Cuba, la isla sin mendigos sumida en la pobreza
«Buenos días, ¿usted cree que me puede dar algo de dinero para comer?», me preguntó la señora mientras almorzaba en una cafetería de La Habana. Sobrepasaba los 70 años de edad, estaba bien vestida, llevaba un bastón que la ayudaba a moverse lentamente … entre las mesas del lugar. Le di dinero y parte del alimento que consumía en ese momento. «Muchas gracias», me respondió al retirarse.
Ese mismo día, a escasas calles de allí, otra señora mayor buscaba comida entre los estantes de basura. «Ahí donde la ves -me explicó una persona que la observaba-, ella es licenciada en Educación, fue maestra de todos en este barrio».
Escenas como estas son comunes en Cuba y se han agudizado en los últimos años a la par del aumento de la miseria en el país como resultado de la pésima administración gubernamental y de un sistema fallido. La mayoría son ancianos (representan alrededor del 21 % de la población), otros son enfermos mentales, alcohólicos, personas sin hogar o en la miseria extrema. Unos piden dinero, otros buscan en la basura, y no pocos están en los semáforos limpiando parabrisas por algunas monedas.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), la pensión que recibía el 40 % de los jubilados en 2024 era de 1.528 CUP mensuales (3,6 euros), con lo cual no sobreviven ni tres días. La entidad también ha reportado que el salario medio mensual en el sector estatal hasta abril de 2025 era de 6 506,5 CUP (alrededor de 15 euros); esto alcanzaría para comprar 30 huevos (6,35 euros), un pomo de aceite (2,3 euros), un kilogramo de arroz (1,5 euros), y el monto restante (4,85) apenas alcanzaría para comprar un kilo de azúcar y ni soñar con la carne.
Aunque los adultos mayores son los casos más comunes, también los menores de edad se han visto pidiendo dinero, fundamentalmente en zonas de turismo.
Sin embargo, la Ministra de Trabajo y Seguridad Social del país, Marta Elena Feitó Cabrera, negó ante el Parlamento la existencia de «mendigos», alegando que se trataba de personas «disfrazadas» y que han elegido «un modo de vida fácil». Sus declaraciones -que resultaron en su renuncia menos de 24 horas después- fueron aplaudidas por todos los presentes en la sala.
Pobreza extrema
El rechazo generalizado en la población al pronunciamiento de la Ministra, generó incluso la respuesta del presidente cubano Miguel Díaz-Canel. El mandatario escribió en la red social X: «Muy cuestionable la falta de sensibilidad en el enfoque de la vulnerabilidad. La Revolución no puede dejar a nadie atrás, esa es nuestra divisa, nuestra responsabilidad militante».
Por su parte, el Primer Ministro, Manuel Marrero, publicó: «La atención a las personas, familias y comunidades en situación de vulnerabilidad siempre ha sido y será una prioridad de la revolución, una obra de humanismo y justicia social. Al analizar esos fenómenos que existen en nuestra sociedad no podemos ser superficiales».
«No son vulnerables», respondió Elaine Díaz, socióloga e investigadora. «Vulnerables somos todos. Tampoco son personas con una ‘conducta deambulante’», ellos no están en esa situación por decisión personal sino que «se trata de personas pobres y en situación de calle», cuya «mendicidad» es resultado de «un problema estructural grave que en todas partes del mundo se conoce como pobreza», enfatizó.
Desde hace más de treinta años el régimen cubano no publica este tipo de indicadores pero organizaciones independientes como el Observatorio Cubano de Derechos Humanos ha desarrollado investigaciones y asegura que actualmente el 89% de la población en Cuba vive en la pobreza extrema.
Conducta «delictiva»
La Ministra incluso criminalizó la conducta de las personas que buscan en la basura, afirmó que solo buscaban materias primas para luego venderlas de manera ilegal.
Los llamados «buzos» son aquellos que hurgan en la basura, muchos buscan comida, otros incluso ropa, zapatos u otros artículos que cubran sus necesidades.
Aunque el Estado cubano asegura que trabaja para asegurar la «justicia social», la realidad es que la desigualdad y la pobreza es alarmante. No obstante, se niega a aceptar y promover iniciativas de la sociedad civil enfocadas en alimentar o apoyar a los indefensos y, en su lugar, los criminaliza.
Uno de ellos fue el líder opositor José Daniel Ferrer, quien fue devuelto a prisión este año por ofrecerle alimento a cientos de personas en Santiago de Cuba, incluso a madres con varios hijos y ancianos en la total miseria.
La crisis energética que provoca apagones de electricidad de hasta más de 20 horas diarias, también ha obligado a los cubanos a asumir conductas de supervivencia. Muchos se ven obligados a cocinar con leña, a comer una vez al día, a pescar si tienen algún embalse cercano, a recolectar frutas o viandas si tienen sembrados continuos. A esto es a lo que Díaz-Canel cínicamente llama «resistencia creativa».
En contraposición al eslogan de ‘Cuba avanza’, difundido por el régimen, los cubanos responden «avanzamos tanto que pronto llegaremos a la «comunidad primitiva».