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Los ucranianos sobre la cumbre en Alaska: «Con paz sin garantías de seguridad, una nueva guerra será inevitable»

Ucrania mira a Alaska. Al otro lado del mundo los presidentes de Estados Unidos y Rusia se reunían este viernes cara a cara por primera vez desde el inicio de la guerra a gran escala en 2022. La expectación en el país invadido … era de gran magnitud. Dos líderes extranjeros se disponían a debatir sobre el destino de Ucrania con una Europa totalmente ausente.
El mandatario norteamericano resaltó el jueves que la reunión verdaderamente importante se celebrará después, con Zelenski en la mesa y, «quizás», con la participación de algunos líderes europeos. Trump prometió llamar a su homólogo ucraniano una vez que finalizara el diálogo en el remoto estado norteamericano e insistió en que Rusia se enfrentará a graves consecuencias económicas si no accede a un alto el fuego. Pero todo estaba en el aire.
Las idas y venidas del inquilino de la Casa Blanca ya son de sobra conocidas entre los ucranianos. La confianza es nula. «A Trump no le importa Ucrania. Su prioridad es lograr una suerte de paz de cualquier forma. Por otro lado, creo que Putin es indiferente a las negociaciones en sí, ya que tiene un sinfín de personas dispuestas a luchar por él», explica a ABC Ivanna Dekalchuk una estudiante de 21 años de Kiev.

El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, adelantó a su llegada a Alaska que el Kremlin tiene una posición muy clara que presentar. Las condiciones que Rusia quiere imponer a los ucranianos se leen dentro del país como una auténtica rendición. «Es difícil imaginar que Ucrania acepte algo parecido a una capitulación después de tres años de guerra. Una parte de la sociedad apoyaría cualquier paz, mientras que otra se resentiría, haciéndola efímera», explica por teléfono a este diario Vitalii Karbuik, un empresario de Odesa. El atuendo del titular de Exteriores ruso, portando una sudadera con las siglas de la Unión Soviética a su llegada a Alaska, no pasó desapercibido. Desde el país en guerra, esto se ha entendido como toda una declaración de intenciones de la delegación rusa.
Tatyana Stanovaya, una de las expertas de referencia en la política rusa, ha manifestado en sus redes sociales que las principales demandas de Moscú no han cambiado. «Si bien el territorio es un elemento clave, la no expansión de la OTAN, la desmilitarización de Ucrania y la ‘desnazificación’ siguen vigentes», apunta.

Donetsk y Lugansk

La analista destaca que Putin estaría dispuesto retirarse de las provincias de Sumy, Járkov y Dnipropetrovsk a cambio de las regiones de Donetsk y Lugansk. Estos dos oblásts albergan líneas defensivas robustas, construidas durante más de una década, que, de ser tomadas por el Kremlin, darían una ventaja crucial en el lanzamiento de una futura agresión contra Ucrania.
«Si la paz llega sin garantías de seguridad, una vez que se abran las fronteras un gran número de personas buscará un nuevo hogar fuera de Ucrania. En ese escenario todos sabemos que una nueva guerra es inevitable», pronostica el empresario de Odesa.
La cesión de territorio es una línea roja para Ucrania y así lo ha manifestado Zelenski esta misma semana. El presidente ucraniano apuró los contactos con los líderes europeos y mundial en una maratón diplomática exhaustiva con el objetivo de coordinar una posición común en esta materia.

«A Trump no le importa Ucrania. Su prioridad es lograr una suerte de «paz» de cualquier forma»

Ivanna Dekalchuk
Estudiante

La postura conjunta del Viejo Continente fue discutida el pasado miércoles con Trump durante una llamada telefónica. El resultado de este intercambio se conocerá en un futuro cercano.
«La integridad territorial de Ucrania no puede ser violada. Debemos garantizar que estas tierras vuelvan al control del Gobierno ucraniano. Mientras nuestros compatriotas están bajo control ruso, sufren arbitrariedad, tortura y rusificación por parte de los ocupantes. Además, carecen de acceso a servicios médicos y está obligados formalizar el pasaporte ruso», apunta Oksana Kuiantseva, voluntaria en una organización humanitaria que ayuda a los evacuados de la región de Donetsk.

