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Trump confirma una conversación telefónica con Maduro

El presidente estadounidense, Donald Trump, ha confirmado este domingo que mantuvo la semana pasada una conversación telefónica con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aunque no ha querido dar detalles sobre la misma. «No quiero comentarlo. La respuesta es sí», ha respondido al … ser interrogado por la noticia de la llamada, publicada por varios medios estadounidenses.
«No diría que fue ni bien ni mal. Fue una llamada telefónica», ha añadido. ‘The New York Times’ y ‘The Wall Street Journal’ habían informado sobre la conversación.

Trump se ha referido además a la publicación del sábado en sus redes sociales en las que anunciaba que daba por «cerrado» el espacio aéreo venezolano, lo que se interpretó como un posible indicio de un ataque estadounidense.

El «efecto Trump» sacude Honduras y hunde a la izquierda oficialista

El «efecto Trump» ha sacudido Honduras de manera fulminante. Contra todos los pronósticos, Nasry «Tito» Asfura –el candidato conservador respaldado abiertamente por el presidente de Estados Unidos en las últimas horas de campaña– pasó de figurar tercero en las encuestas a situarse a … la cabeza en los primeros recuentos oficiales de esta noche electoral. Son resultados iniciales y falta aún la mayor parte del escrutinio, pero el golpe político ya es evidente. La izquierda institucional, impulsora del acercamiento a China, Venezuela y Cuba se desplomó en las urnas en medio de acusaciones de autoritarismo y denuncias de manejos irregulares durante la jornada.
En Honduras, Asfura es conocido como «Papi a la orden», un apodo nacido casi por azar que terminó definiendo su identidad pública. Durante años, cuando era alcalde de Tegucigalpa entre 2014 y 2022, recorría mercados, talleres y barrios polvorientos saludando siempre igual: «Papi, a la orden». Era su forma de mostrarse disponible y cercano, casi como un vecino que resuelve problemas prácticos más que un político dedicado a la retórica. Esa expresión, muy hondureña, se volvió su sello.
El apodo cuadra con su estilo. Asfura viste sencillo, evita corbata y cinturón, suele moverse sin grandes escoltas y habla con naturalidad, como quien hace trámites cotidianos antes que política nacional. Aborda lo mismo a un vendedor ambulante que una alcantarilla tapada. Representa, al mismo tiempo, a una derecha clásica: un Partido Nacional que intenta resurgir tras años de escándalos de corrupción y el desplome provocado por la detención y extradición a Estados Unidos de su antiguo líder, Juan Orlando Hernández.

