El pasado 25 de julio terminó la versión número 30 de Colombiamoda, la cual empezó el pasado 23 de julio en Medellín. Entre la programación de desfiles, la agenda académica y las ruedas de negocios surgieron varios planteamientos alrededor del sector.
Aunque la ropa no es un artículo de primera necesidad y el crecimiento en la tasa de desempleo en los últimos meses puede contribuir a disminuir la capacidad de compra de los colombianos, las personas adquieren un número mayor de prendas ahora en comparación a tiempo atrás. En más de una década una persona en Colombia pasó de comprar nueve prendas anuales en promedio a casi 28 prendas, de acuerdo con información suministrada durante el conversatorio y gasta alrededor de $ 600.000 en el mismo periodo de tiempo, de acuerdo con información suministrada en el conversatorio “El consumidor colombiano 30 años después” que tuvo lugar durante el evento.
Los motivos de esta tendencia son: 1) la masificación de la moda que la hace más asequible y 2) el aumento de la oferta de productos chinos. Adicionalmente, “desde 2005 los precios de las prendas en Colombia no crecen. Si comparamos en función con el salario mínimo podemos decir que ahora una prenda pesa menos que hace tres décadas. Antes pesaba el 13,1 % y ahora el 2, 5 %”, señaló Camilo Herrera, uno de los conferencistas.
Para las empresas de este sector, la creatividad es un elemento asociado a la creación de productos, sin embargo, en términos de negocio es importante innovar para responder a las dinámicas del mercado. Por ejemplo, las compañías están empezando a entender que en lugar de ofrecer nuevos productos es necesario enfocarse en estructurar modelos atractivos para los clientes.
Así, al pensar más en el cómo que en el qué, han surgido servicios novedosos como las tiendas móviles que les permiten a los compradores recibir las prendas para medírselas y seleccionar lo que se desean sin salir de casa.
Además, ante los rápidos cambios a los que se enfrenta esta industria, los estudios del consumidor se han vuelto cada vez más relevantes para aportar en la creación de propuestas de valor que generen un mejor impacto. De esta forma, desarrollar experiencias de bienestar dependiendo de la edad y el género es otra forma de fidelizar a los clientes sin recurrir a la calidad del diseño o de los materiales exclusivamente.