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Mujeres se empoderan en el mundo laboral

En los últimos años ha cobrado fuerza las oportunidades que tienen las mujeres en el ámbito empresarial y los desafíos que se presentan como las brechas salariales y el techo de cristal.

Por: Colombia 3

19 de diciembre de 2019

Según el último Ranking PAR que es una medición creada por la Secretaria Distrital de la Mujer, el Colegio en Estudios Superiores en Administración (CESA) y la consultora Aequales, en alrededor de las 300 empresas públicas y privadas consultadas, las mujeres representan el 43% del personal, pero solo el 27% de ellas tiene una posición de liderazgo y el 24% se encuentran en Juntas Directivas.

En este sentido, “es importante que las empresas estructuren sus programas de equidad de género, generando Comités, presupuestos definidos, planes de ejecución del mismo y metas de cumplimiento”, aseguró Mía Perdomo, directora de dicha firma, pues las políticas por sí solas no solo no son sostenibles sino que, además, no tienen el mismo impacto.

Por otra parte, la armonía entre la vida familiar y la vida profesional termina siendo una decisión muy personal. Pero siempre es necesario entender que en una sociedad que ha acostumbrado a las mujeres a asumir el papel de ‘Superwoman’ está bien tomarse un tiempo para recuperarse, afirmó María del Rosario Liévano, quien es vicepresidente de recursos humanos de Marsh para Latinoamérica.

Liévano además mencionó que las mujeres se capacitan constantemente, pero que debido a inseguridades internas no se atreven a postularse a cargos donde hombres con menor preparación sí se presentan. Muchos de los hombres con un 70% del perfil solicitado en las convocatorias de las áreas de recursos humanos asumen el reto de presentarse, mientras las mujeres si no tienen el 100% no se arriesgan.

Respecto a lo anterior, las ponentes coincidieron en que es imperativo superar, en primer lugar, las barreras internas, algunas de estas que son resultado de un legado social. Por ejemplo, Lilian Perea, CEO de Bayport, expresó que las mujeres necesitan generar procesos de innovación que les permitan ser más eficientes en su quehacer diario y, para ello es indispensable ser «valientes y proactivas».

Por otra parte, las industrias deberían ser más precisas en temas de género, reflexionó Carolina Ibarguen, gerente general de Kantar Ibope. Por ejemplo, en los medios, las campañas de publicidad no resultan lo suficientemente asertivas porque no están realmente pensadas y diseñadas para las mujeres, quienes no se sienten representadas en los mensajes que se comunican sobre y para ellas.

En cuento a sectores, existen algunos que son dominados en toda la escala corporativa por hombres, tal es el caso del sector de la construcción donde las mujeres representan tan solo el 5%, mientras que en el área de servicios comunales y sociales corresponden al 66%, manifestó Catalina Moreno, gerente general de la constructora Coandes.

Para Moreno, la cultura organizacional debe propender por la inclusión, pues en una compañía «si solo algunos ganan, todos pierden”. Y para la CEO de SieSua, Yenny Ramírez, quien habló sobre lo que ha significado en su vida ser una mujer emprendedora, todo el éxito de una mujer parte del amor propio, el respeto que tiene por sus colaboradores y la perseverancia que se trace para hacer lo que le apasiona.

Además, ser solidarios entre mujeres no solo es posible al interior de las empresas, pues existen políticas empresariales como las desarrolladas por Chevron que contribuyen a empoderar a mujeres, que aunque no son trabajadoras como tal, sí que se encuentran en comunidades ubicadas en zonas donde opera la compañía.

De esta manera, contó Patricia Serrano, gerente de asuntos corporativos y de gobierno para Latinoamérica de Chevron, que mujeres Wayuu son capacitadas y acompañadas para que a través de un modelo de negocio basado en sus actividades ancestrales puedan garantizar ingresos para sus familias e incluso para hacer sostenibles las rancherías a las que pertenecen.

De acuerdo con datos del Banco Mundial, los aportes de las mujeres que participan en la fuerza laboral redujeron un 30%, entre 2000 y 2010, la pobreza extrema en América Latina y el Caribe. Es decir que invertir en la igualdad de las mujeres implica contribuir a la inclusión y también al crecimiento económico y social de las regiones.