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Asar un cerdo en el Little Bangladés: el creciente choque de la extrema derecha con los musulmanes de Lisboa

Todos los caminos llevan a Roma, pero en Lisboa todos los inmigrantes procedentes de Bangladés acaban en la rua do Benformoso, junto a la conocida plaza de Martim Moniz. Es una especie de punto de acogida donde se encuentran con compatriotas y aprenden … a sobrevivir: cómo buscar casa, trabajo y obtener una autorización de residencia que, a menudo, les abre las puertas a Europa. Aunque tradicionalmente ha sido una zona de mezcla cultural y religiosa, en los últimos años muchos vecinos se quejan del aumento incontrolado de la población extranjera.
Caminar por la rua do Benformoso es como salir de Portugal y aterrizar en Daca: es difícil ver a algún portugués y aún más raro encontrarse con una mujer. Se calcula que hay más de 60.000 bangladesíes en el país –unos 20.000 solo en la capital– además de indios y paquistaníes. La mayoría son musulmanes, por lo que abundan tiendas donde no se vende cerdo y restaurantes en los que se paga una cuota fija mensual, de unos cien euros por persona, para todas las comidas.
Muchos viven hacinados, a veces más de 25 por piso, en condiciones precarias y cocinando con varias bombonas de gas a la vez, lo que supone un peligro. La basura se acumula en pasillos estrechos y casas con paredes desconchadas, donde hace tiempo falta una mano de pintura. Las autoridades denuncian que han llegado a registrar hasta 900 solicitudes de residencia con la misma dirección.

Pocos de los que llegan de estos países aprenden portugués: «bom dia», «boa tarde» y «tudo bem?» son suficientes para trabajar como conductores de Uber, repartidores de comida a domicilio o guías de tuk-tuk, aunque a menudo se equivocan en la historia de Portugal que cuentan a los turistas.
Quienes no logran establecerse en Lisboa se desplazan a la costa alentejana, donde trabajan de sol a sol en invernaderos de moras y frambuesas. Duermen en almacenes sin agua corriente, sobre colchones compartidos por los que llegan a pagar 150 euros al mes. Algunos de ellos ni siquiera tienen un contrato, otros no cobran todas las horas que trabajan. Casi todos llegan endeudados: más de 15.000 euros para poder entrar en Portugal que van pagando poco a poco, descontándolo de los sueldos.
En abril pasado, con motivo del final del Ramadán, más de 4.000 musulmanes, todos ellos hombres, se instalaron em la plaza de Martim Moniz, uma iniciativa organizada por el Centro Islámico de Bangladesh. La comunidad islámica asegura que las mezquitas actuales ya no tienen capacidad suficiente. Desde el partido de derecha radical Chega se oponen tajantemente a construir una más en Lisboa.
En la celebración del 51 aniversario del 25 de abril, el Partido Ergue-te y el Movimiento Habeas Corpus, ambos de extrema derecha, organizaron una manifestación con el lema «ven a celebrar Portugal», en la que pretendían asar un cerdo a la brasa en la plaza Martin Moniz por la que pasan a diario miles de inmigrantes musulmanes, que consideran el consumo de cerdo impuro. La Policía prohibió la manifestación alegando «riesgo de desorden pública» y los organizadores se defendieron diciendo que solo estaban siguiendo «una tradición portuguesa».

Los brasileños que temen que Portugal deje de ser su casa tras la dura reforma migratoria

Son brasileños. La principal comunidad extranjera en Portugal, con más de medio millón de inmigrantes. Junto con su alegría y el Carnaval, han traído una mano de obra que sostiene sectores claves como la construcción, la hostelería o la estética. Portugal les abrió … sus puertas y, en general, se sienten bien acogidos en un país hermanado por historia, cultura y lengua. Pero muchos llevan años intentando regularizar su situación sin éxito.
Se topan con una burocracia enrevesada: filas de espera interminables, organismos que no responden, llamadas que nadie atiende, correos electrónicos que parecen mensajes lanzados al mar en una botella. Algunos, los que pueden permitírselo, contratan abogados y presentan demandas contra el Estado. Otros simplemente rezan por obtener algún día la ansiada nacionalidad.
Ahora, tras la aprobación de la reforma de la ley de extranjería, viven con el corazón en un puño, preguntándose qué pasará con ellos y sus familiares sin papeles. Un lamento que, más que a samba, suena a fado.

