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Al menos 25 muertos por un incendio en una discoteca en India

Las autoridades del estado indio de Goa, en el oeste del país, han elevado a 25 la cifra de fallecidos por quemaduras y asfixia y a al menos seis la de heridos como consecuencia de un incendio producido tras una explosión -cuyas causas aún … se desconocen- que ha arrasado una discoteca de la villa de Arpora.
Así lo ha indicado el ministro principal de Goa, Pramod Sawant, que previamente había notificado 23 defunciones, en una publicación en su cuenta en la red social X en la que ha detallado que los seis heridos se encuentran «estables y recibiendo la mejor atención médica».

«He ordenado una investigación judicial sobre todo el incidente para determinar la causa y determinar las responsabilidades», ha reiterado. «Hoy es un día muy doloroso para todos en Goa. Un grave incendio en Arpora se cobró la vida de 25 personas. Estoy profundamente afligido y ofrezco mis más sinceras condolencias a todas las familias en duelo en este momento de pérdida inimaginable», comunicaba horas antes el propio Sawant, también vía X, tras una visita al lugar del incidente.

Sobre el terreno, el ministro avanzó ya la puesta en marcha de una investigación exhaustiva sobre lo sucedido en Arpora para dilucidar «la causa exacta del incendio» y comprobar «si se cumplieron las normas de seguridad contra incendios y las normas de construcción». «Los responsables se enfrentarán a las medidas más rigurosas que establece la ley; cualquier negligencia será sancionada con firmeza», apostilló.

Trump impulsa el giro a la derecha en América Latina en plena crisis de seguridad y recesión

La semana pasada, Honduras estrenó en Centroamérica una dinámica que ya empuja al resto de América Latina: la izquierda se hunde y Donald Trump no es tan impopular fuera de sus fronteras como muchos suponían. En un país acostumbrado a elecciones ya tensas, … el respaldo explícito del presidente estadounidense al candidato de derecha Nasry Asfura alteró el guion previsto y disparó su apoyo en las urnas, donde remontó de forma totalmente inesperada.
El recuento sigue siendo agónico, con márgenes estrechos y acusaciones cruzadas entre él y Salvador Nasralla, pero el dato de fondo no cambia: la derecha, en la que compiten ambos, ha devorado al oficialismo y ha dejado a la izquierda gobernante ante un derrumbe catastrófico, pues no llega al 20% del voto.
El viraje hondureño encaja en una tendencia continental que se acelera y que gana peso por la presencia directa de Estados Unidos con Trump. En Argentina, las elecciones parciales del mes anterior ofrecieron otro indicio del avance conservador en la región. Javier Milei, que llegó al poder con un plan de choque y admiración por Trump, venía de una derrota en la provincia de Buenos Aires que muchos interpretaron como el inicio de su fin. Sin embargo, la intervención de Estados Unidos cambió el escenario. Trump ató su respaldo financiero a la continuidad de las reformas y amplió la asistencia en pleno asedio económico.

Lejos de castigar a Milei, los votantes respaldaron ese rumbo. En las legislativas, sus socios superaron el 40% del voto nacional y ampliaron su presencia en ambas cámaras. Incluso en plena recesión y con un ajuste severo, una parte mayoritaria del electorado optó por mantener un proyecto ultraliberal y alineado con Trump antes que devolver el poder a un peronismo al que muchos responsabilizan de la miseria extendida.
La Casa Blanca había ligado a esa elección un paquete de apoyo financiero de hasta 40.000 millones en canje de moneda, condicionado a una victoria de los mileístas, que finalmente llegó. Trump llegó incluso a ofrecerle en broma misiles Tomahawk para usarlos contra los peronistas, un gesto que ilustró hasta dónde ha llegado la sintonía entre Washington y Buenos Aires.
Durante la última década, América Latina había quedado bajo el control casi total de gobiernos de izquierda que prometían redistribución, un estado fuerte e intervencionista y distancia con Washington. Desde México hasta Argentina, aquella ola de izquierda se presentó como un proyecto capaz de redefinir la región tras el auge del neoliberalismo. Pero aquello no resistió la erosión simultánea de inseguridad ciudadana, recesión y migración masiva.
Hoy el péndulo se mueve en la dirección contraria. Un bloque diverso de candidatos conservadores, liberales como Milei y autoritarios como Nayib Bukele en El Salvador, avanza en sociedades que, según expresan en las urnas, quieren cambio.

