“Buscamos que estas aguas se puedan volver a utilizar para lavar ropa, regar las plantas y otras tareas similares”, precisa el profesor Anderson Dussán Cuenca, quien lidera el Grupo de investigación sobre materiales nanoestructurados y sus aplicaciones, del Departamento de Física de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Bogotá.
Gracias al procedimiento conocido como “pirolisis”, por medio del cual se aplica una radiación extrema de calor en ausencia de oxígeno, se produce un carbón vegetal o biochar que sirve para filtrar aguas turbias, bien sea en capas de este material pulverizado, o en bruto.
“Nuestro trabajo alrededor del biochar se concentra en dos líneas: descontaminación de aguas turbias, grises o negras, y aquellas derivadas de la minería –con altos contenidos de metales pesados como plomo y mercurio–”, explica el profesor que lidera el Grupo de Investigación.
Para el primer caso, y de forma muy básica, basta con tener una caneca de 55 galones, y otra más pequeña adentro, en la que se introduce la madera proveniente de los procesos de renovación de los cultivos de café. Después se tapa y se rellena el espacio entre ambos recipientes con madera para iniciar el proceso de combustión.
Proceso económico y orgánico
Los filtros convencionales están hechos de un material conocido como carbón activado –capaz de atrapar moléculas, átomos, componentes orgánicos y potabilizar el agua–, junto con varias capas de arena que pueden ser empleadas en diversos procesos de descontaminación, según el tamaño de las partículas y su densidad, además de otros minerales como arena, barro y óxido, entre otros.
“Mientras el biochar se obtiene por procesos de pirolisis, el carbón activado ha sido procesado mediante procedimientos químicos que se deben realizar a ciertas temperaturas”, puntualiza el profesor Dussán.
Aunque en la actual fase del proyecto se espera determinar el tiempo durante el cual se podría emplear el biochar en procesos de descontaminación, se sabe que cuando deba cambiarse, el carbón se podrá utilizar como abono orgánicos –compost y tratamientos fertilizantes.
La idea, prosigue el docente, es contar con un producto fácil de hacer y con el que se pueda sacar el mayor provecho posible a los residuos de la producción de café, en procura de que pueda ser empleado por comunidades vulnerables, pequeños campesinos y poblaciones indígenas, entre otros.