Ana Paula Reis, 41 años
«Si mi hijo tuviera que regresar a Brasil, me iría con él, dejando atrás mi vida, mi negocio… mis deudas»

Ana Paula Reis con su permiso de residencia caducado

ABC

Ana Paula Reis tiene 41 años, es enfermera y en Río de Janeiro tenía una peluquería. La inseguridad la empujó a emigrar y eligió Portugal en busca de una vida mejor. Llegó a un pueblo de Guarda en agosto de 2022 con un visado de turista, «porque primero quería conocer el país». Pero apenas doce días después, ya trabajaba en una cafetería, así que decidió presentar su «manifestación de interés», un procedimiento (extinguido en 2024) que permitía solicitar permiso de residencia con contrato de trabajo, sin necesidad de visado previo. Junto a ella venía su hijo Gustavo, de 18 años, con una minusvalía mental del 75%. Pudo inscribirlo en una institución de día y siguió trabajando hasta lograr comprarse su propia cafetería, donde trabaja con su pareja y una empleada, también brasileña.
Con negocio y casa propia, obtuvo tras meses de espera una autorización de residencia: una hoja A4, ahora desgastada y caducada. Debería haberla renovado en mayo, pero no ha conseguido cita. Lo que más le preocupa, sin embargo, es que Gustavo sigue sin permiso. «Me da miedo que cuando vaya a la playa con su institución, se cruce con la Policía y se ponga nervioso porque no tiene documentos».
La Agencia para la Integración, Migraciones y Asilo (AIMA) exige que, por ser mayor de edad, solicite la residencia por la vía normal y no por reagrupamiento. «¿Pero cómo va a hacerlo, si ya está en mi proceso como dependiente?», se pregunta Ana Paula. Su abogado, Rodolpho Sousa, presentó una acción judicial y el juez les dio la razón, ordenando el reagrupamiento. Pero hasta ahora no ha habido respuesta. «Me he estrellado contra una puerta y ya no sé qué más hacer», lamenta, temiendo que las nuevas leyes lo compliquen todo aún más. «Ni siquiera puedo llevar a mi hijo a España, porque podría no volver. Si él tuviera que regresar a Brasil, me iría con él, dejando atrás mi vida, mi negocio… mis deudas». Y concluye: «Mi hijo solo me tiene a mí».

Tailla Rosa, 34 años
«Mi residencia sigue siendo válida, pero el documento está vencido»

Tailla Rosa y su familia.

abc

Como Ana Paula, muchas otras familias brasileñas viven en este limbo. Tailla Rosa, de 34 años, llegó a Aveiro con visado de trabajo en septiembre de 2021, junto con su marido y dos hijos (hoy de 9 y 13 años). «A diferencia de muchos, quise venir por la vía legal», cuenta. Sin embargo, su permiso de residencia ha caducado y sus hijos ni siquiera tienen uno. «Los correos no los responden y por teléfono solo dicen que está en análisis». Presencialmente, solo dan ocho citas al día. Ayer volvió a intentarlo, sin éxito. «Mi residencia sigue siendo válida, pero el documento está vencido», explica.

El sueño de la nacionalidad

Además, como el reagrupamiento familiar no se ha concedido, a sus hijos no les asignan médico de familia y debe pagar los medicamentos. «Gracias a Dios nunca he necesitado una cirugía», dice con resignación. Trabaja como esteticista desde su llegada y su marido en la construcción. Pedir la nacionalidad es un sueño que cada vez parece más difícil de conseguir.
En el Debate sobre el Estado de la Nación, el primer ministro conservador, Luís Montenegro, defendió que las reformas buscan una política migratoria «más humanizada y digna», y que la ciudadanía portuguesa se conceda únicamente a quienes realmente se integren: «A quienes hablen nuestra lengua, vivan nuestra cultura y elijan Portugal como su patria», señaló.