Esta noche electoral marcó también un cierre abrupto para la etapa del oficialismo izquierdista encabezado por Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya. Su intento de trasladar el poder a su exministra de Defensa, Rixi Moncada, se convirtió en un revés inesperado. Desde hace meses, la oposición advertía sobre lo que llamaba un «plan Venezuela»: concentración de poder en el Ejecutivo, presión sobre instituciones, movilización partidaria en las calles, choques con sectores empresariales y tensiones con la Iglesia. Ese desgaste, acumulado a lo largo de toda la campaña, estalló hoy en las urnas.
Dos son los grandes derrotados de estas presidenciales. El primero es el oficialismo de Libre, que en el primer corte quedó muy por detrás de los dos candidatos en cabeza, ambos superando el medio millón de votos. El segundo, por una diferencia mínima, es Salvador Nasralla, del Partido Liberal, que llegó al domingo como favorito. Las encuestas lo favorecían y la campaña lo había colocado como la alternativa más sólida, pero terminó apenas por debajo de Asfura. Para él, la derrota reabre la herida de 2017, cuando sufrió un desenlace traumático con disturbios, acusaciones de fraude y la victoria final de Juan Orlando Hernández.
El primer corte del Consejo Nacional Electoral llegó tarde y cargado de tensión. La cadena nacional, convocada para las nueve de la noche, se retrasó casi una hora sin explicación. Cuando aparecieron los consejeros Ana Paola Hall, Marlon Ochoa y Cossette López, los datos sorprendieron al país: Asfura lideraba el escrutinio con 40,6%, seguido por Nasralla con 38,8%, mientras Rixi Moncada caía al 19,6%. A las once de la noche llegaron nuevas cifras: Asfura sumaba 530.073 votos y Nasralla 506.316. El Partido Nacional aseguró estar ganando en 14 de los 18 departamentos. Moncada anunció que hablará ya este lunes, después de haberse proclamado ganadora antes del cierre de urnas.
La conmoción fue mayor porque Nasralla había liderado la campaña durante semanas. Sin embargo, la intervención del presidente Trump –quien el viernes pidió votar por Asfura y atacó a Moncada y al propio Nasralla– parece haber alterado el equilibrio en el último tramo. Ese mensaje llegó acompañado del indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en Estados Unidos, un gesto que el oficialismo intentó usar en su favor denunciando interferencia extranjera. Finalmente, la percepción pública favoreció a Asfura, que capitalizó el movimiento a su favor en un electorado muy sensible a lo que ocurre en Washington.
Según las cifras más recientes, más de un millón de hondureños viven en Estados Unidos. Las remesas enviadas desde allí y otros países alcanzaron en 2024 unos 9.740 millones de dólares, equivalentes a entre el 25,6% y el 26,8% del PIB nacional. Entre enero y septiembre de 2025 entraron más de 9.080 millones. Esa dependencia convierte a la diáspora en un actor central de la economía hondureña. Por eso cada decisión en Washington –política migratoria, eventuales impuestos a las remesas, mensajes presidenciales– tiene repercusiones directas en Honduras.
En ese contexto, un «efecto Trump» puede mover capas enteras del electorado, especialmente en un país donde una parte significativa de la población depende de esos envíos y ve en Estados Unidos una referencia económica y política inmediata. Esta noche, ese efecto fue visible en los números preliminares. Falta aún la mayoría del escrutinio, pero el giro ya marca un antes y un después en el proceso electoral hondureño.

Máxima tensión en Honduras: grupos oficialistas irrumpen en centros y tratan de ocultar el recuento

Entraron de golpe, sin aviso, como un grupo organizado que sabía exactamente lo que quería hacer. Seis hombres, con camisetas rojas y negras con un mismo nombre estampado en grande en varias de ellas: «Rixi». Algunos iban con gorras, otros con pañuelos en el … brazo, y todos avanzaban formando un cerco sobre el aula donde estábamos periodistas y observadores internacionales. Era el centro de votación 10565 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, un punto clave en Tegucigalpa. Apenas cruzaron la puerta empezaron los gritos: «Fuera de Honduras», «No queremos extranjeros», «Aquí nadie mira el conteo». La orden era directa y hostil, dirigida a quienes habíamos llegado para documentar el cierre y el recuento.
GRAVÍSIMO. Colectivos del partido Libre, oficialista, expulsan a observadores internacionales y periodistas para que no presencien el recuento de votos en la urna 10565 de la UNAH en Tegucigalpa. #Honduras pic.twitter.com/X2NEPkMUQj— David Alandete (@alandete) December 1, 2025
Los observadores, algunos acreditados por misiones internacionales, otros independientes, intentaron explicar que tenían derecho a permanecer en el aula. No hubo espacio para diálogo. Uno de los hombres dio un empujón a un periodista que grababa con el móvil. Otro empezó a cerrar el acceso desde afuera. En cuestión de segundos, la sala quedó bajo su control. Nosotros, presionados hacia el pasillo, quedamos encerrados.
Aquel grupo no actuaba por cuenta propia. Obedecía al aparato del oficialismo. Las camisetas con el nombre de Rixi Moncada, candidata del partido Libre y figura estrechamente ligada a la presidenta Xiomara Castro, eran un mensaje en sí mismas. A lo largo del día, Rixi ya había declarado que iba ganando, incluso antes de que empezara el recuento en buena parte del país. Para la oposición, eso se ha vivido como la señal de una estrategia más amplia: administrar el caos, expulsar a los testigos y blindar los espacios donde se cuentan los votos.
Pido mucha atención a lo que está sucediendo ahora en Honduras. Grupos que ven en la imagen, del oficialista Partido Libre, fuerzan el cierre anticipado de una urna y tratan de expulsar a observadores internacionales para que no presencien el recuento. Muy tenso y peligroso. pic.twitter.com/PkL3TOLoh7— David Alandete (@alandete) December 1, 2025
La expulsión forzosa de observadores y prensa agravó ese temor. La presencia de un grupo organizado, alineado con el partido en el poder y dispuesto a forzar físicamente la salida de cualquier mirada independiente, convirtió el recuento de este centro en un proceso totalmente opaco. Lo ocurrido encaja, además, con las advertencias que los partidos opositores llevan días repitiendo: que ciertos sectores del oficialismo podrían empujar el proceso hacia una deriva en la que el caos funcione como herramienta para legitimar un resultado cerrado desde arriba.