Protesta frente a la Embajada de EE.UU. en Kiev

Afp

La mayoría de los ucranianos rechazan cualquier tipo de reconocimiento oficial de sus territorios ocupados como parte de Rusia. Pero los tres años de guerra pesan y la fatiga se siente entre la tropa. Un 69% de los ucranianos están a favor de poner fin a la guerra cuanto antes mediante negociaciones, según un estudio demoscópico de la consultora estadounidenses Gallup publicado a principios de agosto. Pero esto no es una carta blanca para aceptar cualquier demanda del enemigo.
El Instituto Internacional de Sociología de Kiev reveló que un 76% de los encuestados rechazan categóricamente aceptar los términos de paz de Rusia. «Creo que si los países occidentales nos ofrecieran garantías sólidas –algo así como el Artículo 5 de la OTAN– los ucranianos aceptarían esa paz, incluso si requiriera ceder territorios», señala Vitalii Karbuiuk.

Hogar reducido a escombros

La pérdida territorial se presenta de manera diferente para aquellos ucranianos que ya han visto como su hogar se redujo a escombros o está bajo la ocupación. Myra Tkachenko, una monitora de deportes de 36 años y originaria de Bajmut, es tajante: «Los territorios ucranianos no pueden ser entregados a nadie sin la decisión del pueblo ucraniano, y no queremos cederlos, porque este es nuestro hogar y luchamos por él».
Una opinión parecida es la que ha manifestado a este periódico Dmytro Kuliabar, un profesor de música de 26 años nacido en Crimea. «Tengo una actitud fuertemente negativa hacia la cesión de territorios ucranianos», zanja el joven.
El jefe de Estado del país invadido puso de relieve los puntos más importantes para Kiev tras la llamada colectiva entre los aliados occidentales y Trump el pasado miércoles. «Las matanzas deben cesar de inmediato, la diplomacia sobre Ucrania y Europa debe llevarse a cabo conjuntamente con Ucrania y Europa, y la seguridad debe contar con sólidas garantías. Presionar a Rusia funciona», manifestó Zelenski.

«Es difícil imaginar que aceptemos algo parecido a una capitulación después de tres años de guerra»

Vitalii Karbuik
Empresario

El Ejecutivo ucraniano ha enfatizado la importancia de alcanzar un alto el fuego que pavimente el camino hacia la diplomática. «Podría haber un alto el fuego a corto plazo, pero definitivamente no uno completo», destaca Ivanna. La joven agrega que su país necesita firmar algún acuerdo de paz pronto. «Carecemos de recursos. El Gobierno está centrado en otras cosas y esta guerra se ha convertido en una guerra para los pobres. Además, no estamos recibiendo el apoyo que desearíamos», explica la estudiante de Kiev.
Moscú ha rechazado la posibilidad de una tregua mientras se encuentra en plena ofensiva de verano concentrada en la región de Donetsk. Los ucranianos que ha vivido en los últimos meses oleadas de ataques aéreos masivos con más de 700 drones, no son muy optimistas tampoco en este aspecto. «No creo que el Ejército ruso se adhiera al alto el fuego. Tenemos numerosas confirmaciones de ello. Rusia siempre aprovecha los llamados días de silencio para acumular y reagrupar sus tropas y continuar bombardeando con renovada intensidad las pacíficas ciudades y pueblos ucranianos», opina Oksana.

Participación europea

Para la sociedad ucraniana, es imprescindible que cualquier acuerdo de paz sea confeccionado con la partición de su país. Las autoridades de Kiev se están esforzando activamente para que los socios europeos tengan un lugar en la mesa de negociaciones.

