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Jugamos a 'Dragon Age: The Veilguard': La saga vuelve llena de acción, pero escasa de rol

BioWare ya tuvo sus años de gloria. Desde principios de los 2000 hasta 2012 fueron reconocidos por crear títulos recordados con mucho cariño para los amantes del rol. La saga ‘Mass Effect’ es prueba de ello, pero para quien optara por la fantasía de dragones y mazmorras ‘Dragon Age’ era lo suyo. El último lanzamiento de la saga, ‘Dragon Age: Inquisition’, dividió a la crítica pese a llevarse el premio a juego del año en 2014.
Ahora, diez años después, la continuación de la historia pasa por un destino similar. Porque si ‘Inquisition’ ya comenzaba a lucir más un ‘God of War’ que un ‘Baldur’s Gate’, ‘Veilguard’ se aleja más si cabe del juego de Larian para entrar de lleno en la acción, aparcando el rol a su paso. Una decisión que ha gustado en parte, pero que ha dejado insatisfechos a otros.

En ABC hemos jugado estas últimas semanas a ‘Dragon Age: The Veilguard’ y lo que nos ha ofrecido BioWare nos ha gustado. Y mucho. Pero no todo es perfecto y las decisiones de última hora —como el nombre del título, que no se menciona ni una vez en toda la campaña— así como separarse casi por completo del núcleo rolero de la saga no nos han entusiasmado.

Historia lineal a la vieja usanza

La historia nos pone en la piel de Rook, un héroe que nosotros personalizamos por completo, reclutado por el gran compañero de la saga Varrick para perseguir al elfo Solas, otro antiguo aliado de ‘Dragon Age’ y ahora conocido como el Lobo Terrible, que ya dejó ver al final de ‘Inquisition’ que tiene una deuda pendiente con los dioses oscuros del mundo de Thedas.

Un clon virtual para ver el Vaticano «como nadie lo había visto hasta ahora»

Durante unos días, la plana mayor de Microsoft ha estado en el Vaticano para entregar al Papa Francisco un clon idéntico de la basílica de San Pedro. La nueva obra de arte es imponente, pero no está hecha de mármol, ladrillo y estucos, sino de ‘bytes’ y algoritmos de la inteligencia artificial. El modelo permite contemplar y estudiar el centro de la cristiandad de un modo que hasta ahora habría sido imposible y abre nuevas posibilidades para el futuro de la basílica de San Pedro. «Ninguna generación ha visto jamás el Vaticano como lo veremos ahora», ha prometido Brad Smith, presidente de Microsoft, y principal impulsor del proyecto.
El cardenal responsable de San Pedro, Mauro Gambetti, dice que este regalo digital será para la basílica lo que es «un telescopio para conocer las estrellas o una nave espacial para penetrar en el cielo estrellado». Y lo cierto es que los primeros datos que han filtrado son ya galácticos, y permiten intuir las geniales soluciones que aplicaron los artistas del Renacimiento y del Barroco para alzar el Vaticano.

«Es uno de los proyectos tecnológicamente más avanzados y sofisticados que jamás se haya llevado a cabo, pues hemos combinado la información de 22 ‘petabytes’ de datos», presume Smith durante la presentación del «gemelo digital» de la basílica vaticana. «Para conservar estos datos harían falta 5 millones de DVD, que apilados alcanzarían 6 kilómetros de altura», describe.

Los «gemelos digitales» son réplicas digitales de objetos o espacios del mundo físico. Los utiliza la industria aeroespacial para hacer simulaciones y probar innovaciones sin el riesgo de accidentes. En el caso de edificios, se utilizan para buscar soluciones cuando deban ser reparados. «En este caso no lo hemos hecho para gestionar el funcionamiento de la basílica, sino para ampliar la comprensión humana», aclara Brad Smith.

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