¿Usted ha escuchado alguna vez a un presidente decir que la falta de un mejor desempeño se debe principalmente a la falta de su propio liderazgo?; ¿o a un gerente de producción que la falta de una mejor calidad en el producto se debe a poco seguimiento y control?; ¿o a un gerente de producto que la dificultad de no haberle pegado a un target específico, se debió a su falta de gestión? La respuesta con seguridad es que no lo ha escuchado.
- Miopía psicológica del gerente. Consiste en ver la realidad del entorno, pero de manera disminuida, es decir no tan crítica como en realidad puede ser. El empresario tiene la esperanza que las cosas van a cambiar, desconociendo los hechos, porque la realidad es dolorosa, si la asume como es, le tocaría entre otras decisiones despedir personal y eso puede resultar difícil para sus propietarios, especialmente si es una empresa familiar, son las que menos despiden gente en épocas de vacas flacas. Sin embargo, si las decisiones no se toman a tiempo, puede llegar a quebrarse la empresa. La contra para vencer esta barrera es sin duda contar con una Junta Directiva que le ayude a romper sus miedos.
- Pérdida de tiempo en el día a día del trabajo. En medio de esa miopía psicológica lo que usualmente se hace en las organizaciones es perder el tiempo en labores innecesarias. Siempre los gerentes se hacen ver muy ocupados, dedicándose a actividades que no están aportando soluciones, quizás como una manera de evadir el problema. Es una tendencia natural del empresario, que debe vencer, realizando las actividades que en realidad estén encaminadas a la mejora del problema raíz.
- Mostrarse débil frente a las expectativas del desempeño de sus empleados. Los gerentes usualmente no le exigen a su gente lo que deberían, no está monitoreando constantemente sus metas y tomando acciones si no están cumpliendo. Cuando un gerente sufre de miopía psicológica le permite a todos los demás que también la tengan, porque además no hace el respectivo seguimiento de las personas que están a su cargo.
- Falta de planeación de las diferentes áreas de la empresa. No realizar un proceso de gestión para establecer los objetivos y responsabilidades de cada una de las áreas. Cuando esto ocurre, no se les exigen a las personas desarrollar un plan de trabajo, un esquema que permita establecer las tareas, delimitarlas, quién debe hacerlo, cuándo hacerlo. Este bajo desempeño tiene que ver con frases típicas, como nuestro personal es reacio al cambio, los empleados son muy viejos entre muchas otras reacciones que son como la punta del Iceberg, pero debajo hay una cantidad de problemas, que nosotros permitimos que pasaran.
- La conspiración invisible. Es esa falta de cultura de las empresas que no tienen ni los sistemas de avaluación, ni de compensación, ni de dirección adecuados. Es una conspiración hacia sí mismas que impide que la gente se mueva hacia los objetivos deseados. Estudios reflejan que las empresas han sacado lo mejor de ellas, en sus peores crisis. ¿Por qué la organización tiene que esperar el caos para lograr los desempeños adecuados? No podemos sentarnos en el puesto de gerentes si no tenemos un alto nivel de auto exigencia que nos lleve a estar atentos a los resultados. Podemos contar con un gobierno corporativo adecuado, pero es difícil que funcione si la gente no está alineada y no tiene la voluntad de hacer las cosas bien.
Un caso empresarial
El siguiente caso, es un claro ejemplo de lo que pasa en una organización en la que están presentes malos hábitos empresariales.
La junta directiva de una compañía analizaba el por qué una organización que en el pasado había generado un EBITDA muy bueno, del 25%, hoy estaba en el 5%. Al analizar las causas del problema raíz, encontramos que todos los gerentes se responsabilizan unos a otros de lo que estaba sucediendo.
El gerente comercial, culpaba de lo sucedido al gerente de producción por una baja calidad de los productos, mientras este, se disculpaba diciendo que el problema era el área comercial porque no vendía la cantidad de producto requerida, haciendo que el margen se redujera y que la diferencia en la calidad se debía a las materias primas, porque el país estaba teniendo dificultades con las importaciones.
Cuando los miembros de junta le expusimos al gerente general nuestra preocupación por la baja rentabilidad, éste responsabilizó al gerente administrativo y financiero, porque los clientes, al no estar satisfechos con la calidad de los productos, no estaban pagando las facturas en los plazos establecidos, a su vez, los proveedores estaban dejando de despachar porque no se les estaba pagando a tiempo.
En síntesis, todos buscaban defender su posición culpando a otros. Cuando le preguntamos al gerente qué teníamos que hacer para lograr números positivos, nos dijo será esperar a que los precios suban. Frente a esta respuesta, le dijimos que en lugar de prender velas para que se diera el milagro, teníamos que romper esa resistencia psicológica de todos y actuar en consecuencia.
Cuando todos fueron conscientes de la crisis redujeron gastos y costos, empezaron a buscar nuevos clientes. Cuando iniciamos este plan de ajuste la empresa estaba en 16% de participación numerada en las tiendas y hoy están en el 80%. A nivel de producción, se logró reducir el costo en un 5% y el gasto en un 3%. Con esas medidas fuimos a buscar créditos más baratos. Hoy ya tenemos un EBITDA positivo adecuado, a pesar de que los precios no han repuntado.
Este caso nos demuestra que La respuesta de las empresas está en las mismas personas. Debemos esforzarnos es vencer esa tendencia natural a hacer el mínimo esfuerzo, si no tenemos un gerente que nos exija las compañías pueden morir fácilmente.
Por Gonzalo Gómez Betancourt PhD. CEO Legacy & Management Consulting Group