En 2017, las inversiones en big data y analítica cerraron alrededor de los US$150.000 millones (12,4% más que el año anterior). Y es que la transformación de las industrias con nuevos modelos de negocio, toma de decisiones más inteligentes, maneras diferentes de operar y el aprovechamiento de cada micromomento para mejorar la relación con los clientes, fue el camino recorrido por gran parte de las organizaciones empresariales durante este año.
“El 2018 será el año en que se consolidará la economía digital en Colombia, y la transformación vía analítica tendrá un rol preponderante en este nuevo escenario”, explicó Vivian Jones, country manager de SAS en Colombia y Ecuador.
En el marco de esta nueva economía digital y con la exigencia de mantener su vigencia, competitividad y proyección en el mercado, la compañía anticipa que los siguientes son algunos de los frentes en los más deberán estar enfocadas las empresas en 2018:
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Analítica más diversa
La diversidad se verá reflejada en mayores posibilidades de gestionar grandes volúmenes de información tanto de fuentes internas, como externas; con datos estructurados y no estructurados, y que pueden provenir de redes sociales, de transacciones o de contexto. También la hace diversa el que permitirá la adopción de lenguajes open source y podrá estar en las instalaciones de las empresas o en una nube pública, privada o híbrida. Todas estas opciones habilitarán nuevas formas de acceder a las soluciones analíticas de SAS en las organizaciones. “Así, los tomadores de decisión en las empresas se podrán dedicar a innovar”, dijo Jones.
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Analítica Edge para IoT
Los datos que envían unos sensores instalados en aparatos (lo que se conoce como la era del Internet de las Cosas -IoT) ya no solo serán analizados en un datacenter o una máquina central. La Analítica Edge permitirá que se analicen directamente en los dispositivos y que los usuarios tomen decisiones en tiempo real. Por ejemplo, un carro ya no tendrá que ser llevado a un taller para revisiones periódicas, escaneos y tratar de detectar posibles fallos que se puedan presentar. Con Analítica Edge, los problemas se irán detectando en tiempo real, avisándole exactamente al usuario cuánto tiempo tiene para solucionarlos o si tiene que enfrentar la situación de manera inmediata.
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Analítica e inteligencia artificial
Hasta ahora los modelos de prevención de fraude y de gestión de riesgos de las empresas se trabajan en su gran mayoría post-mortem, es decir, hay que esperar a que sucedan para que se puedan intervenir y analizar, y a partir de allí establecer controles para evitar que vuelvan a pasar. La combinación analítica-IA cambia la manera en que se trabajan estos modelos, pues ya no solo se analizarán y controlarán los cambios de comportamientos que se puedan presentar, sino que se podrán incluso predecir y anticipar.
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Regulación
En 2018, uno de los temas que más atención requerirá es la regulación. Las organizaciones no solo tendrán que estar preocupadas y atendiendo los requerimientos ya existentes en normativas como las de Basilea o IFRS, financiación del terrorismo y la protección de habeas data, sino que tendrán que estar pendientes de las legislaciones que se produzcan al incorporar y reglamentar la actividad de nuevos jugadores en sectores clave.
“Adicionalmente, se deberá entender el estándar que finalmente se apruebe para Blockchain y se deberá avanzar en regulaciones en tiempo real (RegTech) pues las necesidades de los usuarios para enfrentar situaciones y responder a las nuevas regulaciones tendrán que ser resueltas de manera más veloz y eficiente”, explicó Jones.
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Seguridad Analítica
Finalmente, está la seguridad de la información, las transacciones, los procesos y los sistemas en las organizaciones. En 2018 predominarán las soluciones de seguridad que incorporen la analítica y la gestión de datos entre sus componentes. Son soluciones que tienen el potencial y recursividad para enfrentar los nuevos riesgos y ataques (como los de Wanna Cry de 2017) anticipándose a ellos. La gran ventaja de la seguridad analítica es que les permite a las empresas hacer una transición de un modelo reactivo contra las amenazas a uno proactivo de gestión del riesgo en tiempo real.