Actualmente hay compañías que están implementando, como estrategia de innovación, el sistema de presidencias rotativas. Esta tendencia está en auge a nivel mundial y que consiste en reducir el tiempo en cargo de los número uno de la organización, limitándolo a 2 o 3 años. Esto con el fin de impactar positivamente la creatividad y productividad y además, fomentar el surgimiento de nuevas perspectivas y metas.
Este sistema tiene como objetivo despersonalizar a las compañías, democratizar su proceso de selección gerencial y fortalecer la inteligencia colectiva a través de una Junta Directiva, que, a su vez, se encargue de elegir al nuevo presidente.
Esto significa que los socios, accionistas y directores eligen a un líder, cada vez que lo consideren necesario, capaz de solventar problemas específicos y en situaciones puntuales, tales como crisis económicas o regulatorias, ataques cibernéticos, cambios administrativos, entre otros.
“Cada vez más las empresas, especialmente las multinacionales, y los nuevos emprendimientos, buscan implementar una lógica más horizontal en sus cúpulas directivas y permitir un proceso de toma de decisiones interactivo, en el que diferentes puntos de vista se mezclan para llegar a un consenso asertivo; todo esto a través de la implementación del sistema de presidencias rotativas”, de acuerdo con Michael Page.
Este modelo está siendo utilizado por compañías de países como Argentina y Chile, las cuales han buscado desligarse de sistemas empresariales personalistas como los de Apple o Google. Algunas empresas pioneras en la implementación de este modelo, pretenden convertir el cargo de CEO, que comúnmente tiene un papel clave y protagónico dentro de las organizaciones, y transformarlo en un enlace más de la cadena de proyectos.
En Colombia este sistema gerencial aún está en proceso de implementación ya que no todas las compañías cuentan con la estructura jerárquica necesaria para hacerlo.
Existen dos desafíos para la ejecución de este sistema dentro de las compañías en Colombia, primero porque podría conllevar a la pérdida de identidad corporativa y segundo, porque en las empresas menos consolidadas, ninguno de los socios tiene la voz final. Pero, las compañías lo que deben hacer es afrontarlos a través de una estrategia a largo plazo y un traspaso de autoridad transparente y legítimo en el que los empleados no sientan cambios bruscos y los clientes no pierdan la fidelidad por los productos o servicios que ofrecen en el mercado.