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Un estudio advierte del impacto de los recortes de Trump en la investigación biomédica

La investigación biomédica ha transformado la vida de millones de personas en las últimas décadas, gracias a descubrimientos que se han traducido en fármacos capaces de tratar enfermedades antes consideradas intratables. Pero este progreso habría estado amenazado, según un análisis publicado en la revista ‘Science … ‘, si se hubieran aplicado los recortes presupuestarios que ha propuesto la Administración Trump a los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés).
El plan, que contempla una reducción del 40 % en los fondos destinados al organismo estadounidense, habría comprometido de forma significativa el avance científico, advierte el artículo coescrito por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
El estudio demuestra que más de la mitad de los medicamentos aprobados por la FDA (autoridades sanitarias de EE.UU.) desde el año 2000 están relacionados con investigaciones financiadas, directa o indirectamente, por los NIH.

Uno de los ejemplos más ilustrativos es Gleevec (imatinib), un fármaco aprobado en EE.UU. en 2001 contra la leucemia mieloide crónica que ha cambiado radicalmente la expectativa de vida de los pacientes. Este medicamento se desarrolló gracias a investigaciones básicas sobre la proteína BCR-ABL, apoyadas en parte con fondos públicos.
El análisis distingue dos tipos de relación entre los nuevos fármacos y la financiación pública: vínculos directos, cuando la patente cita estudios de los NIH esenciales para el desarrollo del medicamento, e indirectos, cuando los avances se apoyan en conocimientos previos financiados por el organismo.
Los datos muestran que 40 medicamentos aprobados desde el año 2000 presentan vínculos directos con investigaciones de los NIH, de los cuales 14 se habrían visto comprometidos por los recortes. En el caso de los vínculos indirectos, la magnitud es aún mayor: el 59,4 % de los 557 fármacos aprobados entre 2000 y 2023 citan al menos una publicación financiada por los NIH, y más de la mitad hacen referencia a estudios considerados «en riesgo» por la reducción presupuestaria.
«El verdadero impacto de los NIH está en esa base científica amplia que financian y sobre la que después construyen la industria farmacéutica y otros laboratorios», subraya Danielle Li, economista del MIT y coautora del trabajo.
Aunque los investigadores advierten que las citas en patentes no son una medida absoluta del peso de los NIH en el desarrollo de un medicamento, los resultados revelan una clara dependencia de la investigación pública. Además, el análisis no recoge las conexiones de segundo orden, aquellas en las que un hallazgo financiado por los NIH inspira nuevas investigaciones que derivan en un fármaco, lo que probablemente subestima su verdadera influencia.
Más allá de los datos, los autores alertan de un riesgo a largo plazo: recortes profundos podrían frenar la carrera de jóvenes científicos y con ello ralentizar futuros avances médicos.

Investigadores extranjeros

De hecho, el presidente Trump decretó el pasado 19 de septiembre que empresas y universidades deberán pagar 100.000 dólares adicionales por cada investigador o académico extranjero contratado bajo el programa de visados H-1B, que ya contempla tasas de varios miles de dólares.
La medida, según la Casa Blanca, busca frenar abusos en el sistema y proteger salarios de trabajadores estadounidenses. Sin embargo, expertos advierten que el alto coste podría disuadir a universidades y centros de investigación de incorporar talento internacional.
La orden presidencial no especifica si la tasa también se aplicará a los actuales titulares de visados H-1B. La falta de claridad ha hecho que abogados de inmigración y responsables universitarios a recomendar el pasado fin de semana que los investigadores extranjeros eviten viajar fuera del país o que regresaran antes del lunes 22 para no arriesgarse a quedar bloqueados en el extranjero y perder su visa.
«La preocupación es que este tipo de recortes ponen en peligro la base sobre la que se desarrolla la medicina del mañana. Eso significa poner en riesgo los tratamientos que podrían salvar a nuestros hijos o nietos dentro de 20 años», advierte Li.

