A pesar de que la confianza de los consumidores se mantiene en terreno negativo, el comienzo de año fue positivo para la industria y el comercio, con crecimientos superiores al 3% en los principales indicadores de ambas actividades.
Según el Dane, en enero de 2019 la producción real de la industria manufacturera presentó una variación de 3,0%, las ventas reales de 2,8% y el personal ocupado de 0,2%. De las 39 actividades industriales que analiza el Dane, 26 registraron variaciones positivas en su producción real, sumando 4,3 puntos porcentuales a la variación total anual y 13 variaciones negativas, las cuales le restaron 1,3 puntos porcentuales a la variación total.
En cuanto al comercio minorista, la cifra fue similar: un crecimiento del 3% frente al mismo mes del año pasado, mientras que la generación de empleo presentó una variación del 1%, en un sector que es intensivo en mano de obra. “Excluyendo el comercio de vehículos automotores y motocicletas, la variación de las ventas reales del sector fue de 4%”, explicó el Dane.
Y aunque esa cifra supone una desaceleración frente al crecimiento del 6,1% del comercio en 2018, algunos analistas explican que parte de la misma se explica por razones estadísticas, o lo que es lo mismo: una base de comparación alta y factores estacionales como el Salón del Automóvil en Bogotá.
A pesar de estas cifras positivas, que podrían traducirse en un crecimiento superior al 3% para la economía en el primer trimestre del año, según algunos analistas, el investigador de Fedesarrollo, Mauricio Reina, explicó que junto a los aspectos positivos que se observan (mantenimiento de confianza de los sectores industriales y comerciales y en la compra de vivienda) hay unas luces de alerta que comienzan a encenderse.
“Hasta el momento, gracias a factores externos, la economía colombiana pudo ir como en una bicicleta. Ahora, desaparecidos esos factores, como el precio internacional de los hidrocarburos y de otras materias primas y la buena salud de las potencias económicas, es como un triciclo”, señala Reina.
Refiriéndose al tema de la migración venezolana, Reina coincidió con un reciente análisis del FMI según el cual a corto plazo el impacto puede ser negativo, aunque si se sabe gestionar puede convertirse en un factor que impulse la economía colombiana de manera importante, en especial cuando ya no estarán las turbinas externas que movieron la economía nacional en los últimos años.
“Se estima que, en el corto plazo, los correspondientes costos fiscales de la migración representarán cerca de medio por ciento del PIB. Mirando más allá de los costos de ajuste en el corto plazo, los recientes flujos migratorios deberán aumentar en el tiempo el potencial de crecimiento de Colombia”, explicó la más reciente misión del organismo multilateral que visitó el país.
Según el FMI, a pesar de la desaceleración del crecimiento global, la economía colombiana crecería 3,5% en 2019, sustentada por el “fuerte” consumo privado y la largamente esperada recuperación de la inversión empresarial, como consecuencia del apoyo que siguen ofreciendo las políticas del gobierno.