El chavismo robó las elecciones en Venezuela

Si Nicolás Maduro no hubiera manipulado las elecciones de 2024, los ganadores habrían sido los candidatos de Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado. La dirigente, Premio Nobel de la Paz y admiradora declarada de Trump, encabezaba una oposición conservadora que amenazaba con poner fin a un régimen sostenido durante años por el eje chavista, alineado con Cuba y protector de movimientos afines en la región, incluida la formación de la aun presidenta hondureña, Xiomara Castro.

El líder estadounidense ofrece a los candidatos afines respaldo económico y militar, y alianzas duras basadas en mano duro e incorrección política

La figura de Trump, lejos de erosionar sus posibilidades, se ha convertido en un activo para muchos de ellos. El líder estadounidense ofrece respaldo económico, apoyo militar y alianzas basadas en mano dura e incorrección política que conecta con ciudadanos cansados de la inseguridad y del estancamiento económico.
El resultado es un continente que abandona la hegemonía de la izquierda y abre paso a una derecha que, con unos matices distintos, comparte promesas de ley y orden, disciplina fiscal y una relación más estrecha con la primera potencia.

Chile: Kast, favorito frente la comunista Jara

En Chile, el giro es especialmente revelador por ocurrir en uno de los países que durante años representó el laboratorio de la izquierda continental. Cuatro años después de la llegada de Gabriel Boric al palacio de La Moneda, el país se ha desplazado con fuerza hacia la derecha. En la primera vuelta de las presidenciales el mes pasado, cerca del 70% del electorado apoyó a candidatos conservadores, y el derechista José Antonio Kast, que celebra abiertamente la victoria de Trump en 2024, parte como favorito para imponerse en la segunda vuelta del 14 de diciembre frente a una comunista, Jeannette Jara.
Ken Roberts, profesor de Política especializado en América Latina en la Universidad de Cornell, resume así este cambio en Chile: «Una victoria de Kast reforzaría el reciente auge de fuerzas de derecha y ultraderecha en América Latina, respaldadas de forma decidida por la administración Trump en Estados Unidos. Pero también prolongaría un patrón más largo de voto volátil contra los oficialismos en las turbulentas aguas democráticas de la región. Ese patrón sugiere que cualquier giro a la derecha en Chile y en los países vecinos probablemente se enfrentará a fuertes resistencias y a fragilidades de fondo en un contexto marcado por la polarización y por instituciones severamente debilitadas».

Lucha contra las bandas criminales

En buena parte del continente, la inseguridad y el crimen organizado se han convertido en el principal motor del voto. El auge de bandas de delincuentes como el Tren de Aragua, las extorsiones y los homicidios han desbordado a gobiernos que prometieron reformas sociales pero no lograron frenar la violencia.
Desde Chile hasta Honduras, la sensación de descontrol ha empujado a los electores hacia candidaturas que ofrecen restablecer el orden y una mayor austeridad. Además la inmigración venezolana, convertida en fenómeno estructural, ha añadido presión en países que no estaban preparados para absorberla y que ahora ven con buenos ojos el cierre de fronteras.

