Así lo demuestra un estudio hecho a partir de las declaraciones de renta del sector empresarial presentadas a la DIAN entre 2000 y 2015.
“Las élites han logrado que los Gobiernos incluyan en las leyes normas que los favorecen, porque los beneficios tributarios son absolutamente descarados”, declaró el profesor Jairo Orlando Villabona, en el acto de apertura del Centro de Pensamiento en Política Fiscal de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
A pesar de que cualquier profesional independiente está obligado a pagar seguridad social e impuestos de retención en la fuente por renta e ICA, las entidades bancarias –consideradas como uno de los sectores más rentables de la economía– pagan impuestos muy bajos, equivalentes a un 9 % para el sector financiero y al 16 % en el caso específico de los bancos.
El profesor Villabona destacó que el 70 % de los activos, pasivos, cartera y utilidades está hoy en poder de cuatro bancos: Grupo Aval, Bancolombia, Davivienda y BBVA. Sin embargo, pese a las cuantiosas ganancias que reciben año tras año, cada vez que sus dueños reciben sus respectivos dividendos están exentos de pagar impuestos, debido a que en Colombia nunca se han gravado estas operaciones.
En la medida en que el sector bancario y financiero tiene tanta riqueza acumulada no hay demanda de otros productos o bienes, por lo que junto al consecuente estancamiento de la economía, estas entidades se han dedicado a comprar buena parte de la banca de Centroamérica con el producto de los dividendos obtenidos en Colombia, explicó.
Pese a la tesis extendida de que la disminución en la tasa de impuestos contribuye a impulsar la inversión extranjera, la verdad es que el interés de los inversionistas está más asociado con el precio que puedan alcanzar en los mercados internacionales bienes primarios como el petróleo o el carbón, y con distintas estrategias para evitar el pago de impuestos.
Como se trata de multinacionales conformadas por entramados de 40 o 60 empresas, seguir la huella de las transacciones que hacen entre sí se vuelve muy complicado, pues además algunas tienen su sede en paraísos fiscales, donde se termina de efectuar buena parte de las transacciones fiscales.
Si bien resulta evidente que una de las rutas más empleadas para controlar este proceso es a través de la facturación electrónica, la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) no ha implementado ningún mecanismo para hacer este seguimiento y –según la investigación realizada por el profesor Villabona– Colombia es uno de los países más atrasados en la materia, y además no existen controles a las compras electrónicas.
Paraíso fiscal para ricos
Aunque se supone que entre 1998 y 2005 se registró un incremento en el producto interno per cápita, que pasó de 6.433 a 8.722 dólares, indicadores como el coeficiente de Gini, con base en el cual se mide el factor de desigualdad, pasó del 0,56 al 0,72, lo que muestra un considerable incremento en la concentración de la riqueza en unos pocos.
Y pese a que en el país se tomaron algunas medidas para reparar estas inequidades, tales como el denominado impuesto a la riqueza, la medida terminó levantándose aunque un 99,9 de la población estaba exento de pagarlo.
En Colombia, contrario a lo que ocurre en el resto del mundo desarrollado, quienes deberían pagar impuestos no lo hacen, por lo que el país se constituye en un auténtico paraíso fiscal para las personas más ricas, advierte el docente.
Debido a que al dejar una herencia ricos y pobres deben tributar un impuesto equivalente al 10 %, la brecha de inequidad entre unos y otros se incrementa, y aunque el Estado deja de percibir importantes recursos, los ricos heredan en forma natural y sin mayores obstáculos buena parte de su riqueza, mientras que en otros países las herencias altas pagan impuestos desde el 55 %.
No obstante a que en teoría los impuestos están concebidos para redistribuir la riqueza y contribuir a cerrar las brechas entre ricos y pobres, mientras que en América Latina el coeficiente de Gini desciende un 3 % después de impuestos, y países miembros de la OCDE lo hacen en un 17 %, en Colombia apenas se logra bajar el 1 %, concluye el profesor Villabona.