El pasado 25 de julio entró en vigor en el Reino Unido la ‘Online Safety Act’, una ambiciosa legislación con la que el gobierno británico aspira a situar al país «a la vanguardia de la seguridad digital», según sus propias palabras. Una de sus piezas … centrales es la obligación de que las grandes plataformas tecnológicas verifiquen de manera rigurosa la edad de sus usuarios, en especial para evitar que menores de 16 años accedan a contenidos inapropiados o a redes sociales que legalmente no deberían utilizar. Sin embargo, apenas días después de su puesta en marcha, el sistema ya muestra signos de vulnerabilidad. Los menores, lejos de quedar fuera del entorno digital que pretende protegerlos, han encontrado vías para seguir accediendo sin mayores complicaciones.
Las nuevas normas otorgan a la Oficina de Comunicaciones (Ofcom), el regulador británico, competencias sin precedentes para exigir a plataformas como Instagram, TikTok, YouTube o Discord la implementación de sistemas eficaces de verificación de edad. No se trata únicamente de mostrar un mensaje de advertencia o marcar una casilla. Según el marco legal aprobado, las plataformas deben emplear mecanismos «altamente precisos» y «proporcionales al riesgo», como el escaneo de documentos de identidad, tecnología de reconocimiento facial o métodos de verificación bancaria.
Ofcom ha advertido de que impondrá sanciones de hasta el 10% de la facturación global anual de las compañías que no cumplan con las exigencias, lo que para empresas del tamaño de Meta o Google supondría multas potenciales de miles de millones de libras. La presión regulatoria es intensa y la respuesta tecnológica se ha acelerado. Sin embargo, esa carrera por blindar el acceso infantil choca con una realidad que el propio sistema parece no haber contemplado del todo: la creatividad y adaptabilidad de los usuarios más jóvenes.
Desde VPN hasta videojuegos para sortear el sistema
Según la prensa local, las vías que están utilizando los menores para esquivar la verificación de edad son múltiples. La más común, y posiblemente la más difícil de bloquear, es el uso de redes privadas virtuales (VPN). Estas herramientas, que permiten enmascarar la ubicación real del usuario, son legales y ampliamente utilizadas por motivos legítimos, como la protección de la privacidad en redes públicas o el acceso a contenidos restringidos por región. En este contexto, las VPN permiten a cualquier usuario simular que se conecta desde fuera del Reino Unido, donde las restricciones no aplican. De acuerdo con datos de la consultora Sensor Tower, recogidos por el mismo medio, las descargas de aplicaciones como ProtonVPN o NordVPN se dispararon un 1.800 % en el país en las semanas previas a la entrada en vigor de la ley.
Otra estrategia detectada por los expertos es la reutilización o falsificación de documentos. Algunos menores han logrado engañar a los sistemas de verificación automática presentando capturas de pantalla de carnés de identidad de familiares mayores de edad, documentos manipulados digitalmente o incluso imágenes generadas por inteligencia artificial. En un caso documentado por ‘The Guardian’, algunos usuarios lograron acceder a servicios restringidos utilizando como ‘selfie’ una imagen del modo fotografía del videojuego ‘Death Stranding 2’, lo que pone en evidencia la fragilidad de los sistemas de reconocimiento facial que no cuentan con validación en tiempo real.
También se han identificado prácticas como el uso compartido de cuentas ya verificadas, un fenómeno similar al de compartir contraseñas en servicios de streaming, pero con implicaciones regulatorias más serias. Dado que muchas plataformas no vinculan de forma intransferible una cuenta a una persona identificada, basta con que un menor tenga acceso a una cuenta previamente validada por un adulto para esquivar el filtro de edad.
Un equilibrio complejo
Las plataformas, por su parte, se enfrentan a un equilibrio complejo. Por un lado, deben demostrar a Ofcom que están aplicando medidas de control eficaces. Por otro, deben evitar infringir otras regulaciones, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), que limita el tratamiento de información sensible como datos biométricos o escaneos faciales. Algunas empresas han optado por delegar el proceso de verificación en proveedores especializados, como Yoti o Veriff, que ofrecen soluciones de «age estimation» (estimación de edad) sin necesidad de recopilar documentos, pero con niveles variables de precisión y controversia.
Además de las cuestiones técnicas, la implementación de la ley plantea interrogantes sobre su impacto ético y social. Organizaciones como Privacy International y Open Rights Group, que trabajan en la defensa de los derechos digitales, la privacidad y las libertades civiles en el entorno tecnológico, han advertido que el uso extendido de mecanismos de verificación podría suponer una amenaza para la privacidad digital. «Obligar a los usuarios a identificarse para navegar por la red sienta un precedente preocupante», declaró a la BBC Jim Killock, director ejecutivo de Open Rights Group. En su opinión, el acceso a internet debería ser libre por defecto, salvo en casos justificados y proporcionales.
El debate no es exclusivo del Reino Unido. La Unión Europea ha expresado interés en poner en marcha sistemas similares, y países como Alemania, Francia y España han explorado marcos normativos para restringir el acceso de menores a ciertos contenidos e incluso han señalado que la experiencia británica será una «referencia clave».
No obstante, la experiencia inicial del Reino Unido pone de manifiesto que las soluciones puramente técnicas tienen un alcance limitado si no se acompañan de estrategias educativas y culturales. Los adolescentes de hoy, nativos digitales con acceso a múltiples dispositivos, redes sociales y herramientas que les permiten el anonimato, son especialmente hábiles a la hora de esquivar obstáculos.
Una iniciativa satírica para crear identidades falsas
En este contexto, un desarrollador británico ha decidido elevar la crítica a un nuevo nivel mediante una iniciativa satírica: ha creado el sitio web ‘use-their-id.com’, que genera identificaciones falsas con los datos de parlamentarios británicos. Introduciendo un código postal, el sistema extrae la información pública del diputado correspondiente y genera un carné de conducir falso con su nombre, dirección, fecha de nacimiento e incluso foto, todo simulado por inteligencia artificial y con un resultado totalmente creíble.
Lejos de fomentar el fraude, la iniciativa busca demostrar lo fácil que puede ser engañar a los sistemas de verificación si no están bien diseñados. Según el propio creador, que se identifica con el nombre de Tim, esta es una forma de protesta frente a una ley que considera profundamente defectuosa. «Esto es una pequeña y también absurda protesta contra la estupidez de la Online Safety Act que acaba de entrar en vigor», aseguró, y la calificó como «una ley terrible que empeora internet para todo el mundo».