«Nuestros compatriotas bajo control ruso sufren arbitrariedad, tortura y rusificación»

Oksana Kuiantseva
Voluntaria

La guerra que ha desatado Rusia en el Viejo Continente afecta directamente a la seguridad de todos los países europeos. Poner fin a la invasión sin ningún tipo de garantías de que Moscú vaya a tomar en serio podría conducir a una reanudación del conflicto armado o a un «escenario georgiano», según apunta Vitali Karbuiuk. «Esto podría llevar a mi país a un futuro acercamiento a Rusia por temor a una nueva guerra. En esta circunstancia Ucrania quedaría bajo la influencia rusa y representaría una amenaza posterior para los países europeos», subraya.

Putin se rehabilita gracias a Trump y explota su imagen de líder fuerte

Vladímir Putin llegó a Alaska, a la fugaz cumbre con Donald Trump, habiendo ganado ya la batalla y la guerra: las de su rehabilitación internacional. El presidente ruso pisaba territorio estadounidense, invitado por la Casa Blanca, en un estado que durante la Guerra Fría … fue un puesto avanzado frente a la URSS.
Lo hacía pese a la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional, y sin haber cedido un ápice en su postura sobre Ucrania que a pesar de todo lleva invadida desde 2014. A ojos de sus aliados y de buena parte de su opinión pública, ya no era el paria diplomático que Occidente quiso aislar.
Putin aterrizaba acompañado de una delegación de empresarios rusos, en busca de reabrir canales comerciales con la primera potencia mundial, y en un contexto en el que Rusia intensificaba sus ataques contra objetivos civiles en Ucrania. En los días previos, había lanzado casi un centenar de drones Shahed y misiles balísticos contra trece localidades, dañando viviendas, infraestructuras y servicios básicos, en lo que Trump interpretó como un intento de «preparar el terreno» para la negociación.

El encuentro se celebraba en la base militar conjunta Elmendorf-Richardson, un enclave simbólico que en la Guerra Fría servía como plataforma de vigilancia frente a Moscú. Desde allí, Trump había reconocido que la cumbre abordaría mucho más que la guerra en Ucrania. Recalcó antes que no negociaría en nombre de Kiev, sino que buscaría «poner a las partes en la mesa», abriendo la puerta a discutir intercambios territoriales y eventuales garantías de seguridad para Ucrania fuera del marco de la OTAN.
La presencia de Putin en Estados Unidos suponía, en sí misma, un mensaje político: el Kremlin lograba proyectar la imagen de un líder recibido en una fortificada base militar de su adversario histórico, con la oportunidad de ampliar la agenda a las relaciones bilaterales y a posibles acuerdos económicos, pese a las sanciones.
Para Moscú, el viaje era ya un triunfo diplomático. Cómodo, el viejo zorro de Serguéi Lavrov, uno de los más avezados diplomáticos del mundo, se plantó en Alaska llevando una camiseta con las iniciales de la URSS en cirílico, todo un recordatorio de las viejas glorias de su país.
La cumbre en Alaska empezó a decidirse semanas antes, cuando se supo que Putin aceptaría la invitación de Trump para reunirse cara a cara por primera vez desde que ambos retomaron el poder. La logística del viaje fue en sí un mensaje político: Washington autorizó un vuelo directo del avión presidencial ruso al aeropuerto militar de Anchorage, levantando de forma temporal varias restricciones impuestas por las sanciones, incluido el veto a aeronaves estatales rusas en el espacio aéreo estadounidense.

