Una regla no escrita de la política italiana, la de la armonía institucional entre el Gobierno y la Presidencia de la República, saltó por los aires este martes. La tensión explotó en un conflicto inédito que enfrentó a Palacio Chigi, sede de la presidencia del … Gobierno, con el Palacio del Quirinal, residencia del Jefe del Estado, Sergio Mattarella.
La raíz del conflicto fue la publicación de un artículo en el diario ‘La Verità’, conservador, que insinuaba la existencia de un supuesto plan urdido por un consejero del Quirinal para desestabilizar al Ejecutivo de Giorgia Meloni.
El consejero señalado era Francesco Saverio Garofani, un exparlamentario del Partido Democrático, de izquierda, con un cargo clave en la Presidencia, como asesor, especialmente de defensa, del presidente Matarella.
Según ‘La Verità’, Garofani expresó en una conversación privada en un lugar público su preocupación por la posibilidad de que Meloni ascendiera al Quirinal en el futuro. El argumento es el siguiente: si la líder de Hermanos de Italia gana las próximas elecciones –previstas en principio en 2027– y, como ocurre ahora, la oposición sigue dividida, las derechas decidirán quién será el próximo inquilino del Quirinal, el sucesor de Mattarella. En este caso, Giorgia Meloni podría acceder a la Presidencia de la República.
Es una idea que ya se ha escrito con anterioridad en algunos medios. Además, en un tono de implicación política, el consejero Garofani habría invocado la necesidad de formar una «gran lista cívica» que cambiara el equilibrio de poder antes de las próximas elecciones. Estos comentarios fueron incluso distribuidos a varios periódicos mediante un correo electrónico anónimo antes de ser publicados por ‘La Verità’, añadiendo misterio al origen de la información.
De esta forma, lo que en principio podía ser un simple cotilleo político, se convirtió en una crisis institucional con la reacción de Hermanos de Italia, el partido de Meloni. Galeazzo Bignami, jefe de grupo de Hermanos de Italia en la Cámara de Diputados, solicitó públicamente al Quirinal una aclaración de las palabras atribuidas a Garofani.
La reacción de la Presidencia de la República fue inmediata y demoledora. El Quirinal, con un tono inusualmente duro, emitió una nota oficial que manifestaba su «sorpresa» y «estupor» ante la declaración de Bignami, quien parecía dar crédito a un «enésimo ataque a la Presidencia de la República construido rozando lo ridículo».
Para Mattarella, que encarna la figura del garante de la Constitución y la neutralidad política (las encuestas indican que tiene un 70% de consenso de los italianos), el hecho de que un alto dirigente del partido de Gobierno pusiera en duda la lealtad de un miembro de su equipo era un gesto de gravedad extrema, que parecía apuntar a minar la autoridad del Quirinal.
Reunión de 20 minutos
El silencio entre Palazzo Chigi y el Quirinal se prolongó durante 24 horas. Para desactivar la crisis, fue la propia Giorgia Meloni quien tomó la iniciativa, llamando a Mattarella para solicitar una «aclaración urgente». El encuentro, de tan solo veinte minutos, tuvo lugar poco antes del almuerzo.
Según los medios italianos, en la conversación cara a cara, la primera ministra se habría disculpado por la forma en que Bignami pidió el desmentido. Fuentes parlamentarias señalan que Meloni le trasladó que la intención de Hermanos de Italia no era atacar al presidente, sino «circunscribir el asunto» a la figura del consejero Garofani, a quien correspondía aclarar sus propias palabras, publicadas por ‘La Verità’, para proteger al Quirinal. Mattarella, por su parte, habría apreciado el gesto de Meloni de solicitar el encuentro, considerando que con esa visita la crisis quedaba cerrada.
Una nota de Palazzo Chigi reaviva la tensión
Cuando parecía que la cumbre había sellado la paz, el comunicado emitido por Palazzo Chigi al finalizar la reunión sembró nuevas dudas. La nota buscaba afirmar la «sintonía institucional» con el Quirinal, pero al mismo tiempo Meloni aprovechó para dejar clara su postura, expresando su «disgusto» ante el jefe del Estado por las «palabras inoportunas, desde el punto de vista institucional y político», pronunciadas por Garofani.
Esta decisión de reprochar oficialmente al consejero a través de un comunicado, después de un encuentro supuestamente conciliador, fue percibida en el Quirinal como «desacertada» o fuera de tono.
El mensaje que llegó al Quirinal fue que Meloni, si bien se disculpó por la forma del ataque, mantenía el fondo de su queja, al responsabilizar a Garofani de haber creado el cortocircuito con sus comentarios. En el fondo, la posición de Meloni era que Garofani era el responsable de la situación y quien debía haber aclarado sus palabras de inmediato, y que la solicitud de desmentido de Bignami era la vía necesaria para «cerrar inmediatamente la cuestión».
La conclusión oficial: «Cuestión cerrada»
A pesar de la ambigüedad en la nota de Palazzo Chigi, el partido de la primera ministra intentó poner fin de forma definitiva a la polémica. Los jefes de grupo de Hermanos de Italia en el Senado y la Cámara, Lucio Malan y Galeazzo Bignami, emitieron un comunicado conjunto declarando: «Hermanos de Italia considera la cuestión cerrada y no cree necesario añadir nada más».
Aunque fuentes cercanas al Ejecutivo deslizaron que un «paso atrás» de Garofani les resultaría agradable, el consejero sigue en su puesto, y la Presidencia de la República no ha emitido ninguna nota posterior, dejando en el aire la sensación de que el Quirinal no comparte totalmente la versión de «cuestión cerrada» del Gobierno.
La crisis institucional ha puesto de manifiesto la línea roja entre el Gobierno y la Presidencia, mostrando que, a pesar del compromiso de colaboración, la primera ministra parece dispuesta a defender los intereses de su partido incluso a riesgo de tensar la relación con la máxima institución del Estado.