Tan solo unas semanas atrás, ni el Ministerio de Salud y Protección Social ni Migración Colombia habían contemplado restringir el paso de personas aún cuando se había aumentado el nivel de riesgo de contagio de moderado a alto.
Pero frente al incremento de casos de personas contagiadas, todas ellas provenientes de otros destinos o familiares relacionados con viajeros que contrajeron el virus en el exterior, se cerraron fronteras marítimas, terrestres y más recientemente aéreas.
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Ahora la incertidumbre rodea a los colombianos que se encuentran en los pasos fronterizos con los países vecinos como Ecuador y Venezuela, así como a grupos de turistas que se aventuraron a tomar tours internacionales y ahora no podrán regresar a Colombia en un periodo de 30 días.
Las historias han empezado a hacerse públicas a través de los medios de comunicación y redes sociales. Tal es el caso de un grupo de católicos, de casi 60 personas, quienes viajaron en un tour religioso y que están atrapados en la ciudad de el Cairo, Egipto.
Este fin de semana su peregrinación terminaba en Turquía, pero ahora se enfrentan a dos restricciones para poder regresar, primero la de Colombia y, segunda, la de Turquía, país que también prohibió los vuelos internacionales.
La mayoría de personas del grupo son adultos mayores y no cuentan con los medicamentos para cubrir el periodo de 30 días.
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La cancillería ya conoce su caso y les han dicho que están pendientes de ellos, pero más allá de estas declaraciones no saben nada más. Esperan que puedan enviar un vuelo humanitario para recogerlos, así como ocurrió con los colombianos que se encontraban en Wuhan y que fueron traídos en el pico epidémico en ese lado del mundo.
En los puntos fronterizos terrestres, también se han conocido las historias de personas que llegaron con la esperanza de pasar hacia sus países de origen.
Familias de colombianos llevan más de tres días esperando que abran un corredor humanitario para poder pasar hacía el país, sin recibir hasta ahora ningún tipo de ayuda. pero la situación no es solo negativa para las personas los colombianos residentes en otros países que quieren regresar.
También para los venezolanos que suelen pasar por los siete puntos fronterizos a conseguir alimentos y medicamentos, así mismo para los ecuatorianos que realizan compras acá, aprovechando el diferencial cambiario entre el dólar y el peso colombiano quienes han visto afectada su economía ante el cierre de fronteras terrestres.