Protocolo especial

La llegada de Putin a suelo estadounidense no fue rutinaria. El ingreso se hizo bajo un protocolo especial que permitía a un dirigente con una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional pisar territorio de un Estado que, aunque no es signatario del tribunal, había respaldado políticamente sus dictámenes en el pasado. La Casa Blanca justificó la excepción en razones de interés nacional vinculadas a la oportunidad de poner fin a la guerra en Ucrania.
La delegación rusa incluyó a altos funcionarios y empresarios cercanos al Kremlin, algunos sancionados por Washington, lo que evidenció que el Kremlin buscaba algo más que una conversación política: aspiraba a explorar oportunidades para suavizar el aislamiento económico. Para Trump, permitir ese acceso respondía a su planteamiento de que, si se lograba algún avance en la paz, se abrirían también vías para el comercio y la cooperación bilateral.
Trump había querido rebajar las expectativas antes de la cumbre, consciente de que Putin iba a ceder muy poco sobre Ucrania. En el vuelo a Alaska, advirtió de que no había «nada escrito en piedra» y, aunque deseaba un alto el fuego rápido, no confiaba en que se alcanzara ese mismo día. «Quiero ver un alto el fuego de forma rápida. No sé si va a ser hoy, pero no voy a estar contento si no lo es», dijo a los periodistas a bordo del Air Force One. Añadió que no actuaba como representante de Europa, aunque tendría en cuenta las opiniones de sus líderes y del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Sobre su interlocutor, afirmó que Putin es «un tipo listo» y que ambos llevaban «mucho tiempo» en política. «Nos llevamos bien. Hay un buen nivel de respeto en ambos lados», aseguró. dando fe de lo obvio.

Trump y Putin salen de Alaska sin acuerdo

La confusión marcó el desenlace de la reunión de más de tres horas entre Donald Trump y Vladímir Putin en la base militar de Elmendorf-Richardson, en Anchorage. Tras el esperado cara a cara, no hubo anuncio de alto el fuego en Ucrania: esa fue … la única certeza que dejó una cita envuelta en expectación, secretismo y, finalmente, un silencio denso de incertidumbre.
Rara vez Trump abandona una sala abarrotada de reporteros sin aceptar preguntas, y esta fue una de ellas. Igual de inusual fue escuchar a Putin hablar en inglés ante las cámaras: lo hizo para sonreír y lanzar una invitación directa a celebrar la próxima cumbre en Moscú.
El encuentro, el primero cara a cara entre los líderes de Estados Unidos y Rusia en más de cinco años, terminó con mensajes contradictorios. Putin anunció que ambos países habían alcanzado un principio de acuerdo que propondrían a Ucrania y a las capitales europeas. El presidente ruso aseguró que espera que Kiev «no lo torpedee» con maniobras de despacho ni provocaciones.

No se permitieron preguntas a los periodistas y la sensación entre los equipos de ambos mandatarios era de incertidumbre. Lo único claro es que Putin aprovechó el momento para proclamar que su aislamiento internacional «se ha acabado». Trump se cuidó mucho de anunciar pacto alguno, consenso más allá de que es necesario seguir dialogando. Putin está rehabilitado en Estados Unidos. De forma extraña, inusual, Putin, el invitado, fue el primero en tomar la palabra. El anfitrión miraba con gesto impenetrable.

Trump: «Tuvimos una reunión productiva, pero no hay acuerdo

Trump, en cambio, se esforzó en matizar: «Creo que tuvimos una reunión muy productiva, pero no hay acuerdo hasta que lo haya». Sobre ese pacto, sobre el alto el fuego, sobre la paz, reconoció con franqueza: «Aún no estamos ahí». Por una vez, el presidente Trump, tan dado a la hipérbole, adoptó el papel inusual de estadista prudente, mesurado y cauteloso de prometer lo que todavía no podía garantizar.
El marco de la cumbre contribuyó a subrayar la teatralidad del momento. Putin llegó a Anchorage en un avión de la fuerza aérea rusa y fue recibido por Trump con un breve aplauso. Ambos recorrieron juntos la alfombra roja desplegada en la base, bajo la mirada de delegaciones militares y civiles. La imagen que más llamó la atención fue la de ambos líderes compartiendo la limusina presidencial estadounidense, conocida como «la Bestia», en un gesto de proximidad inusual.
La escenografía incluyó una exhibición aérea: cazas F-35 estadounidenses y bombarderos estratégicos B-52 sobrevolaron la zona mientras, en tierra, podían verse estacionados aviones rusos que habían acompañado la llegada de Putin. Era una demostración de fuerza que no pasó inadvertida para los analistas militares y que convirtió el encuentro en un fascinante espectáculo cargado de gravedad.

