Suiza negocia a la desesperada una rebaja de los aranceles de Trump
«Ha sido una reunión muy buena y amistosa», ha dicho la presidenta suiza, Karin Keller-Sutter, que ha viajado personalmente a Estados Unidos para reunirse con Marco Rubio e intentar reabrir la negociación sobre los aranceles, después de un incidente diplomático que … amenazaba con llevar la economía suiza a la ruina.
El pasado 31 de julio, durante una conversación telefónica con Donald Trump, Keller-Sutter se negó reiteradamente a aceptar las condiciones del presidente de Estados Unidos. Anteriormente, Trump había impuesto aranceles punitivos del 31% a los productos suizos y Keller-Sutter había conseguido un aplazamiento hasta el 1 de agosto. Suiza proponía un acuerdo con un arancel del 10% y una considerable inversión suiza en Estados Unidos.
Todavía seguían hablando cuando la secretaria de Estado, Helene Budliger, recibió un SMS de Washington indicando que la conversación debía finalizarse de inmediato. «Fin a esta conversación; de lo contrario, la situación empeorará», decía el mensaje. Dos minutos después, fue interrumpida y apenas habían pasado dos horas cuando Estados Unidos anunció aranceles del 39% a las importaciones suizas.
El líder de la asociación industrial tecnológica Swissmem, Stefan Brupbacher, advirtió que estaba en peligro la «prosperidad de todos» y la patronal Economiesuisse calculó «gran número de quiebras».
Con el fin de ofrecer a Trump una propuesta más atractiva, el ministro de Economía suizo, Guy Parmelin, había puesto en juego el pasado fin de semana la compra de gas natural licuado (GNL) estadounidense y otras inversiones de empresas suizas en Estados Unidos como posibles concesiones.
El Departamento de Estado de EE. UU., que dirige Marco Rubio, con el que Karin Keller-Sutter y su ministro habían conseguido esta cita de última hora y un tanto a la desesperada, antes de que entren en vigor los nuevos aranceles el jueves, no maneja sin embargo las negociaciones para acuerdos comerciales bilaterales, lo que potencialmente limita el impacto de la conversación.
Keller-Sutter viajó a la capital estadounidense sin una invitación formal de la Casa Blanca, a pesar de lo cual hace un balance positivo del contacto. «En la reunión de hoy con el secretario de Estado Rubio, discutimos la cooperación bilateral entre Suiza y Estados Unidos, la situación arancelaria y asuntos internacionales», ha escrito en X tras la reunión.
Competitividad amenazada
Con aranceles del 39 por ciento, el director del Instituto Económico Suizo (Kof) de la Universidad de ETH en Zúrich, Hans Gersbach, calcula una disminución del producto interno bruto suizo de entre el 0,3% al 0,6%. Si se agregara la industria farmacéutica, que ha sido excluida hasta ahora, probablemente sería de al menos el 0,7%.
Para algunos sectores que forman parte de la identidad económica suiza, estos aranceles resultarán definitivamente desastrosos. Ningún otro país, por ejemplo, recibe tantos relojes suizos como Estados Unidos: piezas por valor de 4.300 millones de francos en 2024, aproximadamente a 4.566 millones de euros, seguido de China con menos de la mitad.
La participación de Estados Unidos en las exportaciones de relojes es del 16,8 por ciento. Las empresas suizas se encuentran también entre los líderes del mercado mundial de máquinas y componentes de precisión: excavadoras especiales, equipos de inspección para tuberías o sensores para la automatización de fábricas, por ejemplo.
El fabricante de chocolate con más de 170 años de antigüedad, Maestrani, que vende a Estados Unidos cada cien gramos por cuatro euros, también ve un grave peligro para su sector. «Si estos aranceles se aplicaran de forma permanente, nuestra competitividad en el mercado estadounidense ya no estaría garantizada», dice Valentin Haag, su director de marketing.