El ‘modelo Bukele’ gana fuerza

El modelo de Bukele en El Salvador se ha transformado en una referencia regional. Su combinación de megaprisiones, detenciones masivas y poderes reforzados se observa con atención en Perú, Ecuador y en la oposición de Colombia, donde los candidatos conservadores lo presentan como prueba de que es posible recuperar las calles y ganar en seguridad a costa de limitar libertades individuales. Ese discurso encuentra terreno fértil en sociedades que ya no creen en promesas graduales.
La prueba es Bolivia, donde el vuelco fue profundo. Tras casi dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo, los votantes optaron en octubre por Rodrigo Paz, un conservador que promete de desmontar los controles estatales que habían ahogado al sector energético. La caída del precio del gas, la falta de divisas y la incapacidad del Gobierno saliente para poner en marcha la industrialización del litio precipitaron el desgaste.
El triunfo de Paz abrió un canal directo con Washington y con los organismos multilaterales, que ven en Bolivia un actor estratégico por sus enormes reservas de litio y por la necesidad de estabilizar la economía antes de que derive en una crisis mayor que desestabilice en continente.
La clave está en cuánto pueden aguantar estas medidas. A Bukele le van bien en términos de popularidad, pero en Ecuador, Daniel Noboa atraviesa un escenario más complicado. Llegó como un candidato joven que prometía eficacia y orden, pero su relación con el electorado se ha deteriorado con rapidez. La consulta en la que buscó habilitar bases militares estadounidenses en territorio ecuatoriano fue un punto de quiebre: los votantes rechazaron la propuesta de forma contundente y le enviaron un mensaje claro sobre los límites de alinearse con Trump. A ello se suma el repunte de extorsiones, asesinatos y secuestros, que ha puesto a prueba su promesa de recuperar la seguridad.

El paso al frente de Friedrich Merz

07/12/2025 a las 04:42h.

La Unión Europea no puede hacer las reformas pendientes para convertirse en un actor global eficaz sin una Alemania que lidere. Por fin, tras meses de vacilaciones y problemas en la gran coalición, el canciller germano ha empezado a dar señales de que está … dispuesto a volcar el peso de su país en un asunto europeo de enorme trascendencia, ayudar a Ucrania a resistir la presión de Estados Unidos. Si no da pasos al frente, Merz corre el riesgo de parecerse cada vez más a su antecesor, Olaf Scholz, sobre el que había depositadas muchas esperanzas, a las que respondió con una gestión sin pulso y desdibujada.

Los enviados de Donald Trump a negociar un alto el fuego se inclinan por recompensar a Rusia y negar garantías suficientes de seguridad a Ucrania. Quieren además gestionar los activos congelados del Banco Central de Rusia depositados en Europa, una forma más de presionar a Volodímir Zelenski (posiblemente, Emmanuel Macron utilizaría el verbo «traicionar»).
Algunos líderes europeos, por el contrario, llevan unos meses intentando aprovechar estos cuantiosos fondos para aprobar un «préstamo de reparación» a favor del esfuerzo bélico de Kiev (y de paso aportar menos desde las capitales nacionales a su aliado). La idea surgió de un reducido grupo de economistas y juristas británicos y estadounidenses, que han sabido situarla en el centro de la agenda europea.
Bélgica y Hungría se resisten al plan comunitario, por distintas razones (el riesgo jurídico versus la cercanía a Putin) y Merz se ha propuesto convencer al primer ministro Bart De Wever de que la operación es segura. Por su parte, la Comisión estaría dispuesta a utilizar una base jurídica en los Tratados UE solo utilizada para situaciones de emergencia, como el Covid, en la que el Consejo decide por mayoría cualificada.
Se trata de uno de esos momentos en la integración europea en los que se hace necesario la innovación jurídica y financiera para hacer frente a una situación excepcional. Sin poder duro (militar y económico), la UE no podrá sobrevivir en la nueva era de rivalidades entre grandes potencias.