La cumbre duró más de tres horas y ninguno de los mandatarios aceptó preguntas

En el interior, la reunión se prolongó más de tres horas. No se permitió acceso a los medios y, al terminar, ninguno de los mandatarios aceptó preguntas. Esa opacidad alimentó la sensación de incertidumbre. Los equipos de ambos bandos transmitían mensajes distintos: los rusos hablaban de un encuentro histórico, pletóricos. Los estadounidenses pedían cautela. La línea de salida de este nuevo entendimiento quedó marcada por una paradoja: Putin proclamando que el aislamiento de Rusia «se ha acabado», y Trump repitiendo que «no hay acuerdo hasta que lo haya».
La cita sí fue una exhibición de buena sintonía personal entre los dos líderes. El propio Putin habló en inglés en público, algo infrecuente, y se permitió incluso bromear sobre la posibilidad de que la siguiente reunión se celebre en Moscú. «¿La próxima vez en Moscú?». «Es interesante, podría suceder», lanzó Trump, recogiendo el guante. Pero el momento más llamativo llegó cuando el presidente ruso rindió un homenaje directo a su interlocutor: «Hoy, cuando el presidente Trump dijo que si él hubiera sido presidente entonces no habría habido guerra, estoy completamente seguro de que así habría sido. Puedo confirmarlo».
Era un reconocimiento sin matices a la narrativa que Trump repite desde que dejó la Casa Blanca: que la invasión de Ucrania en 2022 no se habría producido bajo su mando. Que Joe Biden era débil. Putin así parece pensarlo.
Putin se presentó con un discurso triunfalista. Evocó la historia común de Alaska, antiguo territorio ruso, para encuadrar la cumbre en un marco simbólico. Recordó que durante la Segunda Guerra Mundial ese mismo suelo fue origen del puente aéreo que permitió a pilotos soviéticos y estadounidenses transportar aviones y suministros contra la Alemania nazi. «Ellos arriesgaron sus vidas y dieron todo por una victoria común», dijo, antes de señalar que en la ciudad rusa de Magadán existe un monumento con las banderas de Estados Unidos y Rusia que honra a aquellos aviadores».
Dio una de sus largas lecciones de historia, como las que ofrecía cuando se disponía a invadir Ucrania en 2023. Esta vez, sin embargo, no habló de la Rus de Kiev ni de las raíces eslavas compartidas, sino de Alaska y de la memoria de la II Guerra Mundial. Recordó que aquel territorio había sido ruso y que todavía conserva más de 700 topónimos de origen eslavo, además de iglesias ortodoxas levantadas durante el periodo de la llamada «América rusa». Evocó también el puente aéreo que unió Anchorage con Siberia para llevar aviones y suministros al Ejército Rojo en la lucha contra la Alemania nazi, y los monumentos en honor a los pilotos caídos en ambos lados del estrecho de Bering.

Putin: «Durante cuatro años las relaciones cayeron al nivel más bajo»

El líder ruso también hizo balance de los últimos años, en los que no hubo cumbres bilaterales. «Durante cuatro años las relaciones cayeron al nivel más bajo desde la Guerra Fría», afirmó. «Eso no beneficia a nuestros países ni al mundo entero». Añadió que el contacto personal con Trump había sido constante por teléfono y que sus equipos mantuvieron conversaciones discretas en Moscú y Washington. En su relato, Trump aparece como un mediador decidido a «facilitar la resolución del conflicto ucraniano» y como un dirigente que comprende «las preocupaciones legítimas de Rusia».
En su turno, Trump eligió un tono más prudente. Confirmó que se habían discutido «muchos puntos» y que la mayoría habían quedado resueltos, pero señaló que uno de ellos, «probablemente el más importante», todavía está pendiente (no dijo cuál es). Anunció que en las próximas horas llamaría al presidente ucraniano Volodímir Zelenski y a varios líderes europeos para informarles del resultado de la cumbre. «En última instancia, depende de ellos aceptar», dijo. Recalcó que el objetivo es poner fin a la violencia inmediata: «Estamos hablando de detener la muerte de cinco, seis, siete mil personas a la semana, y el presidente Putin quiere verlo tanto como yo».
Trump agradeció a los asesores que le acompañaron en Anchorage, entre ellos al senador Marco Rubio, su jefe diplomático en esta cita, cuya presencia evitó que la reunión se celebrara a solas con Putin. También destacó al secretario del Tesoro, Scott Bessent, responsable de explorar los posibles acuerdos económicos. Subrayó que el principio de entendimiento incluye un relanzamiento de la cooperación económica, un terreno en el que coincidió con Putin, que presumió de un crecimiento del 20% en el comercio bilateral desde el inicio de la nueva administración en Washington. Ambos señalaron la tecnología, la exploración espacial y el Ártico como campos prioritarios para una nueva etapa de colaboración.
Las declaraciones también sirvieron a Trump para ajustar cuentas con el pasado. Recordó que durante su primer mandato la relación con Putin se vio entorpecida por la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, a la que se refirió como un «engaño criminal». «Él sabía que era un engaño, yo sabía que era un engaño, pero nos complicó avanzar», dijo. Putin sonreía: lo hacía porque aquel relato, compartido ante las cámaras, era también su victoria, la prueba de que su versión de la historia había terminado instalada en boca del presidente de Estados Unidos.

