Por Gonzalo Gomez Betancourt *
He meditado mucho para escribir estas líneas y no me queda otro camino que decirles mi conclusión práctica frente a las condiciones generadas por la pandemia: la única responsabilidad social que tenemos como empresarios es mantener con vida la organización la mayor cantidad de tiempo posible, hasta que la economía vuelva a arrancar, incluso contemplando los efectos de la estrategia del acordeón que implementará el gobierno y que extenderá las preocupaciones de quienes tomamos decisiones.
Esta estrategia consiste en dejar salir a algunos sectores económicos, para que la población se vaya enfermando poco a poco a pesar de los cuidados que se tengan y de esta manera llenar la infraestructura hospitalaria que sigue siendo pobre ante las proyecciones, y entonces tener que volver al aislamiento obligatorio.
La verdad, tarde o temprano, todos nos tenemos que enfermar de Covid-19, esperemos que en etapas tempranas los respiradores sean suficientes, y para cuando se comiencen a contagiar nuestros abuelos ya contemos con una vacuna.
Con este escenario en mente, en las Juntas Directivas que sesionan desde la virtualidad desde hace semanas venimos pensando en las proyecciones de arranque, y las primeras preguntas que surgen son: ¿Cuánto creen que venderemos el próximo mes?, ¿Cómo hacemos para predecir la demanda?, ¿Cuál va a ser el comportamiento de nuestros consumidores?
Les quiero garantizar que ni el más experto en entender al consumidor podrá predecirlo con un alto grado de certeza, lo que nos ha llevado a concluir que la mejor herramienta en estos tiempos es planear por escenarios.
Se deben plantear tres escenarios: pesimista, intermedio y optimista. Cada sector será diferente, de acuerdo con los productos que se oferten en la pandemia, pero lo interesante es que en algunos casos las ventas previstas para este año podrían llegar a estar al 50% del año anterior, especialmente en sectores como hotelería, turismo, restaurantes, y en otras empresas el crecimiento esperado superaría el 200%, especialmente en el sector farmacéutico y otros de primera necesidad.
Ahora bien, ¿cómo gobernamos una empresa de esta manera? La respuesta ha sido la misma que la del gobierno, con la “Estrategia del Acordeón”. Es decir, que debemos tener una estructura mínima organizativa que venda lo necesario para llegar al punto de equilibrio, de forma que en la medida que abran la economía poder aumentar una capa con personas por prestación de servicios, y en la medida que cierren, volver a la capa de supervivencia.
Sabemos que el gobierno está atrasado cerca de cuatro semanas frente a nuestras necesidades, y los bancos casi tres semanas y que mientras que ellos se ponen de acuerdo, muchos de nosotros iremos consumiendo la caja, es decir el oxígeno de la empresa.
Como ejemplo de lo que estamos viviendo, imaginen una familia que está en una piscina, el padre (gobierno) ve que un hijo (población vulnerable) se está ahogando y decide apoyarse en mí para sacarlo del agua, porque soy un hijo más fuerte (empresas); por supuesto para hacerlo debe dejarme debajo del agua, esperando que yo aguante la respiración, pero yo sé que tengo un minuto para no ahogarme. Sin embargo, en ese lapso de tiempo, que parece eterno, veo que mi papá pelea con mi mamá para que ella ayude (Bancos), pero no puede porque dice estar cuidando a los otros hijos, así que da instrucciones al rescatista que no quiere meterse a la piscina porque está fría (Banco de la República).
Al ver que estoy a punto de ahogarme, me deja salir para un segundo aire, pero de pronto ve a otro hermano que se está hundiendo en la otra esquina y me vuelve a hundir. ¿Hasta cuándo se puede resistir esta situación.? Lo que más preocupa es que si el tejido empresarial sufre, ¡mayor será el daño en la población a largo plazo, pues el gobierno no contará con un apoyo! Lo preocupante es que algunos reciben ayuda cuando están afuera de la piscina acumulando oxigeno de reserva sin necesitarlo.
* CEO Legacy & Management Consulting Group.