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Una mujer cristiana, en el primer gobierno en Siria del exyihadista Al Sharaa

Hace diez años era el líder en Siria de Estado Islámico y organizaba atentados suicidas. Hace solo cuatro meses, encabezaba un pequeño gobierno islamista en una provincia del país, como jefe del movimiento islamista rebelde Hayat Tahrir al Shamn (HTS). Ahora, Ahmed al Sharaa, … de 42 años, es el presidente interino de toda Siria tras la caída de Bashar al Assad. Por fin, casi cuatro meses después de su llegada al poder, ha presentado su primer gobierno.
En él figuran 23 ministros. Prácticamente todos, según la foto oficial de la agencia de noticias siria, enfundados en trajes oscuros de impecable corte occidental. En la foto destaca una mujer, de mediana edad y rubio teñido, que es la aportación de Al Sharaa a la ‘inclusividad de religiones’ que le pide Europa. Hind Kabawat es una siria cristiana (antes de la guerra llegaron a ser el 10% de la población, hoy los sirio-cristianos representan el 4 por ciento), antigua disidente del régimen de los Assad.
Kabawat, que tendrá una cartera secundaria en el gabinete, es la baza de Al Sharaa para que Occidente levante las sanciones internacionales que hacen imposible la reconstrucción del país, por su incapacidad de acceso al mercado financiero. La pobreza en Siria es extrema. Damasco tiene solo dos horas diarias de electricidad, y las colas del pan son inmensas, según denunció recientemente en ABC el arzobispo de Homs, a su paso por Madrid. Hace pocas semanas, la ONU estimó que 16,7 millones de sirios necesitan ayuda humanitaria.

Este panorama social y económico tiene su complemento político en el recelo de Occidente hacia el presidente Al Sharaa. Israel desconfía abiertamente, y ha ido conquistando territorio sirio en el sur –desde los Altos del Golán– para ampliar lo que denomina como su «zona de seguridad». Turquía ocupa terreno en el norte, con el pretexto de controlar a los kurdo-sirios. Trump no se fía de Al Sharaa. Y Europa quiere creer. Pero los hechos son tozudos.
Hace un mes se produjo una masacre de familias enteras en la zona costera –donde se concentra la minoría siria chií, a la que pertenecen los Assad– y Damasco se limitó a decir que los ataques están siendo investigados. Poco después Al Sharaa firmó una Constitución provisional basada en la Sharía, la ley islámica. Cuando se le pregunta si permitirá partidos políticos, se remite a las elecciones que ha previsto para dentro de cinco años. El presidente es más ambiguo e inescrutable cuando se le interpela sobre el papel de la Sharía en el nuevo régimen.
El recurso a la ministra cristiana, y a un puñado de representantes de otras minorías musulmanas no suníes en el nuevo gobierno –un alauí, un kurdo y un druso– es, en cualquier caso, un bonito gesto de aquiescencia con Europa, que pide democracia para levantar las sanciones y restablecer los lazos con Damasco.

Publicado: abril 1, 2025, 8:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/mujer-cristiana-primer-gobierno-siria-yihadista-sharaa-20250401141411-nt.html

Hace diez años era el líder en Siria de Estado Islámico y organizaba atentados suicidas. Hace solo cuatro meses, encabezaba un pequeño gobierno islamista en una provincia del país, como jefe del movimiento islamista rebelde Hayat Tahrir al Shamn (HTS). Ahora, Ahmed al Sharaa, de 42 años, es el presidente interino de toda Siria tras la caída de Bashar al Assad. Por fin, casi cuatro meses después de su llegada al poder, ha presentado su primer gobierno.

En él figuran 23 ministros. Prácticamente todos, según la foto oficial de la agencia de noticias siria, enfundados en trajes oscuros de impecable corte occidental. En la foto destaca una mujer, de mediana edad y rubio teñido, que es la aportación de Al Sharaa a la ‘inclusividad de religiones’ que le pide Europa. Hind Kabawat es una siria cristiana (antes de la guerra llegaron a ser el 10% de la población, hoy los sirio-cristianos representan el 4 por ciento), antigua disidente del régimen de los Assad.

Kabawat, que tendrá una cartera secundaria en el gabinete, es la baza de Al Sharaa para que Occidente levante las sanciones internacionales que hacen imposible la reconstrucción del país, por su incapacidad de acceso al mercado financiero. La pobreza en Siria es extrema. Damasco tiene solo dos horas diarias de electricidad, y las colas del pan son inmensas, según denunció recientemente en ABC el arzobispo de Homs, a su paso por Madrid. Hace pocas semanas, la ONU estimó que 16,7 millones de sirios necesitan ayuda humanitaria.

Este panorama social y económico tiene su complemento político en el recelo de Occidente hacia el presidente Al Sharaa. Israel desconfía abiertamente, y ha ido conquistando territorio sirio en el sur –desde los Altos del Golán– para ampliar lo que denomina como su «zona de seguridad». Turquía ocupa terreno en el norte, con el pretexto de controlar a los kurdo-sirios. Trump no se fía de Al Sharaa. Y Europa quiere creer. Pero los hechos son tozudos.

Hace un mes se produjo una masacre de familias enteras en la zona costera –donde se concentra la minoría siria chií, a la que pertenecen los Assad– y Damasco se limitó a decir que los ataques están siendo investigados. Poco después Al Sharaa firmó una Constitución provisional basada en la Sharía, la ley islámica. Cuando se le pregunta si permitirá partidos políticos, se remite a las elecciones que ha previsto para dentro de cinco años. El presidente es más ambiguo e inescrutable cuando se le interpela sobre el papel de la Sharía en el nuevo régimen.

El recurso a la ministra cristiana, y a un puñado de representantes de otras minorías musulmanas no suníes en el nuevo gobierno –un alauí, un kurdo y un druso– es, en cualquier caso, un bonito gesto de aquiescencia con Europa, que pide democracia para levantar las sanciones y restablecer los lazos con Damasco.

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