La presidenta de mesa, del opositor Partido Nacional, estaba visiblemente alterada

Explicó que ese grupo la había obligado a cerrar la urna antes del horario oficial, dejando a decenas de hondureños sin posibilidad de votar. Yo mismo vi cómo una mujer vestida de rojo, del mismo grupo, se le acercaba con el móvil en alto, grabándola y exigiendo que cerrara el centro de inmediato. Eran las 17.40. El Consejo Nacional Electoral había ampliado la votación hasta las 18.00 por los retrasos en la entrega de material y en la apertura de los colegios, pero aun así la presionaron para detener el proceso antes de tiempo.

Momentos antes había estado en la misma universidad el favorito en las encuestas, Salvador Nasralla, candidato del Partido Liberal. Denunció que forzar el cierre anticipado de un centro es un delito electoral y señaló directamente al oficialismo. «Están tratando de cerrar los colegios antes de lo que ordenan las autoridades, y eso es ilegal», dijo. Según su equipo, un grupo vinculado a Libre intentó impedirle el acceso al aula donde ya se había clausurado la urna. Nasralla los increpó, reclamó que se respetara la ampliación del horario y el grupo terminó retirándose.
Esta tensión en el cierre decía mucho en una jornada ya marcada por fallos técnicos, aperturas tardías, urnas que no cuadran y un sistema biométrico que se cayó en numerosos centros. Desde las primeras horas, miles de votantes se enfrentaron a colas interminables y mesas sin material. En varios colegios de Tegucigalpa, la apertura se retrasó más de dos horas. La desorganización, lejos de resolverse con el paso del día, fue aumentando.
Por eso lo ocurrido en el 10565 no era un incidente aislado, sino un síntoma de tensión alimentada desde el oficialismo. En un país con un historial reciente de crisis poselectorales, la irrupción violenta de un grupo partidista, la expulsión de observadores y la proclamación anticipada de victoria de la candidata oficialista alimentan la sensación de que la línea entre una elección desordenada y una elección intervenida era borrosa.
Las irregularidades se habían acumulado desde la mañana y formaban ya un telón de fondo, la verdad, inquietante. El sistema biométrico falló en numerosos centros, obligando a permitir el voto sin validación de huellas o fotografía. Varias urnas abrieron con retrasos de más de dos horas porque no había material básico y en algunos colegios los votos registrados digitalmente no coincidían con las papeletas físicas. Cada presidente de mesa aplicó criterios distintos ante los fallos técnicos, lo que generó decisiones contradictorias y aumentó la desconfianza. A ello se sumaron intentos documentados de cierre anticipado de urnas incluso después de la ampliación oficial del horario, además de activistas del oficialismo moviéndose dentro de los recintos para presionar a miembros de mesa y votantes.
Ese ambiente alimentó un temor real entre la oposición y también entre no pocos observadores internacionales: que Honduras estuviera asomándose a una deriva parecida a la de Venezuela, con un proceso electoral desbordado por el caos y controlado por un solo bloque político. La proclamación anticipada de victoria por parte de Rixi, la entrada de grupos afines en centros estratégicos y la expulsión de testigos en momentos críticos ahondaron esa preocupación antes de un recuento total.