Claves del nuevo sistema de aranceles de Trump: así quedan

El presidente Donald Trump ha oficializado este 31 de julio de 2025 un nuevo régimen comercial que reemplaza al sistema aprobado por él mismo en abril. A partir del 7 de agosto, Estados Unidos aplicará aranceles de entre el 10% y el 41% … a decenas de países. El promedio sube al 19%, en lo que supone el fin de facto de la política de libre comercio que rigió durante décadas en Washington. El cambio llega tras meses de amenazas, prórrogas y negociaciones bilaterales.
Según la orden ejecutiva (decreto) firmada por Trump, los desequilibrios estructurales en el comercio exterior y su impacto en la seguridad económica nacional justifican esta medida. La administración alega que algunos socios se han alineado con EE.UU., pero otros no han tomado medidas suficientes.

El sistema establece tres tramos:

– 10% para países con superávit a favor de EE.UU.
– 15% para países con déficit reducido.
– Entre 19% y 41% para el resto.
También se imponen sanciones del 40% para flujos comerciales considerados fraudulentos (tratar de exportar a EE.UU. por medio de terceros países) y se crea una lista negra semestral con países o empresas que eludan el régimen.

Los máximos castigados:

– Siria: 41%
– Myanmar y Laos: 40%
– Suiza: 39%
– Irak: 35%
– Canadá: 35% (salvo bienes bajo normas del tratado de libre comercio)
– Serbia, Sudáfrica, Libia, Argelia, Bosnia: entre 30% y 35%

Trato especial a aliados y socios clave:

– Unión Europea: 15% para bienes con arancel inferior a ese umbral. Si ya pagan 15% o más, no hay cambios.
– España, como parte de la UE, queda en el 15%.
– Reino Unido: 10%
– Japón y Corea del Sur: 15%
– Vietnam: 20%
– Filipinas, Indonesia, Tailandia y Camboya: entre 19% y 20%
Israel: 15%

Brasil, México y China:

– Brasil: 10%, lejos del 50% que Trump había amenazado, aunque con excepciones, hay sectores más afectados por el juicio a Jair Bolsonaro, aliado del presidente norteamericano.
– México: prórroga de 90 días para cerrar un acuerdo.
– China: extensión hasta el 12 de agosto mientras siguen negociaciones.

Qué pasa con Canadá:

El país vecino sufre un castigo del 35% tras anunciar su intención de reconocer al Estado palestino. Sólo se salvan los productos que cumplan con las normas del T-MEC, el tratado que contempla la fabricación de bienes exclusivamente en Norteamérica.

Qué cambia respecto al régimen anterior:

El sistema de abril imponía un 10% universal con ajustes recíprocos por bloque. El actual endurece las condiciones, vincula el trato arancelario a acuerdos bilaterales y da a Trump un instrumento de presión geopolítica.