Publicado: septiembre 25, 2025, 2:15 pm

Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/estudio-advierte-impacto-recortes-trump-investigacion-biomedica-20250925133552-nt.html

La investigación biomédica ha transformado la vida de millones de personas en las últimas décadas, gracias a descubrimientos que se han traducido en fármacos capaces de tratar enfermedades antes consideradas intratables. Pero este progreso habría estado amenazado, según un análisis publicado en la revista ‘Science‘, si se hubieran aplicado los recortes presupuestarios que ha propuesto la Administración Trump a los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés).

El plan, que contempla una reducción del 40 % en los fondos destinados al organismo estadounidense, habría comprometido de forma significativa el avance científico, advierte el artículo coescrito por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

El estudio demuestra que más de la mitad de los medicamentos aprobados por la FDA (autoridades sanitarias de EE.UU.) desde el año 2000 están relacionados con investigaciones financiadas, directa o indirectamente, por los NIH.

Uno de los ejemplos más ilustrativos es Gleevec (imatinib), un fármaco aprobado en EE.UU. en 2001 contra la leucemia mieloide crónica que ha cambiado radicalmente la expectativa de vida de los pacientes. Este medicamento se desarrolló gracias a investigaciones básicas sobre la proteína BCR-ABL, apoyadas en parte con fondos públicos.

El análisis distingue dos tipos de relación entre los nuevos fármacos y la financiación pública: vínculos directos, cuando la patente cita estudios de los NIH esenciales para el desarrollo del medicamento, e indirectos, cuando los avances se apoyan en conocimientos previos financiados por el organismo.

Los datos muestran que 40 medicamentos aprobados desde el año 2000 presentan vínculos directos con investigaciones de los NIH, de los cuales 14 se habrían visto comprometidos por los recortes. En el caso de los vínculos indirectos, la magnitud es aún mayor: el 59,4 % de los 557 fármacos aprobados entre 2000 y 2023 citan al menos una publicación financiada por los NIH, y más de la mitad hacen referencia a estudios considerados «en riesgo» por la reducción presupuestaria.

«El verdadero impacto de los NIH está en esa base científica amplia que financian y sobre la que después construyen la industria farmacéutica y otros laboratorios», subraya Danielle Li, economista del MIT y coautora del trabajo.

Aunque los investigadores advierten que las citas en patentes no son una medida absoluta del peso de los NIH en el desarrollo de un medicamento, los resultados revelan una clara dependencia de la investigación pública. Además, el análisis no recoge las conexiones de segundo orden, aquellas en las que un hallazgo financiado por los NIH inspira nuevas investigaciones que derivan en un fármaco, lo que probablemente subestima su verdadera influencia.

Más allá de los datos, los autores alertan de un riesgo a largo plazo: recortes profundos podrían frenar la carrera de jóvenes científicos y con ello ralentizar futuros avances médicos.

Investigadores extranjeros

De hecho, el presidente Trump decretó el pasado 19 de septiembre que empresas y universidades deberán pagar 100.000 dólares adicionales por cada investigador o académico extranjero contratado bajo el programa de visados H-1B, que ya contempla tasas de varios miles de dólares.

La medida, según la Casa Blanca, busca frenar abusos en el sistema y proteger salarios de trabajadores estadounidenses. Sin embargo, expertos advierten que el alto coste podría disuadir a universidades y centros de investigación de incorporar talento internacional.

La orden presidencial no especifica si la tasa también se aplicará a los actuales titulares de visados H-1B. La falta de claridad ha hecho que abogados de inmigración y responsables universitarios a recomendar el pasado fin de semana que los investigadores extranjeros eviten viajar fuera del país o que regresaran antes del lunes 22 para no arriesgarse a quedar bloqueados en el extranjero y perder su visa.

«La preocupación es que este tipo de recortes ponen en peligro la base sobre la que se desarrolla la medicina del mañana. Eso significa poner en riesgo los tratamientos que podrían salvar a nuestros hijos o nietos dentro de 20 años», advierte Li.

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