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Muere Joseph Nye, el politólogo que acuñó el concepto 'poder blando'

08/05/2025 a las 17:43h.

Joseph Nye, eminente politólogo estadounidense que pasó a la historia por acuñar el concepto «poder blando», ha muerto a los 88 años, según ha anunciado la Universidad de Harvard, donde enseñó muchos años.
Nye no solo estudió la política desde el ámbito teórico y académico, sino que también ocupó varios puestos de alto nivel. Durante el Gobierno de Bill Clinton fue secretario adjunto de Defensa, y presidió la prestigiosa Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard entre 1995 y 2004.

Autor de 14 libros e innumerables artículos, su propuesta del ‘poder blando’ en la década de 1980 cambió totalmente los estudios sorbe geopolítica y relaciones internacionales. Esta tesis se refiere al uso de la diplomacia de influencia o atracción en contraposición a una política de coerción o agresión.
Joseph Nye, a Harvard professor whose ideas on the nature of power in international relations influenced generations of policymakers, academics, & students and made him one of the world’s most celebrated political thinkers, has died at the age of 88 https://t.co/ef7vS8eJ1f— Harvard Kennedy School (@Kennedy_School) May 7, 2025
«El poder blando, es decir, persuadir a otro de los resultados que uno desea, permite cooptar a las personas en lugar de coaccionarlas», definió Nye.

¿Por qué el 80 aniversario de la derrota de Hitler tiene más de funeral que de celebración?

08/05/2025 a las 05:50h.

En estos días de expectante primavera se cumplen 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial en Europa. Con la derrota de Hitler, se supone que las puertas del infierno –abiertas de par en par durante los años treinta y cuarenta– se empezaron … a cerrar. ‘Victory in Europe’ debería ser una celebración del triunfo logrado sobre la Alemania nazi, el supremacismo y el odio, la tiranía, el expansionismo territorial del Tercer Reich, sus atroces crímenes contra la humanidad… Y, sin embargo, este aniversario tiene más de funeral que de celebración.

Si hace 80 años la principal razón para el optimismo venía de Washington, ahora la principal razón para el pesimismo también proviene de Estados Unidos. El aprendiz de autócrata en la Casa Blanca ha demolido en cuestión de cien días los vínculos entre ambas orillas del Atlántico forjados a partir del sacrificio de 51 millones de civiles y soldados aliados. Las ideas compartidas sobre valores, seguridad colectiva, prosperidad, democracia, Estado de derecho y enemigos comunes se han esfumado.
En mayo de 1945, los soldados de Estados Unidos liberaban el campo de Dachau, en el que 40.000 personas perdieron la vida durante sus 12 años de monstruoso funcionamiento. Ahora, el Gobierno de Estados Unidos empodera y defiende a Alternativa para Alemania (AfD). Sin importar su siniestra condición de herederos políticos del nazismo y del genocidio a escala industrial. Cuestiones que, a su juicio, no van más allá de una «cagada de pájaro» en la gloriosa historia de Alemania.

El gran historiador Antony Beevor argumenta en la revista ‘Foreign Affairs’ que la Segunda Guerra Mundial no ha terminado porque su legado inconcluso sigue todavía influyendo para mal: «Hace ochenta años, el fin de la Segunda Guerra Mundial allanó el camino para un nuevo orden internacional basado en el respeto a la soberanía nacional y las fronteras. Pero, ahora, puede que finalmente haya llegado el momento de pagar la elevada factura por la ambivalencia estadounidense, la complacencia europea y el revanchismo ruso».

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Tensión nuclear entre la India y Pakistán por los combates en Cachemira

La escalada bélica entre la India y Pakistán se ha cobrado ya al menos 38 vidas, después de que en la madrugada del miércoles el Gobierno de Nueva Delhi iniciara una serie de bombardeos en respuesta a un atentado terrorista del que responsabiliza a … Islamabad. Esta acometida, y sus previsibles réplicas, inician una inquietante espiral de violencia entre dos países vecinos, archienemigos, y poseedores de armas nucleares.
La ofensiva, bautizada como ‘operación Sindoor’, tuvo lugar en los 25 minutos transcurridos entre la 01:05 y la 01:30 de la madrugada (hora local) y golpeó nueve localizaciones tanto en la parte de Cachemira bajo control paquistaní como en zonas fronterizas de ese país. Pese a las tensiones en la región, se trata de la primera vez en más de medio siglo que proyectiles indios impactan en suelo paquistaní, evidencia de lo insólito de esta crisis.
La India ha defendido desde el primer momento que se ha tratado de «acciones focalizadas, mesuradas y de naturaleza no escalatoria» contra «infraestructuras terroristas». «Los objetivos de la operación Sindoor se han basado en información de Inteligencia creíble y se han seleccionado ubicaciones de manera que se evitara el daño a la infraestructura civil y la pérdida de vidas civiles», detalló la comandante de escuadrón Vyomika Singh, portavoz del Ejército indio, durante una rueda de prensa ofrecida este miércoles por la tarde. «Dichos objetivos han sido destruidos con éxito» sin «informes de bajas civiles en Pakistán».

Ahora bien, todo enfrentamiento es también un choque de relatos –ya decía Esquilo que «en la guerra, la verdad es la primera víctima»–, y Pakistán rechazó estas afirmaciones ofreciendo datos alternativos. Sus autoridades reconocieron impactos en seis áreas civiles, que causaron la muerte de 26 personas, entre ellas dos niños, y 46 heridos.

India y Pakistán: siete décadas de rivalidad sin fin

La India y Pakistán llevan peleándose por Cachemira desde que existen. Uno y otro controlan parte de la misma mientras reclaman para sí la totalidad de un territorio por el que han ido dos veces a la guerra, en 1947 y en 1965. Si … el conflicto se antoja irresoluble es porque su origen está enraizado con el de ambos países.
Cachemira -y Jammu- constituía un principado creado por el Imperio británico. Ante la partición que siguió a la retirada colonial en 1947, el marajá Hari Singh, mandatario hindú que gobernaba una población mayoritariamente musulmana, trató de mantenerse independiente y neutral. No lo consiguió: pastunes armados procedes de Pakistán pronto cruzaron la frontera para forzar su incorporación. El marajá recurrió a la India, que solo acudió en su defensa previa firma del Instrumento de Adhesión.
Cachemira quedó desde entonces desmembrada: Pakistán controla una mitad del noroeste, dividida en las provincias de Azad Cachemira y Gilgit-Baltistán, mientras que la India administra otra mitad que se corresponde con Jammu, el valle de Cachemira y Ladakh. El alto el fuego negociado por Naciones Unidas, concebido como transitorio pero todavía en vigor, preveía la celebración de un plebiscito de independencia que nunca llegó a realizarse: solo en eso ambas partes han estado de acuerdo.