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El Grupo de Puebla se despuebla

La segunda encarnación de la internacional de izquierda latinoamericana –el Grupo de Puebla, que vino a tomar el testigo del Foro de Sao Paulo cuando este perdió impulso– ha quedado seriamente tocada con las elecciones celebradas a lo largo de 2025 en la región.
A comienzos de año, el correísmo fue nuevamente aplacado en Ecuador; luego en Bolivia y Honduras las respectivas versiones bolivarianas sufrieron el derrumbe; por su parte, en Argentina, Milei zarandeó al kirchnerismo en su medio mandato, mientras que las encuestas apuntan a una eventual derrota de la candidata comunista en Chile el próximo domingo.
En el principio fue el Foro de Sao Paulo. Fracasado el intento de la izquierda latinoamericana de tomar el poder por las armas mediante guerrillas, en una suerte de «internacional» alentada por Fidel Castro (la revolución solo triunfó en 1959 en Cuba y en 1979 en Nicaragua, al comienzo y casi al final de más de dos décadas especialmente convulsas), con la llegada de la democracia la izquierda se coordinó para alcanzar el poder mediante las urnas. El anfitrión fue el brasileño Lula da Silva y su Partido de los Trabajadores, que comenzaron a aglutinar a fuerzas afines, articulando ayuda mutua y concertando hojas de ruta.

Las victorias de Chávez en Venezuela y de los Kirchner en Argentina dieron un impulso a esa hermandad, extendida con Morales en Bolivia, Correa en Ecuador, Ortega en Nicaragua, Lionel Fernández en República Dominicana, Zelaya en Honduras y el FMLN en El Salvador. Las maletas de dólares del chavismo, en medio de la bonanza económica regional del periodo 2003-2013, viajaron en muchas direcciones, y el liderazgo trasnacional de Lula quedó establecido, especialmente en Suramérica, con iniciativas como la organización Unasur.
Pero el colapso de Venezuela gestionado por Maduro, la llegada de Macri a la Casa Rosada en 2015 y, definitivamente, el inicio del mandato de Bolsonaro en enero de 2019 dejaron al Foro de Sao Paulo sin fuelle. La misma Unasur implosionó y no ha podido ser reconstituida como entidad regional.
Con Lula en la cárcel por corrupción, el liderazgo de la izquierda latinoamericana fue tomado por el mexicano López Obrador, quien en julio de 2019 lanzó el Grupo de Puebla, de la mano sobre todo de Alberto Fernández, quien había vencido a Macri e intentaba destacarse frente a su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Esta reencarnación del frente de izquierdas en la región se articuló no propiamente a partir de partidos políticos como el Foro de Sao Paulo, el cual sigue existiendo, sino a partir de individualidades, en una lista a la que se han sumado también políticos de España, dando a la organización un neto carácter iberoamericano. La radicalización del PSOE con Zapatero y Sánchez y el protagonismo de Podemos han nutrido la agenda y el debate del Grupo de Puebla.

LATINOAMÉRICA
La segunda ola de gobiernos de izquierda recuperó algo del terreno perdido, pero ya no fue tan generalizada

No obstante, sea o no verdad el dicho de que segundas partes nunca fueron buenas, lo cierto es que el impacto electoral de esta reedición ha sido menor: la segunda ola de gobiernos de izquierda recuperó algo del terreno perdido, pero ya no fue tan generalizada, y ahora puede darse por completamente cerrado lo que se ha considerado el «ciclo bolivariano».
Lógicamente, formulaciones de izquierda pueden ganar en futuras elecciones, en realidad muchas veces más marcadas por el voto de protesta contra el oficialismo que por el voto propiamente ideológico, pero fórmulas como la de Bukele en El Salvador, difícil de encuadrar en el espectro político, más allá de su populismo, o el triunfo de los planteamientos libertarios de Milei y quizás de la derecha-derecha de Kast sugieren que políticamente la región ha entrado en otro estadio.

Un año de la caída de Assad y la reconversión del yihadista Al Sharaa en nuevo líder internacional

Once días tardaron los milicianos islamistas sirios en acabar con 14 años de guerra civil, con 24 años de Gobierno de mano de hierro de Bashar al Assad y 50 años de dictadura de la dinastía de los Assad.Once días en los que … ni los propios sirios se creían lo que estaban viendo: sin ningún tipo de resistencia por parte de las fuerzas del Estado, las principales ciudades iban cayendo una a una a favor de los rebeldes. Mientras esto ocurría, Bashar al Assad huía con su familia a Moscú.
El traspaso pacífico del poder en Damasco estuvo marcado por escenas de júbilo, de gente celebrando, rompiendo y quemando carteles de Assad, pero también por escenas de miedo; ciudadanos corriendo por un aeropuerto desierto; soldados abandonando sus puestos, dejando sus uniformes militares, equipo e incluso tanques desperdigados por las calles.

