de reunir con rigor técnico una publicación dedicada a analizar los avances de las iniciativas públicas y privadas llevadas a cabo en este país y sugerir medidas para lograr un sistema financiero más inclusivo.
Colombia ha adelantado los últimos años una agenda de inclusión financiera a través de diferentes programas e instituciones como la Banca de las Oportunidades, la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera liderada por la recientemente creada Comisión Intersectorial de Inclusión Financiera y los bancos públicos de desarrollo, además de numerosas iniciativas privadas. (Lea también: El microcrédito llega a todas las regiones del país)
Se han logrado avances tales como una mayor penetración de infraestructura financiera, la promoción del ahorro, la ampliación del acceso al crédito formal y el incremento de los pagos electrónicos, pero el nivel de ahorro informal sigue elevado, sobre todo debido a los altos costos de manutención de una cuenta bancaria, y se registra el sobreuso de efectivo.
Cesar Tamayo, coeditor de la publicación, apunta que la inclusión financiera consiste en un proceso de largo plazo, y, por lo tanto, resulta esencial monitorear y medir las iniciativas para identificar rápidamente qué funciona. “Sabemos que crear oportunidades para que una fracción cada vez mayor de la población tenga acceso a soluciones financieras adecuadas ha demostrado ser una herramienta poderosa para reducir la desigualdad, y para esto la inversión en programas estructurados es esencial”, dijo.
Recomendaciones
Los autores sugieren que los esfuerzos del país deben enfocarse principalmente en establecer metas relacionadas con el uso de los productos y servicios financieros, así como implementar acciones que busquen reducir a sus costos.
Sugieren aún eliminar costos indirectos como los impuestos a las transacciones financieras, así como la creación de un régimen fiscal más atractivo para los pequeños comercios, pues estas son dos de las principales barreras que hacen que las firmas permanezcan en la informalidad, sigan operando en efectivo y rechacen masivamente los medios de pago electrónicos. En términos regulatorios, se recomienda abaratar los costos del origen de los productos y servicios, como ocurrió con la disruptiva modalidad de crédito de bajo monto. (Lea también: Crecieron denuncias por acoso laboral en Colombia)
Los autores señalan que se necesita todavía una postura mucho más activa de la industria financiera, con iniciativas para ampliar la oferta de productos y servicios con tarifas diferenciales para hogares y comercios que son altamente heterogéneos.