Davi Rodriguez, 28 años
«En Portugal no te matan por la calle como en Brasil, debería ser más fácil vivir aquí»

Davi Rodrigues y su esposa, Phatrícia

Es el caso de Davi Rodrigues, de 28 años, emprendedor brasileño que llegó desde Río hace tres años. No vino por dinero, sino para huir de la criminalidad: fue asaltado ocho veces en un año. A su llegada, entró en el sector inmobiliario, obtuvo NIF, pagó impuestos y cotizó sin problemas. Pero, como tantos otros, no consiguió el permiso de residencia. Después se casó con Phatrícia, brasileña nacionalizada, e intentaron el reagrupamiento familiar porque les pareció una vía más rápida, sin éxito. Tuvieron que pedir ayuda económica para costear una abogada hasta que lograron el permiso.
Hoy, juntos, dirigen el Instituto Catedral, organización con sede en Lisboa de ayuda alimentaria que apoya semanalmente a más de 150 familias, portuguesas e inmigrantes. «Es muy triste, porque muchos son explotados por no tener contrato», dice Davi. Uno de los beneficiarios es un angoleño que trabaja como guardia en una obra pero lleva tres meses sin cobrar sueldo. «Es una situación muy triste. En Portugal no te matan por la calle como en Brasil, debería ser más fácil vivir aquí».
Aunque se alegra de vivir en un país seguro, a nivel burocrático está siendo una pesadilla para muchos de estos brasileños que solo buscan vivir y trabajar. El mismo día que el Parlamento aprobó la reforma migratoria, el abogado Rodolpho Sousa presentó 250 procesos judiciales en el Tribunal Administrativo de Lisboa para solicitar autorizaciones de residencia. «Vamos contrarreloj», afirma. Su objetivo es obtener audiencias mientras la ley actual siga vigente.
El presidente Marcelo Rebelo de Sousa tiene 20 días para promulgarla o enviarla al Tribunal Constitucional. Mientras, miles de brasileños siguen sirviendo cafés, construyendo casas al ritmo de bossa nova o emprendiendo en salones de belleza, con una sonrisa que oculta su incertidumbre y sus miedos. ¿Qué hará Portugal sin ellos?

Epstein destroza el relato del Trump invulnerable a los seis meses de mandato

20/07/2025 a las 05:02h.

Donald Trump cumple este 20 de julio seis meses en el poder con un control casi total del aparato institucional, una agenda sin frenos y una velocidad de ejecución que sus propios asesores definen como aplastante. Ha enderezado la economía, reescrito la política migratoria, intervenido en Oriente Próximo y forzado a China a renegociar los aranceles. Tiene al Capitolio de momento alineado, al Tribunal Supremo a su favor y una Casa Blanca muy disciplinada, a diferencia de en su primer mandato. Y sin embargo, hoy, lo que sacude su presidencia, lo que le vuelve irascible, lo que preocupa a su equipo no es un frente exterior, ni la resistencia demócrata: es Jeffrey Epstein.
Epstein es el único nombre capaz de romper la ilusión de invulnerabilidad que Trump ha construido durante dos décadas. Porque Epstein simboliza todo lo que Trump ha prometido combatir: élites corruptas, secretos impunes y poder sin consecuencias. Si el nombre de Trump aparece vinculado, aunque sea de forma colateral, en los archivos secretos de la causa de ese depredador ya fallecido, se tambalea el relato de que el presidente no es como los demás.

El arranque del segundo mandato ha sido demoledor. El 4 de julio, Trump firmó su gran ley fiscal: un paquete de recortes de impuestos y aumento de gasto que consolida la bajada fiscal de 2017, recorta programas sociales y dispara el presupuesto militar. La medida ha elevado el déficit, sí, pero también ha desatado el entusiasmo de su base.