Al final, un exhausto ejército de reclutas de Assad no estaba dispuesto a seguir luchando y muriendo por una dictadura que estaba a punto de caer. Además, la ofensiva se produjo en el peor momento para el dictador sirio: sus principales aliados se encontraban atados o debilitados por otros conflictos, los rusos en Ucrania, e Irán y Hizbolá con Israel.

Protagonistas de la revolución

Los protagonistas de esta operación relámpago formaban parte del grupo Hayat Tahrir al-Sham, más conocidos por sus siglas HTS. Se trataba de una coalición de insurgentes que en 2016 se escindieron de Jabhat al-Nusra, la rama siria de Al Qaida. El líder de todos ellos fue Abu Hassein al Sharaa, más conocido en esas fechas por su nombre de guerra: Al Golani. Un nombre que empezaría a sonar por todas las casas sirias, redacciones internacionales y despachos gubernamentales.
Al Sharaa, quien se erigió en líder indiscutible de la revolución, un año después ha fijado su posición de presidente, aunque con el apellido de ‘interino’, de la República Árabe Siria.
Los ciudadanos sirios aún recuerdan entre lágrimas de emoción lo que supuso para ellos el fin de la dinastía de los Assad: «La sencilla frase ‘Son las 6:18 a.m hora de Damasco y Siria está sin Bashar al Assad’ que escuchamos ese 8 de diciembre en la radio se convirtió en una canción para nosotros. Fue profundamente conmovedora y razón suficiente para derramar lágrimas de pura felicidad. Ahí recordé a todos mis seres queridos que habían sido asesinados por el régimen de Assad», cuenta a este periódico Ahmed, periodista sirio que volvió a su país el mismo día que comenzó la revolución tras más de seis años de exilio en Turquía.

SANCIONES ECONÓMICAS
La economía siria ha sido devastada por la guerra y las sanciones. El PIB ha caído más del 70% desde 2011. Tras la llegada de Al Sharaa, la UE y EE.UU. han levantado las sanciones económicas para permitir la inversión en el país

Estos 365 días de la ‘nueva Siria’ pueden explicarse en la figura de Al Sharaa a través de la transición que ha protagonizado: de antiguo líder yihadista a interlocutor de primer nivel en la comunidad internacional, llegando incluso a pisar la Casa Blanca hace apenas unos meses y de pronunciar el primer discurso en la sede de las Naciones Unidas de un líder sirio desde hace casi seis décadas.
¿Cómo ha sido el año de Al Sharaa? ¿Qué cambios ha sufrido un país al que se daba por perdido?
«Al Sharaa es un personaje de película. Ahora es un político, pero antes ha sido muchas cosas y él mismo ha reconocido su trayectoria yihadista», apunta Gabriel Garroum, investigador en Relaciones Internacionales en la Universitat Pompeu Fabra y colaborador del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos (CEARC).
Con profundas raíces yihadistas, Al Sharaa ya se unió con 19 años a los grupos radicales: antes de llegar a Siria en 2011 para formar Jabhat al-Nusra, fue miembro del denominado Estado Islámico de Irak y el Levante de Abu Bakr al Baghdadi.
«Aunque tenga una solidez ideológica muy marcada bajo un islam extremo, ha sabido leer muy bien las situaciones y ha demostrado una gran capacidad para desarrollar una política pragmática», explica el experto.

Algún acierto y mucha incertidumbre

En este año, Al Sharaa parece haber acertado en muchos aspectos: ha puesto fin a décadas de aislamiento diplomático de Siria con una rapidez asombrosa. Muchas de las sanciones que sometieron a Siria bajo la dictadura de Assad han sido levantadas. Por ejemplo, se espera que el Congreso de los Estados Unidos derogue a principios de 2026 la sanción más severa: la conocida como ley César, impuesta para disuadir la inversión extranjera.

