The Conversation
Anthony R Cox, University of Birmingham
Los organismos reguladores del Reino Unido y de la UE han dicho que parece cada vez más probable que varias formas raras de coagulación de la sangre estén relacionadas con la vacuna de AstraZeneca. Señalan que las pruebas de la posible asociación son cada vez más firmes a medida que se dispone de más datos.
Sin embargo, tanto la Agencia Europea del Medicamento (EMA) como la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) del Reino Unido han subrayado que, para la gran mayoría de las personas, los beneficios de la vacuna superan sus posibles daños.
A finales de marzo, cuando se habían administrado algo más de 20 millones de dosis en el Reino Unido, 79 personas habían sufrido raros coágulos de sangre y 19 habían muerto. Hasta ese mismo momento, se calcula que las vacunas de la covid-19 habían salvado unas 6 000 vidas en el Reino Unido.
No obstante, el reconocimiento de que probablemente existe una asociación entre la vacuna de AstraZeneca y estos coágulos tendrá un impacto en quienes la reciban ahora. Sin embargo, esto será diferente entre el Reino Unido y Europa.
La EMA y la MHRA han ampliado sus consejos a los pacientes y a los profesionales de la salud, señalando que los raros coágulos de sangre se asocian a niveles bajos de plaquetas, por lo que hay que estar atentos a los síntomas relacionados, como dolores de cabeza continuos o hematomas en lugares distintos del de la inyección.
Es importante destacar que ninguna de las dos agencias pudo identificar factores de riesgo específicos –como el sexo o la edad– a partir de sus datos, y por lo tanto no recomendó ninguna medida específica en este sentido, como restricciones por franja de edad.
Sin embargo, como se han producido casos en todos los grupos de edad, y el riesgo de cuadros graves de covid-19 disminuye a la par que la edad, el beneficio de la vacuna en relación con cualquier riesgo que suponga también disminuye a medida que los receptores son más jóvenes. Esto significa que, a pesar de que las propias agencias reguladoras no lo sugieren, se están aplicando restricciones de edad en muchos países.
En el Reino Unido, el Comité Conjunto de Vacunas e Inmunización (JCVI) sopesó los riesgos y beneficios de la vacuna de AstraZeneca para varios grupos de edad. Hizo una recomendación independiente en el sentido de que sería preferible ofrecer una vacuna alternativa a los menores de 30 años, ya que su riesgo de sufrir cuadros graves de covid-19, como el ingreso en cuidados intensivos, es bajo cuando la prevalencia del coronavirus es en sí misma relativamente baja.
Sin embargo, a medida que aumenta la cantidad de virus circulante, el balance riesgo-beneficio se inclina a favor de administrar la vacuna, independientemente de la edad. Si esta decisión se hubiera tomado en enero, cuando la segunda oleada aún estaba en pleno apogeo, es probable que no se hubiera sugerido esta restricción de edad recomendada.
De hecho, presumiblemente a la luz de esta escala de riesgo, la EMA señaló que los estados de la UE deberían tomar ahora sus propias decisiones independientes sobre el uso de la vacuna, basándose en su situación local de la covid-19. Muchos, sin embargo, ya habían introducido restricciones de precaución bastante significativas sobre la vacuna mientras esperaban la evaluación de la EMA, limitando su uso estrictamente a los grupos de mayor edad.
Dada la opinión de la EMA de que no son necesarias las restricciones de edad, cabría esperar que estas se flexibilizaran ahora para ampliar la cobertura potencial de la vacuna. Ciertamente, la alta prevalencia de la covid-19 en muchos estados de la UE, así como el lento despliegue de las vacunas en el continente en comparación con el Reino Unido, parecería hacer más conveniente un juicio menos estricto, similar al del JCVI.
Sin embargo, hay indicios de que esto no va a suceder. Italia ha decidido administrar la vacuna sólo a los mayores de 60 años, Bélgica a los mayores de 55 años y España a la franja entre 60 y 69 años.
Además, Alemania ha recurrido a la mezcla de vacunas para evitar dar segundas dosis de la vacuna de AstraZeneca a los menores de 60 años, a pesar de que no hay pruebas de que los individuos que no experimentaron los raros coágulos de sangre después de la primera dosis estén en riesgo después de la segunda.
¿Cuáles serán las repercusiones en Reino Unido?
La recomendación del JCVI de ofrecer otros tipos de vacuna COVID-19 a los menores de 30 años no debería afectar al programa de vacunación del Reino Unido. Las vacunas alternativas de Pfizer y Moderna han sido autorizadas para su uso, y está previsto que los futuros pedidos lleguen a tiempo para la vacunación del grupo de edad de 20 a 29 años.
Por lo tanto, suponiendo que no se produzcan problemas de suministro, el programa de vacunas del Reino Unido debería funcionar según lo previsto. Sin embargo, es posible que sean necesarios algunos cambios logísticos para dirigir a los menores de 30 años a los centros de vacunación que tienen estas vacunas alternativas.
Una segunda consideración, sin embargo, es la indecisión sobre las vacunas. En los últimos meses, la Oficina de Estadísticas Nacionales ha estado haciendo un seguimiento de la opinión pública sobre las vacunas, y ha visto un aumento del 78 % de aceptación de las vacunas en diciembre de 2020 a un 94 % a finales de marzo de 2021.
Esta última cifra refleja parte de la cobertura mediática inicial del asunto de los trombos, pero no está claro en este momento cómo afectarán a la confianza del público las informaciones más recientes. Esperemos que la comunicación clara y transparente del MHRA y del JCVI sobre los riesgos, y el hecho de que estas decisiones no estén en manos de los políticos, ayuden a mantener la confianza del público. El tiempo lo dirá.
La previsión de que las vacunas llegarían en plena pandemia, y la necesidad de asegurar la confianza del público, llevó tanto a la EMA como a la MHRA a establecer planes de control de seguridad y de comunicación pública para las vacunas de la covid-19 a mediados de 2020. En el Reino Unido fue el sistema de seguimiento preexistente –la tarjeta amarilla, a través de la que las personas informan de los presuntos efectos secundarios que han percibido– el que detectó esta señal anómala. Esto debería hacer confiar en que se pueden detectar efectos secundarios raros de cualquiera de las vacunas autorizadas.
Aunque muchos pueden no haber sido conscientes hasta ahora de estos mecanismos de seguridad cruciales, la confianza continua en estos sistemas, tanto por parte de la ciudadanía como de los gobiernos, será esencial para el éxito de las campañas de vacunación.
Anthony R Cox, Reader in Clinical Pharmacy and Drug Safety, University of Birmingham
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