Por Gonzalo Gómez-Betancourt *
Durante años hemos observado que la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) fue trampolín político de muchos de sus exdirectores, los cuales buscaron incesantemente a quien multar por supuestos carteles de precios, para ser reconocidos como los salvadores de los consumidores y así construir sus capitales políticos, en vez de ser unos verdaderos gestores y promotores de una sana competencia, del libre mercado y de la colaboración resultante con la coopetencia.
Curiosamente a partir del estado de emergencia del 17 de marzo de 2020 decretado por el gobierno, empezaron a salir resoluciones como la 20490 de mayo 11 de 2020 en la que se ve algo de sensatez por parte de este ente de control, que permite abiertamente la contribución entre actores del mismo sector, sin la presunción de que todas las reuniones entre competidores se realizan para hacer acuerdos de precios, cantidades, y asignación de cuotas de mercado.
El concepto de coopetencia creado en 1996, por parte de los señores Adam Brandenburger y Barry Nalebuff, se basaba en una estrategia de armonía económica, social y política, fundamentada en la evolución social de la humanidad. Se hacía énfasis en la capacidad de las empresas de utilizar la naturaleza competitiva y el deseo de ayudar a los demás, orientando sus capacidades intelectuales, económicas, y productivas de manera colectiva para generar ambientes propicios de desarrollo sectorial y por supuesto de las naciones.
La coopetencia adicionalmente se basa en la lógica del desarrollo del ecosistema sectorial, en el que todas las empresas presentes mejoran sus condiciones. Por ejemplo, ¿cómo desarrollar a los proveedores del sector?, ¿cómo mejorar las capacidades de nuestros clientes, las regulaciones de competencia, las condiciones de nuestros trabajadores, de las comunidades alrededor de nuestros negocios o de nuestro medio ambiente?, todas las anteriores preguntas pueden derivar en proyectos sectoriales de gran alcance que se realicen en colaboración entre los competidores y generen el avance del sector, los productos y la sociedad en general.
Debo mencionar con sinceridad que durante años los directivos de grandes y pequeñas empresas se enfrentaron de manera contúndete por culpa de teorías individualistas. Yo en varias ocasiones atestigüé frases célebres de profesores de management que enseñaban: “Al competidor no hay que desearle el mal hay que hacérselo”. Por décadas se mantuvo la idea de equiparar al sector con un campo de batalla, en el cual siempre hay ganadores y perdedores; concepto que obedece a un modelo realmente retrogrado para la realidad actual. Hoy a lo que nos está llevando el mundo del Covid19 es a implementar esquemas de coopetición, es decir, a modelos de colaboración entre empresas que compiten en el mismo sector, que desean el bien colectivo porque se entiende que hay espacio suficiente en el mercado para que todos podamos vivir de manera adecuada.
Soy un creyente de que todos manejamos el conocimiento de manera diferente, y el temor que tienen algunos de ser copiados es precisamente el motor de estar haciendo cosas nuevas. La competencia genera crecimiento, sin ella estaríamos avocados a un retraso; la competencia con el mismo nivel de información genera un dinamismo sectorial que hace que su innovación sea más rápida, además la imitación es incierta y siempre se generan mecanismos de diferenciación.
Un ejemplo de coopetencia ha sido registrada el año pasado por los competidores acérrimos BMW y Mercedes, en la que se juntaron para unir esfuerzos en los sistemas de automóviles eléctricos. Su idea se basaba en que los dos estarían siempre en el mercado, por lo cual se podrían juntar para invertir en un desarrollo común, para que los consumidores disfrutaran de nueva tecnología en menor tiempo, haciendo que la competencia entre ellos se enfoque en su habilidad individual de promocionar de manera más eficiente la tecnología común, además de un pacto por posicionar los productos alemanes como los mejores del mundo.
Otro ejemplo reciente es el de la sorpresiva alianza realizada entre Apple y Google para ayudar a combatir el coronavirus con un desarrollo conjunto de un sistema de rastreo digital que sirve para alertar a 3.000 millones de personas sobre contactos tenidos con quienes resultaran contagiados con COVID-19.
Ahora déjenme poner como ejemplo uno de los sectores colombianos más criticados hasta el momento, señalado por las estrategias cuestionables de empresas que han sido merecedores de multas por ser considerados carteles según los exdirectores de la SIC, me refiero al sector del cemento. Ahora sus grandes empresas podrán hacer esfuerzos en buscar otro tipo de desarrollos, por ejemplo, mejorar las adiciones de producto para que reduzcan el uso del clinker. ¿Qué tal si como sector se comprometen a encontrar mejores formas de producir, a menores costos y con menor daño para el ambiente?
Gracias al Covid19, empezaremos a ver a los competidores como aliados en vez de querer acabar con todos, con el deseo de quedarse solos y generar un monopolio u oligopolio. ¿No será que este virus llegó para enseñarnos a que no debemos acabar con el otro, sino a que con el otro podremos encontrar caminos para tener mejores productos y servicios?
* Ph.D., CEO de L&M Consulting Group.
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