«Quiero estar a la altura», «tengo que dar la talla», «si no tomo Viagra, me entra el miedo y no puedo hacerlo», «siempre que salgo de fiesta, si voy a tomar drogas y preveo tener sexo grupal, llevo una Viagra en el bolsillo». Estas son algunas de las frases que sexólogos y andrólogos escuchan en las consultas cuando llaman a sus puertas hombres jóvenes, de menos de 30 años, con problemas de disfunción eréctil.