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Análisis: Los aprendizajes sobre la responsabilidad social en tiempos del Covid

“Las propuestas asistencialistas sin ningún tipo de contraprestación por parte de quien las recibe, realmente son un modelo perverso que acaba convirtiendo las ayudas en una obligación… qué peligro.”

Publicado: junio 18, 2020, 9:00 am

Por: Gonzalo Gómez-Betancourt

Desde hace años vengo trabajando con diferentes empresarios familiares en sus modelos de fundación de interés social para devolverle al país algunos beneficios por lo que hemos recibido.

La verdad ha sido una tarea muy satisfactoria, en especial cuando lo que queremos es desarrollar las personas y no volverlas dependientes, como sucede con el modelo asistencialista que genera efectos secundarios devastadores para la economía, como la cultura del no trabajo derivada por el derecho a recibir asistencia por el sólo hecho de existir.

Cuando conocí el modelo del “Capitalismo Consciente” en el año 2013, creado por John Mackey y Raj Sisodia, me sentí totalmente identificado con el concepto de ganar-ganar, ellos defendían una sociedad en la que somos interdependientes, donde alguien brinda ayudaba a otro, y esa persona beneficiada ofrece ayuda de vuelta.

Hasta aquel entonces todas mis relaciones de ayuda a los demás las hacia desde el perder-ganar, es decir, llegaba el mes de diciembre y para sentirme bien conmigo mismo hacia algo bueno por alguien, pensaba que salir en familia a darle a los niños necesitados regalos de navidad era la respuesta, pero la verdad no hacíamos nada más el resto del año, era muy poca la interacción con los demás.

Ese modelo lo aplicábamos socialmente muchos y nos sentíamos orgullosos de que al menos hacíamos algo por los demás, sin saber el daño que generaba. Recuerdo que un niño necesitado me recibió un regalo y me dijo: esto es lo mismo que nos dieron el año pasado”, y lo tiró al piso…, pensé: “qué grosero; si así es el hijo, cómo será el papá”, pero en realidad el problema fue de nosotros como sociedad al regalar las cosas sin pedir ningún esfuerzo a cambio.

Al principio cuando empecé a entender el fondo del capitalismo consciente parecía un poco contradictorio con la idea de ayudar a alguien pero ganando todos, porque en mi mente siempre estaba la premisa “sin esperar nada a cambio”, así fui criado; sin embargo, también en mis pensamientos estaba “Enseña a pescar y no des el pescado”, dicen que el peor daño que se le puede hacer a una persona es darle todo, es decir, que quien desee dañar a otro tan solo le tiene que evitar el esfuerzo, impedirle que trabaje, que haga propuestas, que se enfrente a los problemas, que resuelva por sí solo las dificultades, posiblemente a esto se refiere el proverbio chino “regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida”.

Escribo esta reflexión por todo lo que viene pasando con la pandemia, hemos iniciado un camino lleno de asistencialismo sin pedir nada a cambio, cada vez que me pongo a leer la prensa, veo más regalos y regalos, y lo peor es que es una obligación por parte de los “Ricos” darle a los “Pobres”. He escuchado barabaridades como las dichas por la Sra. Claudia López al referirse a algunos bogotanos como “a mis pobres, yo los voy a proteger”.

Hace algún tiempo hablé con una de las emprendedoras sociales más importantes de este país, la Señora Mariana García de la Fundación AlasCinco (Juntos podemos Espantar al monstruo del hambre), quién está realizado una cruzada tratándole de explicar a los empresarios los efectos secundarios del asistencialismo, como ella anuncia en uno de sus podcast “Estas comunas están llenas de programas asistenciales que no inculcan el valor de la corresponsabilidad, dónde las comunidades son demandantes y sus peticiones están soportadas por su estatus de pobreza; las personas con menos condiciones económicas consideran que el mundo está en deuda con ellas y que somos responsables por su sostenimiento. Cualquier programa social es considerado como un derecho adquirido y el que sea gratuito como una obligación”.

Finalmente, lo que Mariana García ha trabajado es una fundación en la que las personas reciben ayuda pero deben trabajar para devolver lo que reciben a cambio, cuestión que dignifica a la persona y la hace autosostenible. Nosotros debemos entender como sociedad, cuáles son las necesidades reales de estas comunidades. El hábito de dar sólo en “diciembre” ha sido tomado por las comunidades como una oportunidad para beneficiarse con el mínimo esfuerzo, por lo tanto, llegó el momento de cambiar; debemos tener modelos sociales sostenibles y que los beneficiados participen con su esfuerzo.

Después de ver este ejemplo les pregunto ¿será que debemos seguir con un modelo insostenible de darle el mínimo vital a la base de la pirámide? o ¿será que por ese mínimo vital deben hacer algo a cambio como trabajar en cualquier actividad que tanto necesita este país?

Ph.D., CEO de L&M Consulting Group.

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