Excepciones y sanciones:

Quedan exentas las mercancías embarcadas antes del 7 de agosto que lleguen antes del 5 de octubre. Habrá castigo del 40% para quienes intenten burlar el sistema mediante transbordos.

EE.UU. rompe así con la lógica multilateral del libre comercio y consolida una red de acuerdos bilaterales con condiciones políticas explícitas. El nuevo régimen comercial convierte el arancel en un arma diplomática y de seguridad nacional.

Familiares de las 54 víctimas mortales por fentanilo contaminado en Argentina salen a la calle a exigir «Justicia»

Son voces silenciadas. Su dolor no ocupa casi espacio en la televisión argentina y no han obtenido hasta ahora ninguna respuesta concreta. Muchos de ellos han llorado a sus familiares sin siquiera conocer la verdadera razón de su muerte. Este jueves se han reunido por … primera vez en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, para exigir justicia. Ya hay una cincuentena de casos identificados y se estima que puede haber aún más.

Un dolor transparente

Una «movilización contra el silencio» ha tenido lugar en la tarde de Buenos Aires frente al Hospital Italiano de La Plata –donde se produjeron 18 de las 54 muertes registradas- para visibilizar una tragedia cuyo número de víctimas fatales crece mes a mes. Es exactamente en este sitio donde se detectaron por primera vez las muertes por culpa de los lotes de fentanilo contaminado que fueron administrados a los pacientes que se encontraban en cuidados intensivos. «Son nuestros seres queridos. No son estadísticas», rezaban algunas de las pancartas sostenidas por familiares que atraviesan un duelo signado por la sensación de injusticia. Los casos de intoxicación por esta sustancia se registraron en cinco provincias argentinas, además de la ciudad de Buenos Aires.

En las calles que rodean al hospital en el que fallecieron sus familiares por un error del sistema de salud por primera vez se mostraron en público las personas que sufren la pérdida de un ser querido, identificadas como «Familias unidas por el dolor». Las palabras que se leían y escuchaban en la protesta expresaban una tristeza de la que la televisión argentina casi no habla: «Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron. Víctimas del fentanilo adulterado». 
Uno de los reclamos más fuertes de la manifestación tuvo que ver con la escasa información que los centros de salud habrían proporcionado acerca del verdadero motivo de la muerte de sus allegados. Si bien la Justicia apunta directamente contra los laboratorios por los lotes contaminados, los familiares de las víctimas fatales acusan a los hospitales de no contar lo ocurrido.

Acusaciones

Además de los laboratorios y los centros de salud, muchos manifestantes elevaron también sus reclamos al «Gobierno y los funcionarios responsables» de la tragedia sanitaria que ya se ha cobrado más de medio centenar de víctimas. «Queremos romper con ese silencio. Romper con los silencios de las familias que hoy no están y que quieran ser parte de esto. Romper con los silencios de quienes todavía no conocen la situación de las instituciones médicas implicadas en la causa, de los funcionarios públicos responsables, de los gobiernos, de los laboratorios, de los burócratas que ahora están cenando o tomando mates en su casa», exclamó Alejandro Ayala, quien perdió a su hermano tras habérsele administrado fentanilo contaminado.
A continuación, exigió: «Necesitamos justicia, necesitamos esclarecimiento. Son 54 historias, 54 sueños, 54 sillas vacías, 54 personas que no van a volver por un error humano. Pero no fue un error, fue una tragedia. Es la primera vez en la historia que se registra un hecho de estas características y necesitamos que se esclarezca, porque mañana puede ser con esto o con otra cuestión más».
Al cierre del acto, la abogada Adriana Francese, quien representa a las familias de algunas víctimas, expresó: «Luchamos para que la salud nunca vuelva a estar en manos equivocadas de incompetentes, negligentes o corruptos». Y concluyó: «El silencio y la omisión también matan».
Con un tono emotivo y al borde de las lágrimas, Sol Francese, madre de Renato Nicolini, otra de las víctimas de la sustancia infectada, denunció: «Lo que hicieron los dueños del laboratorio de la chequera de HLB Pharma no fue un error, fue un crimen. Contaminaron las ampollas y las distribuyeron como si nada. Y ese ‘como si nada’ costó vidas. Destruyó nuestra familia». Luego, añadió: «Y no fue solo el laboratorio. Detrás hay empresas que dan cobertura, hay un Estado ausente».

