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Los baaka: el corazón que aún late en la selva africana

Esta región del suroeste de la República Centroafricana es uno de los últimos santuarios para los gorilas de llanura occidental, una especie gravemente amenazada. Su supervivencia depende hoy de esfuerzos coordinados de conservación y del conocimiento milenario de los baaka, que actúan como rastreadores en los programas de seguimiento y protección.La convivencia familiar en plena selva permite a los más pequeños aprender desde muy temprano los ritmos, sonidos y secretos del bosque. Las jornadas de caza, pesca o recolección se combinan con momentos de descanso junto a refugios construidos con ramas y hojas, donde el humo ayuda a mantener alejados a los insectos.El acceso al agua en la selva no depende de fuentes visibles ni canalizaciones, sino del conocimiento acumulado por generaciones sobre las especies vegetales y sus ciclos. La recolección directa de agua de lianas o raíces es una práctica habitual entre los baaka durante las caminatas por la selva.Como ella, muchas mujeres de la comunidad baaka dedican su jornada a recolectar raíces, plantas medicinales y pequeños frutos, conocimientos heredados generación tras generación. En un contexto de creciente escasez y degradación ambiental, mantener viva esta práctica ancestral se ha convertido en un acto de perseverancia y dignidad.

Ishiba trata de aferrarse al poder mientras Japón se sume en la inestabilidad parlamentaria

21/07/2025 a las 07:30h.

Japón se hunde un poco más en una desacostumbrada inestabilidad parlamentaria. El Partido Liberal Democrático (PLD), la formación hegemónica que ha gobernado durante 66 de los últimos 70 años, ha perdido el control de la Cámara Alta en las elecciones de este domingo. Semejante varapalo redobla la presión sobre el precario liderazgo del primer ministro, Shigeru Ishiba, quien no obstante ha manifestado su voluntad de continuar al frente del país.
La mitad de los 248 escaños de la Cámara de Consejeros estaba en liza. El PLD y su socio de coalición, los budistas conservadores de Komeito, necesitaban 50 de esos 124 para mantener la mayoría, pero se han quedado a las puertas con 47. El PLD ha perdido 18 miembros hasta 101 y su aliado 6 hasta 21, lo que arroja un total de 122, tan solo 3 por debajo de la divisoria.

Esta etapa de incertidumbre se remonta al pasado mes de octubre. Dos escándalos de corrupción –una trama de sobresueldos y la influencia de la Iglesia de la Unificación– provocaron la retirada del primer ministro, Fumio Kishida. El PLD organizó unas primarias en las que por sorpresa se impuso Ishiba, una figura alejada del sentir mayoritario de la formación conservadora. Este aprovechó el impulso inicial de popularidad para convocar elecciones generales y fortalecer la legitimidad de su mandato.

El PLD se mantuvo como la fuerza más votada, pero ahí se acabaron las buenas noticias. El desplome de 247 escaños a 191 supuso su peor resultado en quince años y desvaneció su mayoría. En consecuencia, la coalición del PLD y Komeito gobierna en minoría, dependiendo de apoyos puntuales para cada propuesta. Ya entonces Ishiba tuvo que dedicar sus primeras declaraciones a reafirmar su continuidad; ya entonces hubo voces que apuntaron a las elecciones a la Cámara Alta como prueba definitiva.

El plan de Musk para romper la maldición del tercer partido en EE.UU.

Un multimillonario, con mensaje populista, batallador con la montaña de déficit que arrastra Estados Unidos, decide crear un tercer partido para romper la hegemonía corrupta del bipartidismo que rige la primera potencia mundial. Elon Musk ha podido tener muchas ideas visionarias. Pero esta, la de … crear una nueva formación política, expresada a comienzos de mes en medio de su guerra con Donald Trump, no lo es.
Suena mucho a la de un nombre legendario en la política estadounidense: Ross Perot. Aquel millonario es lo más cerca que ha estado EE.UU. de romper la baraja con un tercer partido en el último siglo. Perot, un texano que hizo fortuna en el sector tecnológico a finales de los 60, fue el gran protagonista de la campaña electoral de 1992, en la que en algún momento pareció poder imponerse al demócrata Bill Clinton –a la postre, ganador– y al presidente republicano en el cargo, George H.W. Bush.
El caso de Perot es relevante para entender la apuesta de Musk porque ejemplifica lo duro que es el camino para quien trata de abrir una tercera vía política en EE.UU. Aquel año consiguió el mejor resultado en un siglo para un candidato fuera de los dos grandes partidos. Presentándose como independiente, logró un 19% de los votos. Es decir, se quedó muy lejos de cualquier opción de victoria. Cuatro años después, ya bajo la marca de una formación nueva, el Partido Reformista, acabó con un 8,4%.

