Colombia es uno de los países más ricos en recursos para la agroindustria del mundo. De acuerdo con cifras del Ministerio de Agricultura, el país posee 26.5 millones de hectáreas que se pueden destinar a la agricultura.
Sin embargo, las problemáticas sociopolíticas del país han afectado y empobrecido al campesinado colombiano a tal punto que, según los datos de La Unidad de Planificación Rural Agropecuaria de Colombia (Upra), el 68% de estos territorios aptos para la producción agrícola tienen menos de cinco hectáreas cultivadas y del total de los territorios con vocación para el agro están, un 82% en manos de 10 propietarios, lo que demuestra que el campo aún no es de los campesinos.
En este sentido, y a pesar del potencial que tiene Colombia para esta industria, la pobreza las zonas rurales del país es 2,5 veces mayor que la de las zonas urbanas. Por otra parte, el DANE reveló que la tasa de desempleo rural es inferior a 7% y la tasa de participación es de 58% aunque no es claro qué tipo de ocupación están teniendo.
Y los incentivos parecen no ser suficientes. De acuerdo con el DANE la asignación presupuestal por parte del Gobierno para el sector en el 2016 fue de 1.9 billones de pesos y para el 2017 de 1.17 billones. Esas cifras representan tan sólo una porción de los 13.03 billones de inversión recomendados por año desde la Misión Rural.
A pesar del panorama aparentemente oscuro que tiene el agro en Colombia, los gremios de la industria ven un alto potencial gracias a las nuevas condiciones políticas del país y la transformación que se espera gracias al posconflicto.
Durante el foro de promoción de comercio e inversión del campo, organizado por la Cámara de Comercio Americano, los líderes gremiales coincidieron en que es momento de fortalecer la mano de obra campesina así como de reformular la empresarización del sector para que las nuevas generaciones regresen al campo.
Para Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), una buena parte del sector agropecuario está enfocado solo en la oferta, por lo que se queda esperando con el producto en la puerta de la finca y no genera un acercamiento al consumidor final. “Esto va en contravía tanto de la rentabilidad sostenible como de la visión de empresa y el acceso a las economías de escala que
Al respecto, Camilo Reyes, director ejecutivo de la Cámara de Comercio Colombo Americana, señaló que Colombia está en la capacidad cambiar la estructura social y productiva del campo, de manera que se reconfigure la oferta exportable y se genere una transformación real de la que puedan ser partícipes esas nuevas generaciones.
El agro, de cara al exterior
Además de las medidas de contención que se ponen en marcha para recuperar el campo, están los proyectos que perfilan los productos para ser exportados.
De acuerdo con el ministerio de Comercio Exterior, desde 2012 hasta la fecha el número de empresas colombianas que exportan a Estados Unidos aumentó 17,5%, pasando de 3.030 en el 2012 a 3.565, sólo en 2016. De éstas, 1.304 llegaron por primera vez al país norteamericano en dicho año.
En el sector agrícola, las frutas, hortalizas, el cacao y la chocolatería son los productos más demandados. En la agroindustria, encabezan la lista las grasas, aceites y los alimentos procesados; mientras que en el sector industrial, tienen gran potencial los textiles, cosméticos, autopartes, plásticos, agroquímicos, medicamentos, la metalmecánica y la industria gráfica.
Según las cifras del DANE, El 79% de la producción agrícola del país está representado en 8 productos: café, caña de azúcar, papa, arroz, yuca, banano, maíz y palma africana.
Por su parte, el sector floricultor ha tenido un crecimiento importante en los últimos años, con exportaciones de US$1.022 millones a Estados Unidos durante 2016. En fechas importantes como el Día de la Madre y San Valentín se exportan aproximadamente 515 millones de tallos de 1.600 variedades,
Además de los apoyos al agro, el MinComercio trabaja en conjunto con el sector privado para identificar las empresas que más se verán impactadas por la Ley de Modernización de Inocuidad Alimentaria -FSMA-, la reforma más profunda en los últimos 70 años al sistema de inocuidad de los alimentos en Estados Unidos, que aplicará a los sectores que intervienen en la cadena productiva y suministro de los alimentos (producción, transformación, transporte y distribución).