La economía colombiana atraviesa por un período de estancamiento desde el fin del boom de las materias primas. Para superar este bache y alcanzar tasas de crecimiento altas y sostenidas hay un solo camino: la productividad.
A propósito de la publicación reciente por el IMD (Anuario de Competitividad Mundial) en el que Hong Kong se consolida como primero en la lista, seguido por Suiza y Singapur, y en el que Colombia ocupa el puesto 51, Revista Gerente entrevistó a Rosario Córdoba Garcés, Presidenta del Consejo Privado de Competitividad, para profundizar en el estado actual del país en esta materia.
Gerente: ¿Cuál es el panorama actual de Colombia en materia de competitividad?
Rosario Córdoba: Evaluando la última década, se puede asegurar que el país ha avanzado en la dirección correcta en materia económica y social, por ejemplo, en el desarrollo del mercado financiero y la estabilidad macro y fiscal, el aumento en la inversión en infraestructura, la disminución de los sobrecostos al empleo formal, la reducción de la pobreza y la indigencia, y el crecimiento del PIB per cápita.
Ahora bien, para que Colombia pueda cumplir la visión que definió para 2032, en la que se proponía que el país fuera una de las tres economías más competitivas de América Latina, deberá aumentar la eficiencia de los mercados, incrementar la innovación, y superar la debilidad institucional y la corrupción para que se hagan efectivas las condiciones básicas que cualquiera economía necesita para ser competitiva, como la educación, la salud o la infraestructura.
G: ¿Cómo estamos frente a otros países de Latinoamérica?
RC: En términos de la medición de la competitividad, en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial (FEM) Colombia pasó del puesto 63 entre 122 países, en 2006, al puesto 61 entre 138, en 2016. Ese avance tan tímido no permitió al país despegar de la quinta posición a nivel de América Latina, misma posición que ocupaba hace 10 años.
Pero si el país hiciera la tarea, y, como primera medida, se enfocase en optimizar las condiciones básicas hasta el punto de ser la economía latinoamericana con mejor desempeño en infraestructura, instituciones, y salud y educación primaria, Colombia escalaría a la segunda posición en la región, y al puesto 35 en el escalafón mundial.
G: ¿Cómo están las regiones?
RC: En la medida en que buena parte del desarrollo productivo ocurre a nivel territorial, las estrategias del ámbito nacional para aumentar los niveles de competitividad deben correlacionarse con el ámbito regional.
En ese orden de ideas, lograr mejores resultados como país es prácticamente imposible sin antes cerrar las abismales brechas de competitividad que existen entre unas y otras regiones. Para hacerse a una idea, en Colombia las diferencias en cobertura en educación básica entre Guaviare y Santander son tan amplias como las que existen entre Mali y Hong Kong.
G: ¿Cuáles son las mayores fortalezas y debilidades?
RC: En los últimos cinco años, Colombia ha presentado retrocesos en la mayoría de pilares del Índice Global de Competitividad, y ha mostrado avances en apenas tres de ellos: ambiente macroeconómico, desarrollo del mercado financiero y sofisticación de los negocios. En particular, la calidad y fortaleza de las instituciones es el campo en el que Colombia tiene peor desempeño según la clasificación del FEM, pues, en 2016, se ubicó en la posición 112 entre 138 países.
Más aún, la productividad de la economía nacional –que debería acompañar a los avances en competitividad– se encuentra prácticamente paralizada desde hace treinta años. El resultado de esto es que, en promedio, se requieren 4,3 trabajadores colombianos para producir el mismo valor agregado que produce un trabajador en Estados Unidos. Y esta brecha es mayor en los sectores que más empleo generan, como la industria manufacturera, el comercio, el transporte y el agro.
G: ¿Qué decisiones deben tomar los empresarios para impulsar la competitividad en el país?
RC: En el ámbito empresarial, es evidente que en Colombia los mercados no funcionan de manera óptima, y las empresas no destinan suficientes fondos para innovación. El Índice del FEM muestra que Colombia perdió siete posiciones en el pilar de innovación entre 2006 y 2016, al descender hasta la posición 79 entre 138 países.
La consecuencia de la baja inversión en ciencia, tecnología e innovación es que la capacidad productiva del país está rezagada. De manera que las decisiones a tomar por parte de los empresarios deberían encausarse hacia la adopción de mejores prácticas gerenciales y productivas, la capacitación de los empleados, innovación, e inversión de recursos para lograr mayores niveles de eficiencia.
G: ¿Cuáles son las mayores oportunidades que deben aprovechar los empresarios en materia de competitividad?
RC: La economía colombiana atraviesa por un periodo de estancamiento desde la caída del boom de las materias primas. Para superar este bache, la experiencia comparada apunta a la productividad como el único camino para alcanzar tasas de crecimiento altas y sostenidas.
En ese sentido, la apuesta por el crecimiento productivo es la gran oportunidad del sector empresarial del país. En el más reciente informe del Consejo Privado de Competitividad (Productividad: la clave del crecimiento para Colombia), elaborado en asocio con profesores de la Universidad de los Andes, se concluye que los establecimientos más productivos tienden a lograr mayores participaciones de mercado dentro de su sector, y que, además, este nexo entre productividad y participación de mercado se fortalece en los sectores en que hay mayor competencia.