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¿Quién verifica al verificador?

Hace unos días, el consejero delegado de Meta (antes Facebook), Mark Zuckerberg, anunciaba la decisión de acabar con el sistema de verificación de contenidos utilizado hasta ahora. De momento solo en Estados Unidos, tanto Facebook e Instagram como WhatsApp prescindirán de los servicios … de empresas de verificación de datos y sus funciones serán sustituidas por un sistema similar al implantado en X (antigua Twitter), consistente en notas de la comunidad. «Los verificadores de datos han sido demasiado parciales políticamente –decía Zuckerberg– y han destruido más confianza de la que han creado». Estas declaraciones provocaron la reacción de la European Fact-Checking Standard Network (EFCSN), la red europea de verificadores de datos, que lamentabala decisión de Meta en una nota de prensa y condenaba que «se vinculase la verificación de datos con la censura».

«Esto parece más una medida motivada políticamente en el contexto de la administración entrante de Donald Trump en los Estados Unidos que una decisión basada en evidencias», afirmaba su presidenta, Clara Jiménez Cruz al respecto. Hace apenas una semana, también Google, YouTube y LinkedIn decidían dejar de colaborar con empresas de verificadores. Parece que la tendencia se afianza.

Newtral en España

Desde Newtral prefieren no contestar a nuestras preguntas y nos remiten a un escrito publicado por la periodista Ana Pastor en el que, entre otras cosas, no duda en afirmar que «Zuckerberg está siguiendo parte del camino marcado por Elon Musk. Poner dinero en la campaña, dejar claras sus prioridades a la Casa Blanca y hasta entrar en el gobierno. Veremos si la entrega de Zuckerberg a Trump es tan profunda como la del dueño de X al recién elegido presidente de EE.UU. y a otros políticos, como la ultraderecha de Alemania o el húngaro Orbán» y señala que, «a diferencia de Estados Unidos, aquí existe la DSA (Digital Services Act) donde las plataformas tienen algunas obligaciones. Y si no las cumplen, puede haber sanciones».
Lo cierto es que la figura del verificador se ha visto siempre envuelta en la controversia. Nacidas al calor de los movimientos identitarios y las políticas DEI en Estados Unidos, y más tarde exportadas a Europa, las empresas de verificación de datos han estado bajo la sospecha de estar ideológicamente muy escoradas. No ha ayudado demasiado que la cara visible de las más conocidas de estas hayan sido figuras mediáticas muy asimilables a la izquierda y que no han dudado en posicionarse ideológicamente sin complejos. En nuestro país, si Newtral para el gran público es Ana Pastor; Maldita es Clara Jiménez Cruz, también presidenta de EFCSN y habitual, antes de apostar por la verificación de datos, de La Sexta.
Así lo reconocen algunos de los que han ejercido o ejercen como verificadores y que, pese a defender su profesión de lo que definen como «mala prensa» y «desconocimiento», no quieren dar sus nombres. «No ha hecho ningún bien a la reputación de la profesión el hecho de que los responsables de las empresas más conocidas sean tan identificables con una postura ideológica muy definida», coinciden en apuntar los consultados.

Nada neutral

Entienden, pues, que la idea que se tenga del verificador no sea el de alguien neutral y objetivo. «Es una figura que ha sido muy politizada», explica C., que ha trabajado como verificadora en una de esas empresas. «Y la mayoría de la gente tiende a identificarla con posturas muy de izquierda», agrega. Lamenta que, incluso dentro de la propia profesión, haya mucha confusión sobre el papel de esta figura y se asocie más al papel de un censor que al de alguien que comprueba minuciosamente que lo publicado es cierto.
¿Quién es, entonces, el verificador? ¿Cuál es su papel? El perfil habitual es el de una persona con formación de periodista. Algunos de ellos llegan directamente tras realizar el máster y las prácticas en la propia empresa periodística tras terminar el grado. Los sueldos parten de los 18.000 euros al año, aproximadamente, de un júnior y se ven incrementados a partir de ahí en función de la experiencia, la responsabilidad y el puesto.