Al menos siete muertos y más de 80 civiles heridos en un nuevo ataque de Rusia contra Kiev

El epicentro del ataque masivo ruso fue la capital de Ucrania. Pero las regiones de Sumy, Poltava, Mikolaiv y Dnipro también resultaron afectadas. Durante más de siete horas, el cielo de Kiev retumbaba al compás de las explosiones. Como ya es habitual, primero llegaron los drones de diseño iraní … y después los misiles. Así ejecuta Rusia sus ataques combinados. Cinco de los ocho misiles Iskander lograron impactar en sus objetivos. Los misiles de largo alcance suelen ser derribados por los sistemas Patriot, que ya escasean.
Las autoridades ucranianas han pedido a los aliados en múltiples ocasiones que envíen más suministros para poder abatir los letales proyectiles rusos. No pasaron ni treinta minutos desde que las alarmas antiaéreas anunciaban el peligro inminente cuando la defensa aérea comenzó a disparar al cielo para abatir los letales aparatos. Pasaban pocos minutos de las 11 de noche. La peregrinación nocturna de los vecinos de Kiev hacia los refugios comenzaba mientras las columnas de humo trepaban hacia el cielo.
El presidente Zelenski afirmó que el bombardeo fue «deliberadamente calculado para sobrecargar el sistema de defensa aérea». La escalada de ataques rusos con cientos de drones desde los últimos meses persigue precisamente este objetivo. Sin unas defensas aéreas sólidas, las víctimas civiles en las ciudades de retaguardia se multiplicarán.

Un edificio de nueve plantas se desplomó en unos de los distritos capitalinos. Los muertos ascienden a siete personas, entre ellos un niño. Las autoridades regionales informaron a media mañana de que hay más de 80 heridos, 50 de ellos están hospitalizados. «Se está buscando a las personas atrapadas bajo los escombros. Algunas han sido rescatadas. Se está verificando la información de cada nombre», informó el presidente ucraniano a través de sus redes sociales.
Un centenar de edificios resultaron dañados durante el bombardeo combinado, según la agencia Ukrinform. Los destrozos afectaron a inmuebles residenciales, guarderías o centros médicos. La policía informó de que varias calles tuvieron que ser cortadas al tráfico como consecuencia de la ofensiva aérea enemiga.

En la primera imagen, un coche en llamas tras el ataque ruso sobre Kiev. Una mujer abraza a otra mientras espera a que su hijo sea rescatado de entre los escombros, en la segunda foto. En la tercera imagen: la primera ministra ucraniana, Yulia Svyrydenko, y el ministro del Interior, Ihor Klymenko, caminan por los escombros que ha dejado el ataque ruso
AFP y REUTERS

El ataque que se produce tan sólo dos días después de que Trump amenazase a Putin con imponer mayores sanciones si no aceptaba el alto el fuego. Las nuevas medidas de la Casa Blanca, según las declaraciones del presidente norteamericano, podrían incluir restricciones secundarias a países que mantienen su comercio con Moscú. El pasado 26 de julio, el secretario de Estado, Marco Rubio, destacó que Trump estaba perdiendo la paciencia. «A pesar de tener muy buenas interacciones con Vladímir Putin de las llamadas telefónicas, nunca se llega a nada. Así que ha llegado el momento de actuar«, subrayó Rubio.
«Hoy, el mundo volvió a presenciar la respuesta de Rusia a nuestro deseo de paz, compartido con Estados Unidos y Europa. Nuevas matanzas, un ejemplo. Por eso, la paz sin fuerza es imposible», destacó el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski en su mensaje de condena. La Fuerza Aérea de Ucrania informó de que Rusia lanzó 309 drones kamikaze. Los defensores lograron abatir 288 aparatos, pero 21 de ellos lograron alcanzar sus objetivos.