Fueron resultados espectaculares si se tiene en cuenta la historia de las terceras vías. La última vez que un senador ganó un escaño con las siglas de un partido que no fuera ni el demócrata ni el republicano –sin contar algunos que se presentan como independientes, que en realidad no lo son tanto– fue James Buckley en 1970 por el Partido Conservador. Y la última vez que un partido ganó un estado en unas presidenciales sin ser uno de los dos grandes fue el Partido Independiente Americano de George Wallace. La única vez desde comienzos del siglo XX que alguien estuvo cerca de ganar con su propio partido fue un presidente, Theodore Roosevelt, que rompió con su sucesor, William Taft, y creó el Partido Progresista para ir a por un tercer mandato.
Es probable que Musk conozca todo esto, así como la burocracia larga, compleja y exigente de poner en marcha de manera oficial una formación política. Pero para alguien que dice que va a poner a un humano en Marte en un puñado de años, lo de crear un tercer partido que sea competitivo quizás no parezca tan complicado.
«En lo que tiene que ver con arruinar a nuestro país con derroche y corrupción, vivimos en un sistema de un partido, no en una democracia», defendió Musk hace unos días, en el anuncio de lo que calificó como la «creación» de su nuevo invento, el Partido de América.
En realidad, era el último episodio de su relación explosiva con Trump. Musk ha pasado de ser el gran financiador de su campaña y mano derecha en la Casa Blanca a un proscrito del trumpismo. La alianza entre el hombre más rico del mundo y el más poderoso se deterioró con los aranceles de Trump –que Musk ve con escepticismo– y estalló con la aprobación de la llamada ‘One, Big, Beautiful Bill’ (Ley ‘Una, Grande y Bella’), la descomunal regulación fiscal y presupuestaria. Musk la tildó de «abominación asquerosa» por su efecto en un déficit ya disparado: añadirá 3,3 billones de dólares a la deuda en diez años.

La billetera no siempre gana

Que el Partido de América pueda convertirse en una alternativa real al Republicano y al Demócrata es una quimera, por mucho dinero que tenga Musk para dedicar a su juguete político (un ejemplo es la reciente elección a juez del Tribunal Supremo de Wisconsin, donde el músculo financiero de Musk la convirtió en la más cara de la historia de EE.UU. para un cargo de ese tipo, pero su candidato perdió). Pero eso no es lo determinante.
En toda la historia de las terceras vías, la cuestión no ha sido si se convertía en alternativa, sino a quién perjudica más. Un ejemplo es el Partido Libertario, que no ha conseguido más éxitos que el de derribar candidatos de los grandes partidos en algunas elecciones presidenciales. Los libertarios nunca han obtenido más de un 3% de los votos, pero no significa que no hayan sido decisivos. Por ejemplo, los votos a su candidato en 2000, Ralph Nader, probablemente dejaron sin presidencia a Al Gore, en su ajustadísima derrota frente a George W. Bush. Y, sin los votos al también libertario Gary Johnson y a la líder del Partido Verde, Jill Stein, la elección de 2016 se habría inclinado hacia Hillary Clinton, y no hacia Trump.
Los planes de Musk son poco más que un esbozo, sin mucha forma. Lo único seguro es que él nunca podría ser el candidato a la Casa Blanca: solo pueden presentarse los nacidos en EE.UU. y él vio la luz en Sudáfrica. «Una forma de ejecutar esto sería centrarse completamente en solo dos o tres escaños del Senado y entre ocho y diez escaños de la Cámara de Representantes», dijo al anunciar el Partido de América. «Dados los mínimos márgenes legislativos, eso sería suficiente para servir como el voto decisivo en leyes disputadas, asegurando que sirven a la voluntad verdadera del pueblo», añadió.
Musk describió la estrategia básica con un ejemplo bélico clásico. «La forma en la que vamos a acabar con el sistema del unipartidismo es con una variante de cómo Epaminondas destrozó el mito de la invencibilidad de Esparta en Leuctra», dijo. «Fuerzas extremadamente concentradas en un lugar preciso del campo de batalla».
Trump respondió con una displicencia –«que se divierta, los terceros partidos nunca han funcionado»– que no ocultó el nerviosismo que le provoca la idea. «Es algo ridículo», aseguró a preguntas de los reporteros. «Los demócratas van sin rumbo, pero esto ha sido siempre un sistema de dos partidos y creo que empezar un tercero solo añade confusión».