‘Latinos por Trump’
Un hombre fue arrestado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos mientras vestía una camiseta que rezaba ‘Latinos por Trump’. Se comprobó que era una información e imagen falsas

Tanques militares en la frontera de Texas con México
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Barcelona, escenario de un encuentro árabe: falso
Cientos de hombres cantan y bailan en árabe en una calle de Barcelona, como muestra el vídeo (captura). Se pide la expulsión inmediata de estos ciudadanos «a causa de estas situaciones» que no tuvieron lugar

El trabajo, propiamente dicho y a grandes rasgos, se divide en dos ramas: el ‘fact-checking’, el chequeo de los hechos, centrado en el discurso político y el análisis de los datos que se utilizan en estos; y las ‘fake news’ o noticias falsas, que sería el confirmar o desmentir noticias, vídeos o fotografías que se han viralizado. Lo que popularmente se conoce como desinformación y bulos.
«Hay una agenda del día y personal encargado de hacer escucha», explica C. sobre ese desempeño del trabajo. «Esa persona se encarga de un discurso, declaración o rueda de prensa en concreto que se le asigna y selecciona lo que de ahí considera interesante verificar. Eso pasa como propuesta a los jefes de sección, se decide si tiene interés real y se procede a encontrar la fuente. Normalmente, nos ponemos en contacto con el partido del político en cuestión, en el caso del ‘fact-checking’, para que nos indiquen ellos mismos la fuente de la que procede el dato o de dónde proviene la información ofrecida».
A continuación, se comprueba que es así y se verifica por otras fuentes que sea correcta. No existe un departamento de documentación, el trabajo de comprobación recae sobre cada uno de los verificadores, que se encargan de corroborar o desmentir la información con datos comprobables.
En cuanto a las ‘fake news’, llegan peticiones concretas a un canal de WhatsApp habilitado para tal fin. «También se comprueban las informaciones que se hacen virales en redes o si alguna publicación es sospechosa de no ser cierta y tiene especial interés. Eso se investiga y documenta hasta comprobar si es falso o es cierto. A veces invertimos más de una semana en comprobar un dato, hasta que no estamos cien por cien seguros de que eso es así, para bien o para mal, no termina el trabajo. Esos tiempos en un periódico son impensables. A veces las prisas de una redacción pueden llevar a dar por buenos datos que no son correctos pero que se han repetido tantas veces que es fácil encontrarlos en diferentes publicaciones dándolos por ciertos. Ahí, el papel del verificador es clave».
A la inevitable pregunta sobre la línea editorial, ideología predominante o indicaciones en ese sentido dentro de estas empresas, todos defienden la neutralidad y objetividad de las mismas. «Tanto Maldita como Newtral, las más conocidas, están dentro de la EFCSN, que reúne a todas las verificadoras de Europa y que realiza auditorías anuales para comprobar que realmente se cumple con ese compromiso de neutralidad», indican las fuentes consultadas.

No emplear a políticos

Señalan que se tiene especial cuidado en efectuar un número aproximado de verificaciones a partidos de diferentes ideologías, en el caso de los ‘fact-checkings’, por ejemplo. En 2022 se aprobó el Código Europeo de Estándares para Organizaciones Independientes de Verificación de Datos independientes, que es el que se comprometen a cumplir las empresas para formar parte de la EFCSN, y que, entre otros puntos, incide en «ser editorialmente libre y políticamente independiente» o «no emplear a nadie que ocupe un puesto asalariado y/o destacado en un partido político, gobierno, estado o empresa pública bajo el control directo de un partido político o gobierno».
Este Código Europeo, curiosamente, fue firmado, a través de Efe Verifica, por la agencia de noticias española EFE, que tiene como presidente desde 2023 a Miguel Ángel Oliver, el que fuera secretario de Estado de Comunicación con el presidente Pedro Sánchez.

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