Economía naranja: un fenómeno que despierta interés

Publicado: julio 21, 2017, 8:36 am

El empleo y los ingresos económicos que generan las industrias culturales ha llamado la atención de países en América Latina, muestra de ello es la cifra que ha representado la publicidad en conciertos que se han llevado a cabo solo en Colombia en el último año, en esto incide la economía naranja.

Para ver algunos datos podemos revisar, por ejemplo, la inversión de pauta en medios que tuvo el concierto de los Guns N’ Roses (2016) por más de 2.385 millones de pesos; Aerosmith (2016) en el que se invirtieron 1.550 millones de pesos y finalmente se encuentran el Festival Estéreo Picnic (2017) y el último concierto de Justin Bieber (2017) con 1.048 millones de pesos y 979 millones de pesos, respectivamente, de acuerdo con Mindshare Colombia.

Evidentemente, el país se ha convertido en epicentro de estos eventos de gran magnitud en los que el número de asistentes, en su mayoría, supera a las 10.000 personas. Y en este caso, hablamos solo de conciertos, sin embargo, la Economía Naranja incluye todas las actividades culturales que se puedan desarrollar.

Según reportes del Dane, la presentación o espectáculo a la que más asistieron las personas de 12 años y más durante 2016, fueron los conciertos, recitales, presentaciones de música en espacios abiertos o cerrados en vivo (30%), seguida por la asistencia a ferias o exposiciones artesanales (25%), teatro, ópera o danza (17%) y exposiciones, ferias o muestras de fotografía, pintura, grabado, dibujo, escultura o artes gráficas (12%).

“Actualmente las industrias culturales aportan un 3,21% al PIB. Con el apoyo de la Economía Naranja se espera incrementar por lo menos un 0,75%”, dice Yesenia Valencia, creadora de Smart Films, el festival de cine hecho con celulares, otra iniciativa que aporta a la Economía Naranja del país.

Este evento tiene como objetivo dar la oportunidad de hacer cine a todo el mundo, los participantes no pagan por estar en el festival, sin embargo el evento es atractivo para las diferentes marcas comerciales, con las cuales se financian y cuyo apoyo, según su creadora, se espera que crezca aproximadamente en un 75% dentro de los próximos cinco años.

“Smart films es el primer festival de cine hecho con celulares en Colombia, cuyo propósito es la democratización del cine, que todo aquel que tenga un celular, pueda hacer una película, aprender a hacer negocio y explotar esta oportunidad”, añade.

El interés por contar con espacios culturales de interacción, conocimiento y entretenimiento es cada vez mayor. Según la OIT, para América Latina y el Caribe, la economía naranja significó 1,9 millones de puestos de trabajo en el 2015, comparables con los que genera toda la economía de Uruguay o Costa Rica. (Lea también: Las artes, una herramienta para mejorar las capacidades de las empresas)

Felipe Buitrago Restrepo, consultor de la División de Asuntos Culturales, Solidaridad y Creatividad BID, lo define como un conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual.

Este universo naranja está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales y las áreas de soporte para la creatividad.

Este ha sido un fenómeno que despierta cada vez más interés en las agendas de desarrollo de los países de América Latina y el Caribe y la principal razón es que su práctica no solo impulsa el crecimiento económico a través de la creación de valor, sino que sus iniciativas se han convertido en sistemas de innovación en sectores prioritarios para la región.

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Con esta tendencia, las empresas, independiente de su tamaño, deberán estar en la capacidad de desprenderse de la forma en que desarrollaban sus productos y servicios para seguir invirtiendo en la atracción de nuevos talentos, que sean capaces de diseñar otras lógicas para la creación del valor.