Caos, colas y un sistema fallido desbordan la elección más tensa de Honduras en años

En el Colegio de Abogados de Tegucigalpa, un bastión habitual del voto conservador y del Partido Nacional, la escena a media mañana era de agotamiento y frustración. La fila daba vuelta y media a la manzana y avanzaba con una lentitud que agotaba y … enfadaba a los cientos de vecinos que llevaban allí desde las 6.00. A las 10.30, muchos no habían logrado siquiera acercarse a la puerta. Dentro del edificio, el panorama no ofrecía alivio: una sola planta habilitada para una decena de urnas funcionaba sin señalización clara, entre empujones, dudas y discusiones sobre el orden de ingreso. El ambiente, cargado de ansiedad y cansancio, reflejaba el desgaste de una jornada que había comenzado tarde y que ya acumulaba retrasos en cada mesa.
Desde primeras horas del domingo quedó claro que no todos los llamados a las urnas lograrían votar. Más de seis millones de hondureños estaban convocados a elegir presidente, Congreso, alcaldías y representantes al Parlamento Centroamericano en un país que vota bajo estado de excepción y con una desconfianza acumulada desde las fallidas primarias de marzo. Honduras llegaba a esta jornada con acusaciones cruzadas de fraude, con la oposición denunciando intentos de manipulación y con el oficialismo señalando interferencias externas. Todo ocurre, además, bajo la presión directa de Estados Unidos: Donald Trump ha respaldado abiertamente al conservador Nasry Asfura y ha advertido sobre «resultados catastróficos» si no gana su candidato. En este contexto, las demoras, una red de registro caída y la apertura tardía de centros alimentan el temor a que el desenlace no va a ser aceptado sin disputa.
En el colegio Gustavo Adolfo Alvarado, María Durón, de 70 años, aguardaba sentada junto a otros adultos mayores que buscaban resguardo del sol y del cansancio. «No quieren que votemos, quieren que nos vayamos cansados, para que las elecciones se hagan solo con el grupo que está ahora mandando», decía a ABC mientras la fila avanzaba por tramos mínimos. Dentro del recinto, la escena era de parálisis total: habían pasado más de dos horas desde la hora oficial de apertura y aún no podían empezar porque faltaban urnas y sellos básicos para habilitarlas. Los miembros de mesa llamaban sin pausa al centro de atención del órgano electoral, pero no lograban respuesta. Con las cajas sin cerrar, sin material y sin instrucciones claras, no quedaba más que esperar.

Y hay responsables claros detrás de este desorden. La logística depende de las Fuerzas Armadas, que en teoría reportan al Consejo Nacional Electoral, pero cuya jefa directa es la ministra de Defensa, la propia presidenta Xiomara Castro. Bajo su mandato, Honduras ha girado hacia China y ha estrechado vínculos con la izquierda que marcó la etapa de su marido, el expresidente Manuel Zelaya. La oposición, tanto Libertad y Refundación como el Partido Nacional, sostiene que estos fallos no son accidentales: acusan a Castro de preparar un escenario de caos que favorezca a su candidata, Rixi Moncada, exministra de Defensa y figura clave del oficialismo en esta contienda.

El ambiente, cargado de ansiedad y cansancio, refleja el desgaste de una jornada que comenzó tarde y que ya acumulaba retrasos en cada mesa
D. Alandete