MILLONES DE DESPLAZADOS
Más de 1,2 millones de personas han regresado a Siria desde la caída de Assad. Sin embargo, hay más de 1,7 millones de desplazados internos, entre ellos más de 880.000 personas salidos de los campamentos del norte

El gran ejemplo de rehabilitación de la figura del exyihadista fue la visita a la Casa Blanca en noviembre de este año. Al Sharaa, reconvertido en estadista, apretó las manos del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Una imagen que parecía imposible hace unos años, sobre todo después de conocer la trayectoria de Al Sharaa: encarcelado en una prisión de Estados Unidos en Irak, desde donde junto a otros yihadistas crearon el germen de Daesh (Estado Islámico) y buscado por la Justicia norteamericana.
«El escenario ahora es el de un país que intenta reconectar tras una guerra civil tremenda y 50 años de dictadura. Siria es un país que tiene un reto importante: el encaje territorial y que es difícil de gestionar con varios grupos de insurgencia», asegura el investigador Gabriel Garroum.

MILES DE DESAPARECIDOS
En los últimos 50 años decenas de miles de personas han desaparecido en Siria debido a múltiples razones: secuestros, desapariciones forzadas, privación arbitraria de libertad, desplazamientos, migraciones u operaciones militares

Pero también sigue habiendo grandes heridas abiertas y retos: miles de desaparecidos siguen en las fosas comunes, millones de desplazados dentro y fuera del país aún no pueden volver a sus ciudades de origen y los episodios de violencia contra las minorías, como la alauita (a la que pertenecen los Assad), han sido una constante este año.
Desde finales de noviembre del año pasado, el propio Al Sharaa emitió declaraciones para asegurar a las numerosas minorías religiosas de Siria que su grupo había abrazado el pluralismo y la tolerancia religiosa.
La economía no se ha derrumbado, pero la situación financiera de muchos sirios se ha deteriorado desde la liberación. Cientos de miles de empleados públicos han sido despedidos. Se están recortando los subsidios y la reconstrucción es prácticamente inexistente.

ELECCIONES LIBRES
En octubre se celebraron comicios, pero no fueron plenamente democráticas. De hecho, los sirios no fueron llamados a las urnas, sino que tan sólo los 7.000 miembros de un Colegio Electoral estructurado pudieron votar

«La intención de Al Sharaa, según ha dicho en varias ocasiones, es que no quiere perpetuarse y que ‘sólo’ va a tener un papel en la transición. Pero nadie puede saberlo. Hizo lo difícil: hacer que Siria dejara de ser un país dinástico. Ahora por primera vez, el Gobierno ha tenido que dar explicaciones y rendir cuentas. El sirio de a pie tiene una buena valoración por la mejoría de la vida cotidiana. Pero se ha echado de menos un mayor diálogo nacional sobre qué pinta tiene que tener Sira. Las elecciones de octubre eligieron al 70% de los representantes a dedo», apunta Garroum.
Este es otro tema clave: la celebración de elecciones libres en el país. Existen muchas dudas de si se perpetuara en el poder o si cumplirá su palabra como presidente interino. «Solo queda esperar, pero de momento tiene el beneplácito de la comunidad internacional», sentencia el investigador.

