Mucho optimismo y pocos detalles sobre el acuerdo con China en el inicio de la gira asiática de Trump
El elusivo acuerdo comercial entre EE.UU. y China, uno de los frentes decisivos de la presidencia de Donald Trump, está un poco más cerca de hacerse realidad, en un comienzo prometedor de la gira asiática del presidente de EE.UU., que arrancó este … domingo en Kuala Lumpur.
Los negociadores de Trump y de su homólogo chino, Xi Jinping, celebraron una nueva ronda de encuentros en la capital de Malasia. Y salieron derrochando optimismo a pocos días de que ambos líderes protagonicen su esperada cumbre en Corea del Sur, donde deberían finalizar y sellar el acuerdo. Es un optimismo que, sin embargo, contrasta con la falta de detalles sobre los términos del entendimiento, una constante en el tumultuoso proceso negociador entre ambos países.
«Cree que tenemos un marco exitoso para que los líderes discutan este jueves», dijo el negociador jefe de EE.UU., su secretario del Tesoro, Scott Bessent, después del encuentro con sus homólogos chinos. Bessent confió en que la reunión entre Trump y XI será «fantástica».
Por parte de China, el resultado de las conversaciones se interpretó como un acuerdo «preliminar» que deberá ser detallado de aquí a la cumbre.
«La esencia de las relaciones económicas y comerciales de China y EE.UU. es el beneficio mutuo […]. Mantener el desarrollo estable de las relaciones comerciales sirve a los intereses compartidos de ambos países y pueblos, y está a la altura de las expectativas de la comunidad internacional», apuntó el viceministro de Comercio y jefe de la comitiva china, He Lifeng, en declaraciones recogidas por la agencia oficial de noticias Xinhua.
Aranceles en suspenso
El negociador Li Chenggang ofreció más detalles de la dinámica: EE.UU. ha mostrado una postura «dura», mientras que China se ha mantenido «firme en la defensa de sus intereses y derechos», pero uno y otro creen que «una relación estable es beneficioso para ambas partes», lo que ha derivado en un «consenso preliminar».
Después, Bessent aseguró que el acuerdo apunta a evitar los aranceles disparados con los que Trump ha amenazado a China y, como contrapartida, eliminar por el momento los controles a las exportaciones de minerales raros, que son decisivos para innumerables industrias -en especial, las tecnológicas- y donde el gigante asiático tiene en la práctica un monopolio.
«El presidente me confirió un poder negociador máximo cuando amenazó con aranceles del 100% si China imponía sus controles a las exportaciones de minerales raros», dijo el secretario del Tesoro en una entrevista con la cadena ABC. «Lo hemos evitado, así que los aranceles también serán evitados», añadió y anticipó que eso se materializará con un «retraso de un año mientras estudian» su implementación. Bessent también dijo que el acuerdo preliminar sobre TikTok, la popular red social controlada por China, podría «consumarse» en la cumbre.
Bessent habló de un marco de acuerdo «sustancial», aunque queda mucho por detallar en muchos frentes. No solo en cómo quedarán los aranceles finalmente para las importaciones chinas a EE.UU. o cuál es la decisión definitiva de Pekín sobre minerales raros: también asuntos como las medidas de Washington para proteger el sector naval y marítimo de EE.UU., la exportación de productos agrícolas a China -en especial, la soja, muy perjudicada por la guerra comercial- o la lucha contra la producción y envío de precursores del fentanilo, el poderoso opiáceo que ha provocado una epidemia de sobredosis en la primera potencia mundial.
Casi todo está en el aire, pero al menos el comienzo del viaje ha recuperado el tono positivo para las negociaciones comerciales, después de las últimas turbulencias. La pasada primavera, en medio de la guerra comercial global desatada por Trump con sus aranceles globales, el toma y daca entre EE.UU. y China llevó a los aranceles al 145% para los productos chinos y del 125% para los estadounidenses. En verano, ambas potencias acordaron una prórroga y desde entonces se han producido cinco reuniones por todo el planeta -incluida una en Madrid- para llegar a un entendimiento.
La pasada primavera, el toma y daca entre EE.UU. y China llevó a los aranceles al 145% para los productos chinos y del 125% para los estadounidenses
En las últimas semanas, las tensiones se dispararon con la decisión china de imponer ese control a las exportaciones de minerales raros. Trump amenazó con suspender la cumbre con Xi y con aranceles del 100%. El encuentro en Kuala Lumpur ha servido para dejar de lado esas tensiones y aplanar el camino a un posible acuerdo este jueves.
Desde el Air Force One, el avión presidencial, Trump aseguró que su expectativa es salir de la cumbre con Xi con un «acuerdo completo» y confió en que «tenemos una oportunidad muy buena de conseguir un acuerdo amplio». Pero sus negociadores -y también los chinos- insistieron en que, a pesar del optimismo, nada estará cerrado hasta que sus líderes se vean y finalicen los acuerdos.
Trump, pacificador
El inicio de la gira asiática también ha servido para que Trump se ponga su traje favorito: el de pacificador. Aprovechando su presencia en Kuala Lumpur para la reunión de la Asociación de Países del Sudeste Asiático, protagonizó un acto para la rúbrica del acuerdo de paz entre Camboya y Tailandia, que medió el pasado verano.
«Conseguimos algo que mucha gente decía que era imposible», dijo el presidente de EE.UU., que firmó acuerdos económicos con ambos países y que ha defendido que la amenaza con aranceles fue una de sus herramientas para arrancar el acuerdo de paz entre ambos países.
El periplo asiático del presidente de EE.UU. continuará este lunes en Japón, con las tensiones comerciales de nuevo en el centro. Allí, Trump se reunirá con la nueva primera ministra del país, la conservadora Sanae Takaichi.
Trump mantiene una vieja relación contenciosa con este país asiático. Su obsesión con los aranceles nació con Japón en la década de 1980, cuando era un treintañero convertido en sensación del sector del ladrillo de Nueva York y que ya empezaba a regalar consejos de política internacional. En aquella época, las compañías japonesas inundaban EE.UU. de productos tecnológicos y, con los bolsillos llenos, los japoneses se quedaban también con buena parte de las joyas inmobiliarias de Manhattan. Trump empezó entonces a defender que había que contener a los japoneses con aranceles.
Fue también en aquella época cuando viajó a Japón, visitó los jardines imperiales y pidió entrevistarse con el emperador. La respuesta del palacio nipón fue que no sabían quién era y que cualquier visita debía organizarse con al menos un año de antelación. Ahora, el emperador Naruhito sabe bien quién es y lo recibirá en Tokio.


