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La pobreza disminuyó, pero sin mayor redistribución

Entre los años 2002 y 2015 el ingreso promedio real per cápita creció un 40 %, pero la desigualdad solo se redujo un 8 %.

Publicado: marzo 1, 2018, 12:10 pm

a pobreza en Colombia presenta fuertes heterogeneidades territoriales: mientras la región Caribe –que cuenta con el 22 % de los habitantes del país– concentra el 31 % de los pobres, Bogotá –con el 17 % de la población– tiene el 6,3 %. Estos datos evidencian cómo los beneficios del ciclo económico expansivo que vivió la nación en la década pasada no tuvo el “efecto derrame” que, de acuerdo con algunas perspectivas, tendría que haberse dado; esto es, que el aumento del ingreso per cápita hubiera beneficiado a todas las capas sociales en todos los lugares.

Roberto Mauricio Sánchez, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas UN y profesor de las universidades Nacional de Colombia y La Salle, explicó durante el Seminario CID “Reducción de la Pobreza en Colombia 2002 – 2015” que el crecimiento del ingreso familiar que afrontó el país durante ese periodo se debió no solo al buen precio internacional de las materias primas, sino también a un bono demográfico que redujo la tasa de dependencia económica , lo que significó contar con más personas en edad productiva.

“A pesar del mejoramiento del ingreso, no se han visto grandes mejoras en términos distributivos. Si bien, el ingreso per cápita familiar promedio aumentó alrededor del 40 % durante el periodo analizado, la desigualdad solo se redujo un 8 %”, señaló el investigador, quien considera que las iniciativas oficiales de los últimos gobiernos han hecho poco por mejorar ese ítem.

Uno de los casos que expuso fue el de Familias en Acción, una estrategia que, aunque aumenta el ingreso de los hogares vulnerables y permite atajar la profundidad de la pobreza, no es igualmente efectiva en reducir la incidencia de la pobreza (porcentaje de pobres). El profesor Sánchez sostuvo que este programa es útil como estrategia de política en el corto plazo, pero en el largo plazo se deben formular mecanismos para reducir las trampas de la pobreza y contribuir a que los hogares salgan de ella por sus acciones y no por su condición económica.  De este modo, lo que se requiere, dice el investigador, son paquetes robustos de generación de empleo de calidad, sobre todo para grupos vulnerables como desplazados o madres cabeza de hogar, todo con políticas articuladas entre las entidades del Estado.

 ¿Se ha reducido la pobreza?

El académico manifestó durante su presentación en la Facultad de Ciencias Económicas UN que al utilizar la metodología de umbral de pobreza monetaria absoluta y el ingreso per cápita familiar como identificador del bienestar, en efecto la población pobre se ha reducido, así como han incrementado los niveles de ingreso de los hogares que continúan siendo pobres, pero esa situación se ha presentado con fuertes heterogeneidades entre las regiones del país.

“Cauca y Chocó afrontan grandes problemas de acceso a bienes y servicios sociales, bajos niveles de ingreso y restricciones en la inserción al mercado laboral; por eso, tienen los mayores niveles de pobreza de la Costa Pacífica. Sin embargo, en donde está más generalizada es en la región de la Costa Atlántica. Un dato particular es que los departamentos más pobres no son necesariamente los de mayor desigualdad; un ejemplo es el caso de Antioquia, que tiene elevados niveles de desigualdad y niveles de pobreza inferiores al promedio nacional. En Bogotá, también con una baja tasa de pobreza, el desafío es reducir la profundidad de la misma y superar las amplias brechas sociales”, destacó el docente.

Lo anterior pone de manifiesto que, aunque el crecimiento económico mejora la situación laboral y aumenta el empleo y los salarios, no es lo único que cuenta a la hora de aliviar la situación de los segmentos de población más vulnerables. En efecto, el 78 % de quienes se ubican en este grupo socioeconómico se insertan en empleos en el sector informal, donde carecen de garantías básicas de bienestar como estabilidad en el ingreso o cobertura pensional.

El profesor Sánchez Torres agregó que el problema de los pobres en el mundo no es tanto la falta de trabajo, sino las malas condiciones laborales que afrontan. Sobre este aspecto comentó que la relación entre crecimiento y desempleo, conocida como Ley de Okun (la elasticidad que tiene el desempleo frente al crecimiento económico), con la cual se estima cuánto se requiere crecer para propiciar reducciones en la tasa de desocupación, no indaga sobre el tipo de empleo que se genera en ciclos expansivos. De hecho, afirmó, una expansión económica puede generar, en determinadas estructuras ocupacionales, más empleos informales que formales. De otro modo, puede ocurrir que solo se esté mejorando la situación laboral y los salarios de personas con ciertos niveles de calificación, pero no para aquellas que tienen menores remuneraciones.

“A lo que nos llevan estos análisis es que se deben hacer esfuerzos distributivos más loables para reducir efectivamente la pobreza, en especial en las áreas rurales, y mucho más en las actuales circunstancias, cuando esa reducción se ha estancado. Por eso, son necesarias políticas públicas y tributarias que le den mayor peso al bienestar social y, como plantea la Cepal, a ‘la igualdad en el centro del desarrollo’, reconociendo los posibles conflictos de interés y transcendiendo a las coyunturas políticas”, enfatizó el conferencista.

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