Por: Diego Santamaría**
Si algo nos ha enseñado este último año y medio de pandemia es la importancia de administrar el cambio de manera ágil y eficiente. Para sobrevivir en tiempos de incertidumbre, los negocios deben tener esta capacidad que, sin embargo, es compleja y a menudo mal entendida.
El cambio es un proceso difícil, desafiante y hay que entenderlo como tal. Con frecuencia se es entendido como sinónimo de nuevas oportunidades y la promesa de un futuro mejor. Todo esto es en buena medida cierto. Sin embargo, cambiar es arriesgado; lleva a los líderes y a las organizaciones a posiciones incómodas, donde se cuestionan y deben tomar decisiones que permitan redirigir el rumbo.
Es por ello que el cambio como objetivo es usualmente bien recibido, pero el proceso mismo de cambiar por el contrario se enfrenta a bastantes dificultades. Tanto así que, de acuerdo con cifras de Bain & Company, 70% de las transformaciones corporativas importantes no se logran por completo.
Entender las claves de este proceso marcará la diferencia entre éxito y fracaso, especialmente en tiempos de crisis como el actual, en donde hasta la continuidad de los negocios se ha visto en juego. Si bien cada situación es única, hay principios comunes a la hora de afrontar el desafío de transformarse ante un escenario cambiante.
Hemos perfilado algunos enfoques que pueden ayudar a los líderes y organizaciones a afrontar el cambio y aumentar las posibilidades de éxito:
- El cambio empieza por las personas – en los procesos de transformación se suele invertir tiempo, dinero y energía en el desarrollo de tecnología, metodologías y procedimientos y se deja de lado a las personas que harán real el cambio. Enfocar buena parte de estos esfuerzos en las personas viabiliza el cambio y facilita su adopción.
- Disrupción vs Disfunción – aunque el cambio debe ser rápido, es importante no imponer un ritmo que lleve a la compañía de la disrupción a la disfunción. No todo puede cambiar de la noche a la mañana. Un ambiente de cambio disfuncional puede resultar en un declive de la productividad, distracción, e incluso problemas de salud.
- De lo dicho a lo hecho – la mayoría de las experiencias de las personas con el cambio suelen ser negativas, decepcionantes o frustrantes. Un proceso de cambio exitoso depende de un liderazgo capaz de cambiarse a si mimo e inspirar el cambio de los demás, antes de pedir a otros que lo hagan.
- Ofrecer estabilidad – una parte natural del proceso de cambio es el sentimiento de falta de control, por ello es importante poder ofrecer alguna estabilidad en medio del proceso, para ello es vital la claridad sobre lo que está cambiando y lo que no. En muchas ocasiones quienes lideran el cambio asumen que lo obvio para ellos lo es para todos los demás.
- Mejor juntos – la necesidad de conexión es más fuerte cuando hay altos niveles de amenaza y estrés. Navegar un proceso de cambio es mucho más sencillo cuando los involucrados saben que están cambiando como un equipo, que sus luchas son comunes y no están solos. Promover un ambiente de apoyo evita problemas como la desconfianza o la desinformación.
No existe una fórmula mágica para afrontar y llevar una adaptación adecuada frente al cambio, pero ante un escenario como el actual en el que la volatilidad de los hechos es la constante, resulta fundamental entender la capacidad de las organizaciones para lograrlo y entender dónde y cómo mejorar antes de emprender el proceso.
**Socio de Bain & Company Colombia