A la par, se endureció la política migratoria, ya que hoy se permite detener sin fianza a cualquier inmigrante acusado de delitos menores. Las deportaciones superan las 200.000. El mensaje es claro: en Estados Unidos no debe entrar quien no deba estar.

Trump será el primer presidente estadounidense en realizar una segunda visita de Estado a Reino Unido

14/07/2025 a las 18:14h.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, será recibido con todos los honores en Reino Unido tras la invitación del Rey Carlos III, del 17 al 19 de septiembre, para una segunda visita de Estado tras la que realizó de 2019.
Trump estará acompañado por su esposa, Melania, ha precisado el Palacio de Buckingham en un breve comunicado este lunes, en el que detalla que el presidente estadounidense, gran admirador de la familia real, será recibido en el castillo de Windsor.

La invitación del Rey se hizo pública el 27 de febrero, cuando el primer ministro británico, Keir Starmer, entregó al presidente estadounidense una carta del monarca ante las cámaras de televisión en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

La visita se produce cuando Trump es muy impopular en Reino Unido, con un 16% de opiniones favorables y un 70% desfavorables, según una reciente encuesta de YouGov, y se prevén medidas de seguridad drásticas.

La UE y China se encaminan a una cumbre marcada por la confrontación

El vuelco de la relación entre la Unión Europea y Estados Unidos provocado por el regreso de Donald Trump no ha alterado el vínculo comunitario con China. Este permanece tan tirante como antes, es decir, una manera de ir a peor. Entretanto, a ambos … lados se les viene encima la Cumbre UE-China, programada para el próximo 24 de julio en Pekín, la cual venía a escenificar la celebración del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas y quizá acabe escenificando una colisión.
La última en tomar pulso a esta dinámica ha sido Teresa Ribera. La vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea ha concluido este lunes una visita oficial de dos días a la capital china, donde ha presidido el Sexto Diálogo de Alto Nivel China-EU sobre Medio Ambiente y Clima en compañía del viceprimer ministro Ding Xuexiang.

«Por supuesto hay una serie de cuestiones en las que estamos dispuestos a seguir trabajando e identificando cómo podemos solucionarlas, pero también diré que es una relación que merece atención y confianza», ha apuntado Ribera al término de su viaje, durante una rueda de prensa celebrada en la delegación de la UE.
Mediante esta perífrasis la exvicepresidenta española venía a confirmar el delicado momento, al tiempo que reconocía que la agenda climática es quizá «el área en el que [ambos lados] estamos más cómodos». Micrófonos aparte, fuentes diplomáticas europeas retratan con menos cautela una profunda confrontación.
«La cumbre probablemente será tensa y poco fructífera, debido a los intereses enfrentados y las posturas inflexibles de ambas partes. El encuentro, que originalmente iba a durar dos días, se ha reducido tras el fracaso de las reuniones preparatorias, marcadas por un endurecimiento de posiciones y expectativas poco alineadas. Las recientes visitas del ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, a Bruselas, Berlín y París no lograron generar el impulso positivo que se esperaba para preparar la cumbre», apuntaba un informe reciente de la consultora Eurasia.
Los preparativos, en efecto, prefiguran un fracaso. La duración inicial de dos jornadas, una en Pekín y otra en Hefei, ha quedado reducida a solo la primera. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo, António Costa, mantendrán un encuentro político con el líder Xi Jinping, otro económico con el primer ministro Li Qiang y, por último, un banquete. La intervención, o no, del líder podría confirmar el fiasco.
«Como resultado, el encuentro podría convertirse, en el mejor de los casos, en un diálogo de sordos y, en el peor, en un escenario de hostilidad explícita, especialmente si el presidente Xi Jinping decide de forma inesperada cancelar su participación», aventuraba la nota.

