Donald Trump ha ordenado el cierre de los medios públicos estadounidenses. Cabeceras históricas de la Guerra Fría, diseñadas en su día para promover los valores democráticos frente a la Unión Soviética y el régimen castrista en Cuba, han recibido la orden de suspender a … sus empleados con sueldo durante 60 días, antes de que se implemente un expediente de regulación de empleo.
Este sábado, al acudir a sus redacciones, muchos de estos periodistas han sido instruidos para abandonar sus puestos de trabajo. En varios casos, las emisiones continuaron con contenido pregrabado.
Según Trump y los responsables a los que ha encomendado el cierre de la Agencia de Medios Globales de EE.UU., estos medios, junto con otras instituciones afectadas—como el think tank Woodrow Wilson Center, el Instituto de Museos y Bibliotecas y el Consejo para Combatir la Indigencia—son «innecesarios», de acuerdo con el decreto presidencial firmado el viernes, pero divulgado solo este sábado.
Aunque el mandato de estos medios es informar con objetividad, el equipo de Trump ha criticado con dureza a Voice of America, acusándola de tener un sesgo progresista. Ric Grenell, exembajador en Alemania y actual asesor del presidente, propuso el cierre de la emisora después de que uno de sus periodistas, Steve Herman, compartiera en redes sociales un enlace a un análisis crítico sobre los recortes a la agencia de ayuda humanitaria USAID.
Este sábado, los empleados de los medios afectados recibieron notificaciones informándoles de que están licencia administrativa con sueldo, con la instrucción de no presentarse en las oficinas. En el caso de Radio Free Europe/Radio Liberty y Radio Free Asia, el cierre es definitivo tras la rescisión de sus licencias de transmisión.
Un gigante informativo desmantelado
La Agencia de Medios Globales de EE.UU. tiene un presupuesto de 950 millones de dólares para el año fiscal 2025, que financia las operaciones de Voice of America, Radio Martí, Radio Free Europe/Radio Liberty, Radio Free Asia y Middle East Broadcasting Networks.
Con una audiencia semanal de 420 millones de personas en 63 idiomas y más de 100 países, esta agencia representa la mayor red pública de noticias del mundo. Su misión ha sido contrarrestar la influencia mediática de potencias como China, Rusia e Irán, una estrategia respaldada hasta ahora por ambos partidos en el Congreso.
Sus publicaciones incluyen artículos de opinión que reflejan la postura diplomática de Washington, pero su mandato exige neutralidad e imparcialidad en la información. Entre sus filas hay más de 1.000 periodistas en todo el mundo, muchos de ellos hispanohablantes.
Un empleado de una de las emisoras afectadas, que ha preferido mantener el anonimato, afirmó que periodistas de origen cubano, nicaragüense o venezolano contratados por estos medios «han pasado años combatiendo a populistas en español primero y ahora en inglés». Según esta fuente, la suspensión de trabajo es solo el primer paso hacia una reducción de plantilla.
Otro empleado admite que lleva semanas midiendo cada palabra para no incomodar al poder político, consciente de que se buscaban cabezas de turco. «Se ha impuesto el miedo estas pasadas semanas, nos temíamos algo así», asegura.
Un cierre con implicaciones legales
El cierre de estos medios requeriría en teoría una orden del Congreso, pero Trump lo ha ordenado por decreto. Si los empleados presentan demandas contra la administración, el caso se resolverá en los tribunales. En el Senado, los republicanos no cuentan con la mayoría cualificada necesaria para imponer el cierre sin apoyo demócrata.
Trump había designado para dirigir Voice of America a la excandidata republicana Kari Lake, quien perdió las elecciones a gobernadora y senadora en Arizona en medio de denuncias infundadas de fraude electoral. A pesar de no haber sido confirmada por el Senado, Lake ha estado auditando el funcionamiento de estos medios y firmó personalmente las notificaciones de suspensión de empleo.
Según su versión, la administración Biden dejó a estas emisoras con contratos blindados y alquileres innecesariamente costosos que requerían una reestructuración.
Un golpe a la prensa en América Latina
Las emisoras en español supervisadas por la Agencia de Medios Globales de EE.UU., en especial Voz de América, han sido de las pocas fuentes de información independientes con una cobertura continental en América Latina, operando con reporteros en todos los países y con una línea editorial proestadounidense.
Han sido fundamentales para exponer los abusos de los Castro en Cuba, el chavismo en Venezuela y la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua, enfrentando censura, acoso y persecución por parte de estos regímenes, que buscan erradicar cualquier voz disidente.
El papel de estos medios no es nuevo. Desde la Guerra Fría, emisoras como Radio Free Europe/Radio Liberty (RFE/RL) y Radio Free Asia (RFA) han sido herramientas clave de Washington para contrarrestar la propaganda de regímenes comunistas. En Europa del Este, sus emisiones ayudaron a la disidencia a organizarse frente a la opresión soviética, transmitiendo noticias censuradas por Moscú y sus aliados.
En Polonia, Checoslovaquia y Hungría, estos medios permitieron a la sociedad civil mantenerse informada, desempeñando un papel crucial en la caída del Telón de Acero.
Hoy, su labor sigue incomodando a los mismos actores con nuevas estrategias. Radio Free Europe ha sido señalada como una amenaza por líderes con tendencias autocráticas como Vladímir Putin y Viktor Orbán, cuyos aliados han intentado restringir su actividad. Sus periodistas han sido detenidos en Crimea, Bielorrusia, Azerbaiyán y Rusia, donde trabajar para la emisora es prácticamente una sentencia de cárcel.
Lo mismo ocurre con Radio Free Asia, cuya cobertura sobre la persecución de los uigur ha expuesto la represión china. En Corea del Norte, escuchar sus emisiones es un acto de resistencia que se paga con la vida: en 2020, un pescador fue ejecutado públicamente por sintonizar la emisora en alta mar, como advertencia para sus colegas.
Una reestructuración con consecuencias geopolíticas
El cierre de estos medios marca un giro drástico en la estrategia de comunicación internacional de EE.UU. Trump apuesta por un modelo más cerrado, prescindiendo de la diplomacia informativa que durante décadas ha sido una de las principales herramientas de influencia de Washington.
El futuro de este decreto aún no está claro, pero el cierre de los medios públicos ya ha comenzado. Si la orden se mantiene, millones de personas en países sin libertad de prensa se quedarán sin una de sus pocas fuentes de información independiente.