Confusión en los votantes

Esa confusión en los votantes –que no sepan si votar al partido de siempre– puede ser muy peligrosa para Trump y los republicanos. Además de perder el altavoz –Musk tiene una presencia dominante en su red social, X– y el bolsillo del hombre más rico del planeta, que apoye con fuerza a candidatos de tercera vía en distritos disputados puede ser una gran amenaza para ellos.
Las encuestas ofrecen lecturas desiguales, por el momento, de qué impacto podría tener el Partido de América. Por un lado, los estadounidenses quieren más que nunca que haya más de dos opciones políticas. En 2023, cuando EE.UU. se encaminaba a una nueva campaña electoral entre Trump y Joe Biden, dos candidatos impopulares, el porcentaje que quería un tercer partido batió su récord histórico en la encuesta de Gallup, el 63%.
Que haya mucho interés en un tercer partido no quiere decir que el interés sea en el que cree Musk. De hecho, un sondeo reciente de la Universidad de Quinnipiac apunta que el 49% desea otra formación, pero el 77% no quiere la de Musk, al que solo apoyaría un 17%. Es un porcentaje pequeño que, sin embargo, podría romper el equilibrio de apoyos entre republicanos y demócratas. Y, según un estudio de la firma Echelon, los perjudicados serían los republicanos. Para las elecciones al Congreso del año que viene, los republicanos tienen una ventaja mínima frente a los demócratas: 48%-47%. Si se añade al Partido de América, los demócratas darían la vuelta y adelantarían a los republicanos: 45%-41% a su favor.
Musk tiene todavía que hacer realidad su promesa, algo que no se le da muy bien. Pero es evidente que, si se empeña, puede agitar de verdad la política de EE.UU., con consecuencias impredecibles.

Volver a Srebrenica: 30 años del genocidio que conmovió a Europa

Por la carreterilla modesta que lleva de Bratunac a Potočari y a Srebrenica, el cartel de la oficina de turismo del lugar da la bienvenida a visitantes y foráneos de ocasión. Por todo el valle del río Drina, frontera fluvial con Serbia, los topónimos … sobre señales y direcciones dejaron de ser inocentes justo hace ahora treinta años, en plena guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-1995).
Uno no puede evitar asociarlos bajo el reverbero del horror. ¿Turismo de la barbarie? La conmoción y la inevitable atracción morbosa no siempre delimitan su halo en quienes viajan por el este de Bosnia, de Foča a Zvornik y Bijeljina. Srebrenica pertenece a la llamada República Srpska, la entidad de los serbobosnios que desde los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra convive –es un decir– con la otra entidad paralela (la Federación integrada por bosniacos musulmanes y bosnio-croatas).
Un Alto Representante Internacional, el alemán Christian Schmidt, vigila el formidable embrollo institucional atenazado por la etnicidad y el nacionalismo entre serbios, bosniacos y croatas. Bosnia, sí, podría ser la democracia más compleja del mundo.

Del 11 al 16 de julio de 1995 se perpetró por toda esta zona umbría y boscosa el genocidio de Srebrenica: 8.372 bosniacos musulmanes fueron asesinados en masa en hangares, centros diversos y granjas. Milicias serbobosnias, al mando del general Ratko Mladic (condenado por los tribunales internacionales a cadena perpetua), llevaron a cabo una bestial matanza de varones musulmanes tras la caída de Srebrenica y la inacción del Dutchbat, el contingente neerlandés que debía proteger a la población musulmana de Srebrenica según la resolución 819 de la ONU. De entre los más de 8.372 asesinados, hay casi un millar de los que aún no se han encontrado sus restos (el número total de víctimas podría llegar a 9.000).
Este año se ha cumplido el 30º aniversario del genocidio. Cada 11 de julio se inhuman en el cementerio aledaño al Memorial de Srebrenica los restos de víctimas que han podido identificarse de año en año tras arduos trabajos de la antropología forense.
En su día los matarifes arrojaron los cuerpos en cinco grandes fosas comunes, desde la propia Potočari hasta el más lejano entorno de Zvornik, curso arriba del Drina. Poco después las reabrieron para evitar su hallazgo y esparcieron los restos, a menudo ya desmembrados, en otras fosas secundarias y terciarias distantes entre sí. El sacro de una víctima aparecía en una fosa, mientras un trozo de cráneo o un fémur eran hallados –y con suerte– en otro siniestro hoyo (es el caso de Mirzeta Karic, quien este 11 julio pudo enterrar al menos la mandíbula de su padre).

