Por Gonzalo Gómez Betancourt
Hace algunos años impartiendo una clase del método del caso sobre los estilos de dirección de los CEO, uno de los participantes de la reunión preguntó cómo actuarían en una situación real, uno de los más jóvenes comentó con mucha firmeza que su estilo era “democrático” y que él haría una encuesta a sus ejecutivos principales y que respetaría las mayorías. Un segundo participante, un poco mayor que el anterior, primero se burló de él y le dijo, mi estilo es el que funciona, el “autoritario”, usted para que se pone a preguntar cosas que no debe, demasiadas preguntas le quitan el liderazgo, usted es el jefe, tome la decisión y la comunica.
Finalmente, una tercera persona de edad media, con un poco más de experiencia en empresas multinacionales, inmediatamente reaccionó y, dijo mi estilo de dirección es “colegiado”, en primer lugar, jamás me burlaría de lo que piensa otra persona de mi equipo, yo los escucho empáticamente a todos, yo entiendo que sus criterios en la toma de una decisión varían, al escucharlos puedo ver si mi decisión está completa o no, es decir si tuve en cuenta todas las aristas de la decisión. Pero en aquellas cosas que están bajo mi responsabilidad, la decisión es mía, incluso he tomado decisiones en contra de las mayorías, porque he reflexionado que aquellos que no están en mi cargo pueden carecer de criterios de decisión, que de no tenerlos en cuenta, podrían poner en riesgo la empresa; además me tomo el tiempo de explicarles el porqué de la decisión, ya que debo desarrollar la siguiente generación de ejecutivos. Como pueden ver, para que hoy en día un CEO realmente cumpla con sus responsabilidades debe claramente usar el estilo colegiado; ya tenemos registrado que los estilos autoritarios y democráticos generan efectos secundarios en las empresas a nivel de dirección, porque sus figuras de liderazgo se debilitan y por lo tanto, el compromiso de los empleados.
Ahora bien, si hablamos del gobierno de la empresa, es decir de la Junta Directiva, ¿qué estilo es el que ha tenido mejores resultados? Una de mis mayores experiencias de vida fue haber realizado un estudio con más de un centenar de miembros de Juntas Directivas, a los que se les preguntó: ¿cuál era la mejor forma de tomar decisiones en las Juntas Directivas exitosas?, la respuesta fue contundente “el consenso”.
Uno de los mejores miembros de Junta Directiva que he conocido en mi vida me comentaba, “ Mira como presidente de una Junta Directiva evito la tentación de entrar en votaciones, si mi Junta Directiva está dividida en una decisión, lo primero que hago es conformar un comité ad hoc que haga la tarea de profundizar con aquellos miembros de junta que tienen dudas, en mi experiencia el 99% de las veces se ha llegado al consenso después de ese procedimiento, en el restante 1% el problema real es otro, por ejemplo, luchas de poder; en esos casos he entrado en votaciones, que han finalizado con un cerebro dividido y lleno de recriminaciones a favor o en contra de un proyecto. También es cierto que en muchas ocasiones he tenido la experiencia desde el otro lado de la mesa, siendo miembro de una junta, con un presidente sin experiencia que suele dilatar tanto los temas que, al final, no se toman decisiones”. Como pueden ver a nivel de gobierno de la firma el estilo por excelencia es el consenso, y los estilos que generan efectos secundarios en este órgano son la “Votación” ya que divide al grupo decisor, y la “Indecisión”, ya que frustra a los miembros de junta.
Bueno y ahora, si hablamos a nivel de la propiedad, es evidente que después de haber asistido a muchas asambleas de accionistas y por observación podemos llegar a concluir: “La democracia según su participación accionarial y con pluralismo” es lo aceptado, pero si se vota en un solo sentido con el número de acciones en su poder por los temas importantes como fusiones, adquisiciones, venta de la compañía, ingreso de un nuevo accionista, exclusión de accionistas, cambio de estatutos, dividendos a repartir, junta directiva, revisor fiscal, etc. Ahora bien, hemos visto algunos efectos secundarios, cuándo los mayoritarios pasan por encima de los minoritarios, sin reconocer sus derechos se crea lo que llamamos “Autocracia”; pero también es verdad que, al ceder en exceso, hoy en día se puede crear una “Dictadura de las minorías” que puede hacer daños enormes a las empresas. Como pueden apreciar a nivel de propiedad lo aceptado es la democracia, y los efectos secundarios para la empresa los generan la autocracia y la dictadura de las minorías.
A nivel de la operación, el estilo que debe reinar es el participativo, cuando involucramos a los empleados en la toma de decisiones y entienden el propósito de la organización, su trabajo se dignifica. Los demás estilos como la desobediencia o la sumisión hacen parte de largos estudios de cómo los empleados responden ante jefes autoritarios o democráticos.
Finalmente, para completar el esquema de gobierno corporativo, se debe involucrar a los stakeholders, quienes cada vez son más reconocidos por los actores internos de la propiedad, el gobierno, la dirección y la operación. El estilo que debemos tener con los demás partícipes es “el consciente”, porque tendremos en cuenta nuestras actuaciones frente al medio ambiente, clientes, proveedores, sociedad, estado, entre otros. Sin embargo, hay estilos que han generado efectos secundarios como los “Inconscientes” donde lo que prima son los accionistas por encima de todo y los “Ingenuos” que por darle más relevancia a todos los stakeholders terminan por hacer inviable la empresa.
CEO Legacy and Management Consulting Group