Por: Carlos A. Dumois
Los empresarios frecuentemente nos lamentamos por no contar con directivos talentosos entre nuestras filas. Debemos preguntarnos, ¿cuál es nuestra estrategia de gestión del talento?, ¿contamos con el equipo humano para hacer realidad nuestra visión?, ¿realmente le damos importancia a esto?
¿Qué hacen los CEOs más exitosos? Ellos podrán utilizar procesos de reclutamiento y selección muy completos, “head hunters” globales, instrumentos de evaluación sofisticados y otros medios más para asegurar contratar a los mejores. Pero su gran “secreto” es que ellos le dan prioridad en su agenda a los quehaceres de integración de sus ejecutivos clave.
Un socio de una exitosa empresa familiar mexicana me comentó: “Carlos, no entiendo cómo nuestro Presidente afirma que estamos haciendo todo lo posible por conformar un equipo de líderes de clase mundial, sí él casi nunca entrevista a los candidatos ni dedica tiempo a los recién ingresados.”
Me quedé reflexionando sobre su comentario y caí en cuenta de la profundidad de su pensamiento. No importa el tamaño de organización ni la etapa de madurez de la empresa. El líder máximo debe involucrarse de manera personal en los procesos de reclutamiento, selección, inducción y desarrollo de los altos ejecutivos de su compañía.
No irradiamos y multiplicamos nuestro poder en la organización si no iniciamos desde las fases primarias de integración de líderes cada vez más potentes. No podemos pretender hacer realidad nuestros proyectos de Creación de Valor sin la gente clave que los gestione.
Necesitamos construir equipos humanos poderosos. Esto será posible si nos metemos a fondo a conducir el trabajo de encontrar e incorporar a individuos sobresalientes. Personas que de verdad nos sorprendan, nos cuestionen, nos superen y nos complementen.
No tiene remedio, tenemos que dedicarle tiempo, mucho tiempo. Participar en reuniones estratégicas de gestión del talento, definir con claridad qué calibre de personajes requerimos en puestos clave, programar espacios amplios para entrevistar candidatos, compartir apreciaciones con otros entrevistadores, reunirnos con los de nuevo ingreso para transmitirles la querencia de la empresa. Todas estas son tareas que no debemos evadir ni postergar.
No importa cuánta gente participe en estos procesos. Los dueños no podemos dejar todo esto solo en manos de las áreas de Recursos Humanos o de Desarrollo Organizacional. Nuestra sensibilidad, nuestra pasión, nuestro compromiso con el futuro de la compañía, necesita plasmarse en esos contactos con los nuevos líderes que se van incorporando en ella.
Las herramientas más modernas de gestión del talento difícilmente podrán suplir nuestra sensibilidad, nuestra empatía, nuestro manejo emocional, nuestro profundo entendimiento de la esencia de nuestra empresa, nuestra capacidad de descubrir el potencial del candidato.
Nosotros no podemos emocionarnos con palabras bonitas, ni con curriculums impresionantes, ni con promesas vanas. Hemos de aplicar toda nuestra capacidad sensitiva y de cuestionamiento para encontrar honestidad, interés, talento y pasión en lo que cada candidato narra, pregunta y ofrece.
Todo esto solo podemos lograrlo si nos aplicamos a fondo, si nos dirigimos a cada persona con respeto, si tratamos con seriedad a cada prospecto, si le dedicamos suficiente tiempo. Después de cada entrevista tenemos que preguntarnos. “¿Logré captar lo esencial de esta persona? ¿tengo una idea clara de ella? ¿podría defender ante un juzgado riguroso lo que la define? ¿aprendí lo suficiente de ella como para tomar una decisión con mi equipo?
El empresario que no es capaz de formular una presentación contundente de su visión en una sola entrevista, y de contagiar y emocionar con esa presentación a su interlocutor, pues no es capaz de liderar la consecución de líderes valiosos para su compañía. El empresario que no logra captar lo esencial de una persona en una entrevista, no aporta nada a la gestión del talento de su organización.
Dediquémosle tiempo a lo relevante.
Presidente y Socio Fundador de CEDEM.