Memorial de Potocari
Familiares visitan a sus seres queridos fallecidos en el genocidio de Srebrenica
Javier González-Cotta

Asistir a la liturgia luctuosa y al ambiente que roza a veces lo festivo es dejarse llevar por el gentío variopinto que llegado de toda Bosnia acude a honrar a los mártires. El Memorial de Potočari (el vasto cementerio, el oratorio o musalla y un muro ovoide con los nombres de todas las víctimas), se alza frente a las naves de la antigua fábrica de baterías de Potočari.
Fue aquí donde el batallón Dutchbat estableció su cuartel general de 1994 a 1995. En las hoy tétricas instalaciones (herencia fabril de aquel socialismo autogestionado de la era yugoslava de Tito), se encuentra el centro documental y expositivo sobre Srebrenica. Su director actual es Emir Sugaljić, autor de ‘Postales desde la tumba’, turbador testimonio sobre la matanza. Sugaljić, veinteañero y autodidacto, hizo de intérprete entre Naciones Unidas y el propio Ratko Mladic. Sobrevivió para contarlo.
La película Quo vadis, Aida? (2020), de la directora bosnia Jasmila Zbanic, refleja fielmente lo sucedido en la fábrica de Potočari en las horas fatídicas que transcurrieron entre el 11 y el 13 de julio. Los hombres que no habían huido por los indómitos recodos junto al Drina (miles de los huidos serían cazados finalmente), fueron separados de mujeres y niños y asesinados en las inmediaciones del lugar. Conmueve contemplar hoy el olvidado puesto de observación de Naciones Unidas que quedó en los aledaños a la fábrica, o los grafitis obscenos y los chistes que escribieron los soldados neerlandeses mofándose de las mujeres locales («No teeth?, A moustache?, Smel like shit?… Bosnian girl!!»).

La ciudad de Srebrenica
Enclaves de la ciudad asociados al genocidio 30 años más tarde
Javier González-Cotta

Las visitas reiteradas a enclaves asociados al genocidio te depura la mirada y te hace posarla, como el polvo resabiado, en los detalles. Uno: hallé al azar, entre los millares de estelas blancas del cementerio de Potočari, el túmulo con la cruz de la única víctima no musulmana del genocidio (el bosnio-croata y católico Rudolf Hren). Dos: en la carretera de Bratunac a Srebrenica te recibía un cartel electoral con la imagen de Mladen Grujicić, el alcalde serbobosnio que de 2016 a 2024 ocupó el cargo negando el genocidio como tal (fue votado incluso por musulmanes del municipio). Tres: un grafiti naíf en Srebrenica mostraba a un adolescente que martillea un muro, por cuyo boquete asoma un cielo azul con direcciones que llevan a la paz y la felicidad. Cuatro: una nueva iglesia serbia ortodoxa, en oposición a una nueva mezquita, se alzaba en una colina de la sombría ciudad (el entorno acogía la tumba de un soldado serbobosnio muerto en 1992). Cinco: observar en las calles a las mujeres bosniacas en su pormenor diario te hacía recordar la singularidad de la propia Srebrenica, único enclave en zona serbia que es auténticamente mixto (asombra el regreso de muchos bosniacos al trágico lugar de origen, como hizo Suhra Mladic en 2001, la primera mujer en volver a Srebrenica: dos de sus hijos murieron en 1995).
Hoy por hoy, la matización en torno al genocidio y el abierto negacionismo por muchos serbobosnios preña hasta el aire en muchas partes de Bosnia. Kilómetros al sur, en Visegrado (otro enclave truculento asociado a las masacres), un grabado del general Ratko Mladić se halla junto a la orilla del Drina. De fondo uno podía admirar el majestuoso puente otomano que dio lugar a la novela El puente sobre el Drina, del Nobel yugoslavo Ivo Andrić, de quien ahora se cumplen 50 años de su muerte. Paradojas.