La diáspora venezolana celebra el Nobel de la Paz a María Corina Machado con una marcha global

Lina es venezolana y tiene 67 años. De ellos, los últimos 18 años ha vivido en España. Confiesa que dejó su país «por motivos políticos». Geóloga de profesión, fue despedida junto a otras 21.000 personas en 2003, durante el Gobierno de Hugo Chávez. El … motivo: «Protestar», explica a ABC, mientras espera que arranque, en Madrid, la Marcha por la Paz y la Libertad, convocada por el partido Vente Venezuela, que lidera la opositora María Corina Machado.
La cita es global. La organización ha logrado que participen en ella 130 ciudades de más de 31 países, explica José Antonio Vega, uno de los coordinadores del Comando Vzla España. Se esperaba gran afluencia. «Mayor que la de las anteriores convocatorias», asegura Gabriela Olavarría, otra coordinadora, que reconoce que la gente «tiene miedo a salir por sus familias» que siguen en Venezuela. Miedo a la represión del régimen que ha metido en prisión a un millar de personas por disentir.
Este sábado se conocía precisamente la muerte del exgobernador del estado de Nueva Esparta Alfredo Díaz durante una «injusta condena» en la cárcel de El Helicoide de Caracas, según comunicó la Plataforma Unitaria Democrática, en su cuenta de la red social X. Díaz, de 55 años, murió tras un año encarcelado y en situación de aislamiento, apuntaba el director de la ONG Foro Penal, Alfredo Romero, también en X.

«Pero estamos tan cerca de alcanzar la libertad que la gente ha vencido el miedo», indica Gabriela, que define esta marcha como un «símbolo de paz y de esperanza para los venezolanos. No es una celebración, sino el reconocimiento a 27 años de lucha», los que lleva el chavismo en el poder. Una lucha «no solo liderada por María Corina Machado», aunque reconoce que el Nobel de la Paz avala el trabajo de la líder opositora. Otro disidente histórico, Leopoldo López, encabezaba la marcha por las calles de Madrid.
Sobre el anuncio este mismo sábado por parte del Instituto Nobel de que Machado viajará a recoger el galardón, una incógnita que ha sobrevolado desde la concesión del premio, Gabriela se muestra cauta: «Nosotros no tenemos constancia. Es un tema de seguridad, que es lo prioritario». Vega, por su parte, maneja esa información con «prudencia y responsabilidad. Los detalles se darán en su momento», afirma.
Lina, sin embargo, no puede ocultar su «emoción» ante la posibilidad de que Machado vaya a Oslo. Sobre la justicia del galardón, no tiene dudas: «Gracias a su liderazgo empezó a conocerse nuestra causa –destaca–. Le ha dado visibilidad. Ella ha aglutinado nuestras esperanzas».

Con Machado y contra Maduro
El opositor Leopoldo López encabeza la marcha en Madrid, donde estuvo muy presente la imagen de María Corina Machado y abundaban los carteles contra el dictador chavista
Tania Sieira

A su lado está su marido, Bruno, de 67 años, despedido en la misma purga que ella. Preguntando sobre la posibilidad de que Machado, si sale, pueda regresar a Venezuela, asegura que «si no pudiera yo no la juzgaría. Ha gastado mucho tiempo de su vida, su mensaje seguirá vigente». «Ella nos ha hecho entender todo el peligro que se corre», apostilla Lina, que también ha vivido «en carne propia» la represión. «Tengo un primo militar detenido desde hace un año; y con mi familia de allí hablo con códigos porque revisan los móviles», explica. Palabras como «Trump» o «invasión» pueden llevar a la cárcel.

«Gracias a su liderazgo empezó a conocerse nuestra causa. Le ha dado visibilidad. Ella ha aglutinado nuestras esperanzas»

En otro lugar de la marcha, dos mujeres, las dos se llaman Carolina, no se muestran de acuerdo sobre sí María Corina Machado ya está fuera o no de Venezuela. Una de ellas, de 55 años, lleva casi 25 años en nuestro país. «Ganó Chávez, ahorré y me vine. No le veía buen fondo». Ser hija de españoles le facilitó la salida. Como muchos, considera que el Nobel de la Paz no es de una persona, «sino de todos los venezolanos que están en esta lucha».
Mientas hablamos, una persona de la organización reparte carteles con eslóganes como «El Nobel es nuestro», «El Nobel es mío». Entre la marea de banderas venezolanas se ven otros con lemas como «El Nobel es de los que están injustamente presos», «Justa paz», «Paz y libertad en Venezuela» y «¿Maduro? ¡Podrido!».