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Retos de las nuevas organizaciones

Juntas directivas más participativas, que comprendan las necesidades su negocio y puedan aportar ideas para un desarrollo exitoso, son algunas de las características que debe tener el organigrama moderno de una empresa. 

Publicado: abril 14, 2019, 7:07 pm

Hace algunos años, un verdadero líder era aquel que, gracias a sus conocimientos, implementaba estrategias ganadoras para su empresa; cada empleado escuchaba al maestro y ponía en marcha las órdenes de su jefe, sin cuestionar.

De acuerdo con Diego Parra, consultor de gobierno corporativo y planeación estratégica, el mundo empresarial no solo ha tenido cambios a nivel generacional, de liderazgo y de transformación digital, sino que también las tradicionales juntas directivas, encargadas de manejar gran parte de la empresa, han tenido que reinventarse para tener validez.

Hace pocos años, Parra tuvo la oportunidad de trabajar para una importante compañía consultora en España, una de las llamadas Big Five, pero un día regresó a su trabajo y le informaron que la empresa había cerrado porque había sobornado a otra compañía y se trataba de un escándalo de talla mundial. Con su sueño derrumbado, comprendió que la reputación de una empresa es fundamental para el desarrollo de la misma.

“Aunque mucho se habla de los valores y pareciera un concepto desgastado, lo cierto es que es fundamental contar con una junta directiva que tenga los valores alineados no solo con los dueños de las compañías, sino también con sus directivos, con sus estatutos y en general con cada persona que trabaje en ella.”, asegura Parra.

En este sentido, la composición de las juntas directivas han tenido que cambiar para afrontar los retos coyunturales, por ejemplo, en la mayoría de países del mundo, los gobiernos corporativos deben contar con al menos una mujer. “Eso no es un tema de machismo ni feminismo, sino que se ha demostrado que hombres y mujeres resuelven conflictos de formas diferentes, esa diversidad es fundamental para una empresa”, asegura el consultor.

Además de tener valores alineados y de contar con participación femenina, las compañías necesitan tener directivos que no solo se dediquen a auditar o recibir largos informes de gestión sino que realmente aporten soluciones, estrategias y que realmente conozcan su empresa y así darle valor a la organización.

Sucesión, otro debate

Una de las características más comunes dentro de las empresas es que cuentan con directivos que llevan mucho tiempo en su cargo, juntas directivas que tienen siempre los mismos personajes y que, de acuerdo con Parra, ya no pueden aportar nada nuevo a la empresa, o simplemente su participación se convierte en la de un espectador.

Es por esto, en palabras del experto, que se debe tener una rotación alta. “El éxito de una empresa debe partir por ideas nuevas, por conceptos renovados y esto solo lo puede hacer una visión independiente, no puedo nombrar a un amigo o conocido, sino que debo buscar una cara fresca, que no tenga nada que ver con mi negocio para que me aporte nuevas ideas”, asegura.

Sin embargo, el problema más común es que los gerentes y dueños de las empresas no confían en las personas a las que quieren poner al mando. “Muchas veces, el mejor sucesor es aquel que trabaja contigo, que conoce lo que hace pero los jefes y los empleados piensan que esa persona no está preparada, porque simplemente no hay una confianza ni un trabajo en equipo, por eso un directivo debe trabajar más de la mano y en cadena con sus empleados para poder nombrar esa sucesión pronto”, afirma Parra.

Y para ello, un proceso de sucesión no se debe hacer a la carrera, sino que tarda años y una formación de todo el equipo. De acuerdo con el experto, para nombrar un sucesor bien sea en un cargo directivo o en la junta directiva, el proceso debe tardar entre tres y cinco años mientras se le enseña al sucesor todo lo que debe saber.

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