Comercio y Rusia

Por un lado, la UE exige a China que aborde cuestiones estructurales en su relación comercial pendientes desde tiempos antediluvianos: equilibrar el enorme déficit, controlar el impacto del exceso de capacidad de su industria y ofrecer mejores condiciones de acceso a las empresas europeas en suelo chino.
Por otro, que use su influencia sobre Rusia para facilitar la paz en Ucrania. En ese sentido, la inesperada franqueza del ministro de Exteriores Wang Yi en su reunión a principios de mes con la Alta Representante Kaja Kallas. Según recogió el diario ‘South China Morning Post’, el mandatario aseguró entonces que su país no quiere ver una derrota de Rusia en Ucrania, pues eso permitiría que EE.UU. focalizara su atención en China.
Los equilibrios de la triangulación entre China, EE.UU. y la UE no acaban de encajar, convertidos en una sucesión de impactos sin lógica de continuidad. Con motivo de la guerra comercial desatada por Trump y el consiguiente intercambio de restricciones, el gigante asiático descubrió el poder de los controles de exportación sobre las tierras raras, materiales fundamentales en todo tipo de industrias modernas sobre los cuales mantiene un monopolio casi absoluto.
Así, pese a su intento de atraer a la UE a su causa para hacer frente a EE.UU., comenzó a aplicar estas mismas restricciones a las empresas del Viejo Continente, ante la alerta y el enfado de las autoridades comunitarias. La supuesta «ofensiva de encanto» china se caía a pedazos, si es que alguna vez existió. «Han descubierto un arma poderosísima y la están usando también contra nosotros», explicaba a este periódico una fuente involucrada en las negociaciones. «Dicen que han relajado los controles, pero sigue habiendo todo tipo de problemas».
Las desavenencias se intensificaron con los aranceles impuestos por la UE a los coches eléctricos chinos aplicados de manera provisional en julio del año pasado. Ambos lados podrían llegar a un acuerdo para aplicar otra fórmula, como precios mínimos.
Más allá de eso, China no ambiciona más cambios, pues el statu quo sirve a sus intereses. «No existe un conflicto de intereses fundamental entre China y la UE, y ambas partes comparten amplios intereses comunes», incidía el comunicado oficial emitido por el ministerio de Exteriores tras la reunión de Kallas y Wang Yi.
Así, hay poco espacio al optimismo. «Las industrias europeas seguirán viéndose amenazadas de forma existencial por la competencia china», concluía el informe de Eurasia. «El modelo económico de Pekín y su respaldo a Moscú obligarán a Europa a dar prioridad a la seguridad, lo que a largo plazo colocará a la UE en un rumbo de colisión con China».

Detenido un preso que escapó en la bolsa de ropa sucia de otro recluso en Francia

14/07/2025 a las 19:50h.

Un recluso de 20 años logró escapar del centro de detención preventiva de Lyon-Corbas (Francia) el pasado viernes al esconderse en la bolsa de ropa sucia de su compañero de celda, que acabada de ser liberado. Su breve fuga ha terminado en la mañana de este lunes con su arresto en Sathonay-Camp, en el área metropolitana de Lyon.
El joven ha sido arrestado «alrededor de las 6.00 de la mañana cuando salía de un sótano» y actualmente se encuentra bajo custodia policial, tal y como ha asegurado ‘Le Monde’. Sin embargo, su compañero de prisión, su «cómplice», no estaba con él y aún no ha sido deternido.

La administración penitenciaria se percató de su ausencia al día siguiente, según la información revelada por la oficina de BFM en Lyon. «Se trata de un fenómeno extremadamente inusual que revela una serie de disfunciones inaceptables», ha confirmado Sébastien Cauwel, director central de la prisión.

El fugitivo, de 20 años y 172 centímetros de estatura, estaba sujeto a una tarjeta roja de la Interpol, acusado de asesinato premeditado y asociación delictiva, según ha declarado Cauwel. Elyazid Ahamade es originario del archipiélago francés de Mayotte y es conocido con los apodos de ‘Joker’ o ‘Equalizer’.