En noviembre pasado, la variación mensual del Indice de Precios al Consumidor, IPC, fue 0,10%, la variación año corrido 3,54% y la anual 3,84%, es decir, 0,57 puntos porcentuales mayor que la reportada en el mismo periodo del año anterior cuando fue de 3,27%.
Según el DANE, el comportamiento mensual del IPC se explicó principalmente por la variación mensual de las divisiones Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles, y Restaurantes y hoteles.
Las mayores variaciones se presentaron en las divisiones Bebidas alcohólicas y tabaco (0,44%) y Recreación y cultura (0,39%).
Para noviembre, los mayores incrementos de precio se registraron en: cerveza y refajo (0,67%), cigarrillos, tabaco y derivados (0,31%) y vino, champaña, jerez y aperitivos (0,19%).
Por su parte, los menores incrementos de precio se reportaron en las subclases: whisky, ron, brandy, vodka, ginebra, coñac, tequila, cremas de licor y aperitivos (0,09%) y aguardiente (0,10%).
La sorpresa fue la caída mensual en los precios de los alimentos (-0,19%), en particular por frutas y hortalizas.
Para los analistas, la conclusión más importante es que la inflación habría tocado techo y cerraría el año cerca del nivel actual (3,8%-3,9%). Los bienes transables, que están afectados por el comportamiento de la tasa de cambio, suben pero siguen relativamente contenidos.
Y aunque como lo señala un informe del Banco de Bogotá, este resultado sería adverso para la indexación de 2020, poniendo un referente de precios más alto que el vigente en 2019 (3.2%), una tendencia de normalización en los precios de los alimentos y una transmisión de la devaluación a los precios transables solo parcial, permitirían que hacia la segunda mitad del año la inflación se modere y tienda a la meta de 3.0% hacia final de 2020.
“Una vez conocido este reporte reafirmamos nuestra proyección de inflación para cierre de año en 3,9%”, explicó un análisis de Bancolombia al subrayar que los siguientes meses serán retadores en materia de inflación, ya que incluso podría desbordar el 4% en el primer trimestre de 2020.
Como resultado de ello, según este punto de vista, el Banco de la República aumentaría su tasa de intervención hasta 4,50%, en la primera mitad de 2020, buscando atajar los riesgos alcistas que permanecen latentes en la inflación básica y, por consiguiente, en las expectativas de los agentes.