Publicado: enero 20, 2021, 9:15 am
Gerardo Lissardy
BBC News Mundo
De hecho, el presidente Donald Trump, que fue elegido sin experiencia de gobierno y enfrentado al establishment, ignoró normas democráticas, apostó a la división polÃtica y desafió el veredicto de las urnas, ha sido comparado con populistas latinoamericanos de tendencia autoritaria.
Ya sabemos cómo Trump acaba su mandato este miércoles.
PolÃticamente aislado, enfrenta un segundo impeachment en el Congreso, acusado de incitar una insurrección en el Capitolio para detener la certificación del triunfo electoral del presidente entrante, Joe Biden.
La propia ceremonia de asunción de Biden, con una fuerte presencia de soldados armados en torno al Congreso, bien puede evocar escenas latinoamericanas de décadas recientes.
Pero también es posible ver lo que ocurre en EE.UU. como un caso peculiar donde la democracia generó anticuerpos para resistir a retos extraordinarios, algo que no siempre sucede en América Latina.
Aunque EE.UU. está peligrosamente dividido, desorientado y enfrenta varias crisis simultáneas, los acontecimientos de los últimos meses pueden ofrecer lecciones importantes a sus vecinos del sur del continente.
Aquà tres de ellas:
1. Las instituciones contienen al lÃder
Cuando los padres fundadores diseñaron el sistema de gobierno de EE.UU., su objetivo principal fue impedir la tiranÃa y garantizar la libertad.
Y para ello idearon instituciones con un sistema de controles y contrapesos, que previniera que alguna de las tres ramas de gobierno concentre un poder excesivo.
Trump puso a prueba este principio a lo largo de su gobierno y sobre todo este mes, cuando presionó a miembros del Partido Republicano para que evitaran certificar en el Congreso el triunfo de Biden.
Si bien varios senadores y representantes republicanos cedieron a los reclamos de Trump, el Congreso certificó la victoria de Biden horas después que una turba de partidarios del presidente invadiera el edificio en un ataque que dejó cinco muertos el 6 de enero.
Pero la firmeza de las instituciones en EE.UU. se apreció sobre todo a nivel de la justicia, que rechazó por infundadas diversas denuncias de fraude electoral de Trump, y en estados péndulo como Michigan o Georgia, donde funcionarios ignoraron los intentos del presidente de desconocer el resultado de la votación.
«Ahà sà que se vio una resistencia como nunca antes durante el perÃodo de Trump, en muchos casos viniendo de autoridades republicanas y en algunos casos inclusive de autoridades nombradas por Trump», dice Javier Corrales, profesor de ciencia polÃtica en el Amherst College de EE.UU.
«Esta lección es importante para América Latina, donde hay partidos de gobierno que se dedican a querer erosionar esa norma de que el Poder Legislativo tiene que ser muy severo con el Poder Ejecutivo», agrega en diálogo con BBC Mundo.
2. Eludir la polarización da réditos
Al igual que distintos populistas latinoamericanos, Trump incrementó desde la presidencia la polarización polÃtica de su paÃs, hasta llevarla al lÃmite.
Esto suele complicar el funcionamiento de las democracias, sobre todo en sistemas presidencialistas.
Para la oposición demócrata de EE.UU., el gran dilema antes de las elecciones era cómo responder: ¿apelar a esa polarización? ¿O intentar romperla?
Biden y su compañera de fórmula, Kamala Harris, apostaron por lo segundo, con una campaña moderada que priorizó problemas de EE.UU. como la crisis sanitaria y económica causada por el covid-19 antes que el enfrentamiento con Trump.
Y los triunfos del demócrata en estados péndulo como Pensilvania, Michigan o Wisconsin, e incluso en bastiones republicanos como Georgia o Arizona, demuestran que evitar la polarización puede dar réditos.
«En la búsqueda del voto de los independientes, Biden-Harris le ganaron a Trump», señala Corrales.
También destaca como lección la unidad que logró la fórmula opositora, atrayendo desde izquierdistas que preferÃan como candidato al senador Bernie Sanders hasta republicanos anti-Trump.
«Biden-Harris, a pesar de todas las debilidades que tenÃan, lograron una coalición realmente impresionante: dudo que cualquier otro demócrata hubiera podido mantenerla», dice el politólogo.
3. Los militares apolÃticos son clave
Algo que preocupaba a los crÃticos de Trump es que durante su presidencia buscara la lealtad polÃtica de los militares, como hicieron históricamente distintos lÃderes latinoamericanos.
Esa inquietud creció durante la campaña, cuando Trump sugirió usar militares en respuesta a la ola de protestas contra el racismo y la brutalidad policial en el paÃs tras la muerte de George Floyd bajo custodia de la policÃa.
Incluso después de la elección, el presidente generó asombro al colocar varios aliados suyos de lÃnea dura en altos puestos civiles del Pentágono, una purga sin precedentes recientes.
Pero tras la invasión al Capitolio por parte de seguidores de Trump, los máximos lÃderes militares de EE.UU. ratificaron el principio de que las fuerzas armadas son apolÃticas.
«La violenta protesta en Washington D.C. el 6 de enero fue un asalto directo al Congreso, al edificio del Capitolio y a nuestro proceso constitucional», indicó una circular del Estado Mayor Conjunto a las tropas.
«Cualquier acto contra el proceso constitucional no solo atenta contra nuestras tradiciones, valores y juramento; también va en contra de la ley», advirtió.
Además, el Pentágono aumentó la búsqueda de extremistas de derecha y supremacistas blancos en sus filas, para apartarlos ante sospechas de que algunos pueden haber participado del ataque al Congreso.
Según especialistas, todo esto también puede servir como referencia a paÃses latinoamericanos donde la frontera entre militares y lÃderes o partidos polÃticos suele ser más borrosa.
Alan McPherson, un experto en la historia de las relaciones entre EE.UU. y América Latina, señala que el mensaje del mando militar subrayó «el principio básico de la democracia, que es el Estado de derecho e incluye la transferencia pacÃfica de poder».
«Pero también incluyó una negación del personalismo, y en la historia latinoamericana el personalismo ha sido muy poderoso: es el principio de que se sigue a una persona, más que a una ley», dice McPherson, director del Centro para el Estudio de la Fuerza y la Diplomacia en la Universidad de Temple, a BBC Mundo.
«Los militares», agrega, «trataron de reafirmar el principio básico de que aquà no hacemos personalismo. Y Trump tiene mucho que ver con personalismos: habrÃa sido un perfecto dictador latinoamericano en la época en que la dictadura era la norma en América Latina».
En cambio, a partir de este miércoles Trump será otro expresidente de EE.UU., como establece la misma democracia que él puso a prueba.