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El centenario mercado de Nabatieh es una montaña de escombros humeantes tras el bombardeo israelí de la víspera, pero sus habitantes aún recuerdan al corazón comercial de esta ciudad del sur de Líbano, presa ahora de la guerra entre Israel y Hezbolá. Entre los muros de las tiendas derrumbadas, las columnas de humo acre y las pilas de escombros carbonizados, los equipos de rescate trabajan arduamente.
De momento, el ataque dejó ocho heridos, según cifras provisorias del ministerio de Salud libanés. Algunos curiosos contemplan horrorizados los daños causados en este mercado de la era otomana por el bombardeo israelí, que impactó a las 20:15 hora local, de acuerdo a la agencia oficial de noticias libanesa. Tareq Sadaqa aún no puede creer lo que ve: «Es como si un terremoto hubiera arrasado el mercado. Todo quedó destruido, incluso el pequeño bistró donde solíamos tomar el café a la mañana», dice a AFP. Los intercambios de tiros entre Israel y Hezbolá iniciados hace un año en la frontera no habían alterado la rutina del corazón comercial de Nabatieh. Sin embargo, el inicio hace tres semanas de la operación terrestre israelí en Líbano provocó más de un millón de desplazados, principalmente en el sur del país, bastión del movimiento islamista proiraní. Aquellos que se quedaron, temían acercarse a Nabatieh ante los incesantes bombardeos israelíes. El característico bullicio del mercado fue reducido al silencio.
«Nabatieh es como nuestra madre» Ya nada queda del laberinto de puestos de ropa, joyas y pequeñas cantinas, frecuentados durante décadas por los compradores aledaños a esta urbe, situada a apenas 13 kilómetros de la frontera con Israel. «No hay palabras para describir lo que vemos, qué tristeza ver que la gente perdió todo», agrega Sadaqa, incapaz de contener las lágrimas.
Pese a todo, asegura que no dejará esta próspera ciudad, conocida por sus comercios, hospitales y universidades. «Nabatieh es como nuestra madre, así que me quedo», sentenció un día después del peor bombardeo contra esta localidad, que hasta ahora había sido golpeada una vez, casi sin causar daños. En medio de la desolación, se alza un árbol con sus hojas aún verdes, que milagrosamente no fue impactado.
«Moriremos acá» Apoyado sobre su bastón, Helmi Jaber lamenta el destino del barrio que hasta anoche era «el más bonito, con el mejor mercado». Ahora, asegura, «todos tenemos miedo de un nuevo bombardeo, [los israelíes] llevan a cabo una política de tierra quemada en Nabatieh y nadie está salvo». «¿Y nuestros dirigentes que viajan y van a grandes hoteles? ¿Acaso ellos van a ayudarnos?», ironiza, sin ocultar su amargura, en un país que desde hace años va de calamidad en catástrofe, entre el colapso económico del Estado, los escándalos político-financieros y la represión de protestas. Antes de eso, Líbano conoció varios conflictos: la interminable guerra civil (1975-1990), la invasión israelí y el sitio de Beirut en 1982, la guerra entre Israel y Hezbolá de 2006… Ali Taha, de 63 años, llama al centenario mercado su «hogar», mientras evoca sin parar sus recuerdos en el lugar. «Nacimos acá, nos quedamos acá y moriremos acá», insiste.
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