En una encuesta que realizó hace varios años entre 1.000 adultos en el país, la multinacional BlackRock encontró que los colombianos eran optimistas sobre su futuro financiero, pero que aquellos que tenían la capacidad de ahorrar estaban haciendo poco por poner a trabajar su dinero.
“Seguimos teniendo la cultura del CDT, las cuentas de ahorro y los fondos a la vista que si bien son de bajo riesgo, ofrecen rendimientos bajísimos y dificultan las metas de largo plazo”, señalaba el análisis.
En un contexto de recesión, los bancos centrales del mundo (entre ellos el Banco de la República, en Colombia) han abierto el chorro de la liquidez imprimiendo dólares, euros, yenes y pesos, para tratar de atenuar una brutal contracción económica provocada por la pandemia y las cuarentenas.
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La idea es sencilla. Al inundar de liquidez la economía y reducir sus tasas de intervención, los bancos centrales buscan inducir a los bancos comerciales a reducir el costo de los créditos que otorgan al público y a las empresas y, por esa vía, incentivar el consumo y, en condiciones normales, la inversión. Desde el punto de vista de la demanda agregada, el consumo tiene un peso cercano al 70% en el PIB.
Mientras que las tasas de interés de los bancos centrales en muchos países desarrollados se encuentran en un nivel cercano a cero (incentivando la toma de riesgos y según los críticos, el auge de las criptodivisas y casos como los de GameStop) en Colombia el Emisor mantiene la suya (también llamada Repo, que es la tasa de interés mínima que les cobra a las entidades financieras por los préstamos de corto plazo) en 1,75%, apenas por encima de la variación de los precios en 2020 (1,61%).
Por ello, no resulta sorpresivo que la tasa de interés promedio de uno de los instrumentos de ahorro más apetecidos de los colombianos, el CDT, haya pasado de 5,38% a 2,72% entre enero y diciembre del año pasado, lo cual supone una reducción de 2,66 puntos porcentuales, superior a la caída en la tasa de intervención del Emisor (2,50 pps).
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Hace poco, el Banco de Inglaterra, BOE, advirtió a los bancos de ese país que comiencen a prepararse para las tasas de interés negativas.
Según Bloomberg, la medida plantea la amenaza de que el banco central empujará los costos de endeudamiento por debajo de cero, poniendo ‘patas arriba’ el negocio de préstamos al cobrar a los depositantes por almacenar efectivo mientras devuelve el dinero a los prestatarios.
“El BOE ha estado estudiando el caso de las tasas negativas durante casi un año como una forma de sacar al Reino Unido de su peor recesión en tres siglos. Hasta ahora, no ha seguido a sus homólogos en Europa y Japón en la implementación de la política”, explicó un análisis de la citada fuente.
«No creo que el banco estaría haciendo una declaración como esta si no estuviera considerando seriamente su uso», dijo Nigel Terrington, quien dirige Paragon Banking Group Plc, un prestamista para propietarios residenciales.
Tal como lo advierte un análisis de la revista Finanzas y Desarrollo del FMI, durante la mayor parte de la historia, las tasas de interés nominales —es decir, las tasas oficiales que un prestatario paga por un préstamo— han sido positivas; o sea, superiores a cero.
“Ahora bien, ¿qué ocurre si la tasa de inflación es más alta que el rendimiento del ahorro o de un préstamo? Si la inflación es de 3%, y la tasa de interés de un préstamo, 2%, el rendimiento que obtiene el prestamista es inferior a cero. En ese caso, decimos que la tasa de interés real —la tasa nominal menos la tasa de inflación— es negativa”.
Según Corficolombiana, al mantener los principales bancos centrales de las economías desarrolladas sus tasas de interés en un nivel históricamente bajo más allá de 2023, la liquidez en los mercados globales continuará siendo amplia durante los próximos años.
Se trata de un escenario propicio para que las autoridades monetarias de las economías emergentes -como Colombia- mantengan una política expansiva, caracterizada por tasas de referencia en niveles mínimos históricos y, en muchos casos, continúen implementando medidas no convencionales como las compras de activos, tal como ya ha sucedido acá.
Pero, para el ahorrador conservador que apuesta por un CDT, una cuenta de ahorro o un depósito a la vista, esto implicará una tasa real (es decir, descontada la inflación que, el año pasado, cerró en 1,61%) cada vez más cercana a cero.
De hecho, en Colombia algunos bancos (especialmente los más grandes) están ofreciendo una tasa efectiva anual de 0,85% por un CDT de $30 millones a 90 días, lo que equivale a $62.676. En el caso de un CDT de $50 millones la tasa ofrecida es de 1,15%, lo que quiere decir que, al final del período, el ahorrador percibirá $122.825.
Por ello, aunque parezca exagerado el titular de esta nota, la realidad es que en algunos países de Europa sí se ha presentado la situación de que el Banco Central les cobra a los bancos comerciales por guardarles sus excedentes de efectivo.
Y aunque los bancos tal vez nunca lleguen a cobrarnos por guardar nuestros ahorros, para evitar los retiros de los depósitos que ellos usan para otorgar créditos, en la práctica el rendimiento que ofrecen las cuentas de ahorro y los CDT cada vez será menor.
Al fin y al cabo, como lo dice el citado análisis del FMI, los bancos pueden cobrar otros cargos para resarcirse de los costos, y hasta ahora en el mundo las tasas no han sido suficientemente negativas como para que intenten pasárselas a los pequeños depositantes (los depositantes más grandes han aceptado algunas tasas negativas por la comodidad de mantener fondos en los bancos). Pero la incertidumbre en torno a los límites de la política de tasas negativas persistirá mientras el efectivo sea una alternativa.
Consulte el análisis del FMI ¿Cómo pueden ser negativas las tasas de interés?: https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2020/03/pdf/que-son-tasas-interes-negativas-esencial.pdf