«Tengo que responder a esto». Así se coló J.D. Vance en el encuentro entre Donald Trump y Volodímir Zelenski que acabó en bronca histórica en el Despacho Oval. El vicepresidente de EE.UU. estaba en el encuentro y, ante la nube de … cámaras y reporteros, no quiso ser convidado de piedra, el papel que normalmente corresponde a su cargo cuando está delante el presidente.
Vance saltó ante una pregunta de un reportero que cuestionaba a Trump si se estaba «alienando» demasiado con Vladímir Putin. El vicepresidente defendió que lo que Trump hace es «diplomacia» con el presidente ruso para conseguir «paz y prosperidad».
Zelenski interpeló a Vance de manera directa en el primer giro de lo que se convertiría en la batalla de gritos que llegó después. «¿De qué diplomacia hablas, J.D.?», le preguntó después de defender que nadie había detenido a Putin desde la anexión de Crimea en 2014, tampoco Trump.
«Es una falta de respeto que vengas a la Casa Blanca a litigar delante de la prensa», le reprendió Vance, en el primer gran zarpazo de la pelea. Ya quedaba claro en ese momento que ambos, el presidente de Ucrania y el vicepresidente de EE.UU., se tenían ganas.
Es algo que viene de lejos. Vance ha sido una de las figuras políticas de EE.UU. más críticas con Ucrania y con su Gobierno. «Me da igual lo que pase en Ucrania», ha dicho en varias ocasiones Vance, que antes de vicepresidente fue senador por Ohio. De forma reiterada, se ha mostrado contrario al envío de ayuda al país de Europa del Este, ha desviado las responsabilidad de Putin en la invasión y ha lanzado ataques personales a Zelenski. En una visita del presidente ucraniano a Washington a finales de 2023 para tratar de mantener el apoyo de la primera potencia mundial, le comparó con un «liberal de Twitter» y dijo que era «asquerosa» la forma en la que presionaba a los republicanos para lograr fondos.
Cuando Vance fue elegido por Trump el verano pasado como su candidato a la vicepresidencia, fue la confirmación de que, si ganaba las elecciones, el apoyo de EE.UU. a Ucrania se debilitaría. El ahora vicepresidente ha defendido que lo que tiene que hacer Ucrania es ceder parte de su soberanía territorial a Rusia y comprometerse con la «neutralidad». Es decir, olvidarse de su intención de entrar en la OTAN.
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La bronca entre Donald Trump y Volodímir Zelenski durante su reunión en la Casa Blanca
ABC
Vance ya dio muestras de que no le importa romper la baraja de las alianzas diplomáticas que EE.UU. ha mantenido hasta ahora. Hace unas semanas, en la conferencia de seguridad de Múnich, fue un descubrimiento para muchos en Europa: abroncó a los países europeos, respaldó a las opciones de extrema derecha del continente y defendió que el enemigo de los europeos no es Putin, sino que lo tienen «dentro», en su pérdida de valores.
El veneno que se guardaban Vance y Zelenski explotó en la bronca del Despacho Oval. Vance le acusó de llevar a los jóvenes ucranianos a la fuerza al frente y de que hace ‘viajes de propaganda’ con los mandatarios que visitan Ucrania. Repitió varias veces que faltaba al respeto a Trump y a EE.UU. y que lo que debía hacer era «estar agradecido».
La postura de Vance animó a Trump, que no quiso ser menos que su vicepresidente en la combatividad con el mandatario extranjero. Y entonces se desató la bronca completa.
La refriega en el Despacho Oval refuerza el perfil de Vance, uno de los republicanos con más opciones de liderar al partido en el futuro. El exsenador ha sabido en este episodio cobrar protagonismo sin quitar luz al presidente, uno de los grandes equilibrios que tienen que conseguir los vicepresidentes y que pocos logran. Para las bases de Trump, Vance se ha vuelto a erigir como un defensor de las políticas de ‘America First’ (‘EE.UU. primero’), que es el pilar de su movimiento político. Y que, en política exterior, aboga por posiciones de aislacionismo y abandono del multilateralismo, en favor de una política centrada en exclusiva en los intereses directos de EE.UU.
Desde su elección como candidato a la vicepresidencia, a Vance se le considera una de las figuras que podría liderar el ‘trumpismo’ cuando Trump deje la Casa Blanca. La Constitución solo permite dos mandatos a los presidentes -aunque Trump no deja de amagar con la posibilidad de tratar de cambiarlo y buscar un tercero- y Vance apuesta por convertirse en el delfín del multimillonario neoyorquino.
Hace tres semanas, Trump negó que haya elegido ya a Vance como sucesor. «Es muy pronto», ha reconocido el propio vicepresidente. Pero seguro que el episodio con Zelenski le ha reforzado en el EE.UU. ‘trumpista’.