Todos los ojos están puestos en Honduras y en las disputas sobre el resultado, cuyo recuento se alargó hasta después del cierre de esta edición. Hay miles de observadores desplegados en el país: misiones invitadas por el Gobierno, equipos de la Organización de Estados Americanos (OEA) y delegados acreditados por la oposición. También han aterrizado figuras cercanas al oficialismo. En Tegucigalpa, en actos de campaña de Rixi Moncada, se vio a Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos y veterano asesor de regímenes de izquierda en política latinoamericana, y a la jueza electoral venezolana Jhannett Madriz, señalada como parte del entramado que avaló el fraude de ley de 2024 en las presidenciales de Venezuela. Su presencia ha añadido inquietud en una jornada ya marcada por retrasos, fallos técnicos y un ambiente de desconfianza creciente.
En varios colegios de Tegucigalpa el desorden fue evidente. Este diario recorrió cinco centros de votación junto a funcionarios del Consejo Nacional Electoral y ninguno abrió a la hora prevista. En todos se registraron fallos en alguna de las urnas vinculadas al nuevo sistema de telemetría, encargado de validar la identidad mediante huellas dactilares y fotografías. La aplicación o no del protocolo quedó, en la práctica, al criterio de cada presidente de mesa, lo que derivó en decisiones improvisadas y, en algunos casos, contrarias al reglamento. En la mesa 10.185 del Colegio de Abogados, por ejemplo, se permitió votar sin cotejo biométrico porque el dispositivo no funcionaba, pese a que la norma exige validar cada identidad antes de emitir el sufragio.
En el Colegio República de Panamá, la urna 9.901 presentó una anomalía aún más delicada: el sistema registraba más votos de los que habían sido depositados físicamente. Este diario contó 30 papeletas en la caja, mientras que la base de datos mostraba una veintena adicional. Ni el presidente de mesa ni el secretario ni los observadores pudieron explicar el desfase. Afirmaron que, al cerrar, se guiarían por los votos físicos, pero reconocieron que no tenían cómo garantizar que el desajuste digital no inflara el recuento posterior. Se trata de un centro situado en una zona donde el oficialismo de Libre concentra históricamente un apoyo considerable, lo que incrementó las suspicacias en una jornada ya tensa.
La historia reciente ya anticipaba este desenlace: un golpe en 2009, el caos poselectoral de 2017 y, ahora, un nuevo desastre logístico en el que el Ejército volvió a retrasar la entrega de urnas hasta entrada la noche en numerosos centros.

Un matrimonio, detenido por usar una cámara espía y auriculares para ganar casi 700.000 euros en un casino

La avaricia rompe el saco, o eso dice el refranero español y probablemente pueda corroborar un matrimonio kazajo detenido por presuntamente hacer trampas en un casino de Sídney (Australia) hasta lograr un botín de casi 700.000 euros. La pareja, en el colmo … de la ambición, empleó una cámara espía camuflada en la ropa de la mujer y «auriculares profundos» para comunicarse y defraudar al local de juego.
Ambos viajaron desde su país hasta Sídney en octubre y, el mismo día de su llegada, solicitaron sendas membresías en un casino en Baranagaroo. Desde entonces, realizaron múltiples visitas al estamblecimiento hasta ganar 1.179.412 dólares austrlianos (666.350 euros), según ha informado la Policía de Nueva Gales del Sur en su página web. El pasado jueves, en una de esas ocasiones, el personal del local detectó que la mujer llevaba oculta en la camiseta una discreta cámara.

La unidad policial encargada de este tipo de delitos fue notificada y acudió al casino, donde arrestó a la mujer, de 36 años, y a su esposo, de 44. Al registrarlos, los agentes encontraron pequeñas sondas magnetizadas, baterías, auriculares profundos y un teléfono móvil con un accesorio que permitía que el dispositivo viera, capturara o grabara imágenes discretamente.

La Policía también se incautó de un pequeño espejo personalizado para el mismo teléfono móvil. Al registrar posteriormente el alojamiento de la pareja, los efectivos hallaron otros accesorios de juego, así como joyas de alta gama y 2.000 euros.

Maduro se debilita al perder aliados en el Caribe y América Latina

Nicolás Maduro se va quedando solo y debilitado, nada menos que en sus propias narices frente a las turbulentas aguas del mar Caribe tomadas por la fuerza armada de Estados Unidos, donde su aliado y amigo Ralph Consalves, el primer ministro de San … Vincent y las Granadinas, fue derrotado este jueves en las elecciones de la isla antillana tras 25 años en el poder.
Ralph Gonsalves, un político vincentino líder del partido ULP (Partido de Unidad Laborista) de 79 años, era un amigo fiel de la familia presidencial de Maduro, su mujer Cilia Flores y sus sobrinos, hasta que terminó la larga luna de miel caribeña el pasado jueves cuando Godwin Friday del partido centroderechista ganó los comicios, poniendo fin al prolongado gobierno izquierdista y chavista.
Desde el año 2000 cuando Gonsalves asumió la jefatura de la isla afiliada a la comunidad británica comenzó a tejerse la relación con el entonces presidente Hugo Chávez y su gobierno y luego con Maduro. Todos los años visitaba Caracas y llegó a presidir el Caricom de 14 miembros.

La isla británica solo tiene una población de 100.000 habitantes pero su voto vale tanto en la OEA y la ONU como el de EE.UU. por lo que su votación y su influencia en el Caribe se alineaba siempre a favor del régimen chavista. Así se demostró en su votación registrada a lo largo de los 25 años.

Un refugio frustrado

A cambio, el régimen de Maduro, que acariciaba alguna vez refugiarse en la isla paradisíaca de su aliado Gonzalves, fue cimentando la infraestructura de la isla para ese momento. Maduro y su mujer Cilia Flores financiaron la construcción del aeropuerto de Sant Vincent y otras obras sociales de la isla caribeña.
Sin embargo, el financiamiento de Venezuela ya no fue suficiente para que Gonsalves siguiera en el poder. El opositor Friday, del Nuevo Partido Democrática (NPD), logró desbancarlo y tener la mayoría del parlamento (15 de 14 escaños) en los comicios de la semana pasada. Gonsalves se quedó con el único escaño de su partido.
Maduro ha condonado la deuda petrolera de Sant Vicente y de la República Dominicana y estos dos países le han dado la espalda.
Maduro presenta el síndrome del ser abandonado después de haber comprado la voluntad de otros durante años. Incluso ha amenazado al Gobierno de Trinidad y Tobago con atacarle por haber facilitado su territorio para instalar una base militar de EEUU. Igual tono ha sido con Guyana, más allá de la reclamación territorial legítima del Esequibo, que después de beneficiarse con los créditos blandos del suministro petrolero venezolano de Petrocaribe (2% de interés en 20 años) le dan la espalda.
Los negocios del hondureño Manuel Zelaya, al haber sido puesto por Maduro como jefe de Petrocaribe, tampoco le han dado resultados positivos para mantenerse en el poder en Caracas.
En las últimas elecciones celebradas en América Latina destaca la consolidación del partido de Javier Milei en las legislativas celebradas en Argentina el pasado mes de octubre, golpeando al peronismo y al kirchnerismo, en estos momentos hundidos en la ola de condenas y denuncias sobre corrupción.
«La elecciones en San Vicente y las Granadinas, los comicios legislativos de medio término en Argentina, la paliza que recibió la izquierda en Chile (queda la segunda vuelta, que se celebrará el 14 de diciembre) y el fin de 20 años de socialismo en Bolivia son la marcha fúnebre de la izquierda derrotado», afirma Arturo McFields Yescas, exembajador de Nicaragua ante la OEA, en Panampost.
Según Mcfields, la caída del régimen de Venezuela será fundamental para la libertad de América Latina. «No solo se trata de liberar a este país de la miseria, el narcotráfico y terrorismo. No. Se trata del principio del fin de las dictaduras de Nicaragua y Cuba».
El también periodista nicaragüense asegura que «las dictaduras no son eternas tienen fecha de caducidad. El principal problema es que no todas caen por los votos o procesos convencionales. Hay regímenes donde ya se intentó de todo y la única opción es la fuerza militar. No es la mejor, pero es la única».

De Chile a Bolivia

En Chile ganó la primera vuelta la comunista Jeannette Jara pero José Antonio Kast, el candidato derechista, aparece como favorito para la segunda vuelta según las encuestas.
En Bolivia, Rodrigo Paz ha dejado atrás dos décadas de izquierdismo, dominadas por el partido MAS, y ha roto con el aislamiento internacional. El nuevo presidente ha retomado las relaciones diplomáticas con Israel y Estados Unidos, y ha restablecido contactos con el FMI, el BID y el Banco Mundial.
Para McFields, Brasil y Colombia siguen por el mismo camino de cambiar de color el próximo año de cara a las elecciones previstas del 2026. «Colombia dice hasta nunca Petro. El peor presidente de la historia reciente de ese país se va en 2026 dejando la patria en llamas. Colombia se cae a pedazos por las drogas, el crimen y la corrupción gubernamental. Petro no fue un servidor del pueblo sino un adversario», asegura el analista.
En cuanto a Brasil, »Lula se prepara para hacer sus maletas en 2026. El líder del partido de los trabajadores no logró cumplir sus promesas económicas y se dedicó a defender tiranos y terroristas», mantiene McFields.