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Un error de cálculo de Maduro puede dejarlo a los pies de Trump

El despliegue naval ordenado por Donald Trump en los límites de las aguas territoriales de Venezuela fácilmente lleva a recordar la intervención estadounidense de 1989 en Panamá para echar del poder a Manuel Noriega (y detenerlo: la operación militar no terminó hasta … que el tirano panameño subió a un avión y fue trasladado a una cárcel de Miami).
Hasta el mismo momento de la invasión, Noriega siempre creyó que Estados Unidos iba de farol y no se atrevería a poner sus soldados en suelo panameño, y eso que Washington tenía ya sus tropas «dentro» del país, en la amplia franja a ambos lados del Canal cuya soberanía Panamá cedió en su día a los norteamericanos (lógicamente, se sumó un mayor contingente y se usaron unidades más adecuadas para la operación).
Noriega tuvo algunos momentos de duda y llegó a prestarse a negociaciones para su salida, pero en el último momento pesó más su convicción de que George H. W. Bush no ordenaría el ataque. Su autoconfianza hizo que incluso abusara en extremo de la paciencia del presidente estadounidense. En los meses previos a la invasión, permitió a sus esbirros que golpearan, hasta hacerles sangrar, a los líderes de la oposición que habían ganado las elecciones y cuyo triunfo no fue reconocido. En las semanas y días anteriores a la operación «Causa Justa», sus hombres hostigaron a algunos soldados estadounidenses, hasta la muerte de uno de ellos, que habían dejado la Zona del Canal para cenar, fuera de servicio, en un restaurante del otro lado.

Si a Noriega no se le hubiera ido la mano en esa recta final, en un error de cálculo, es posible que Estados Unidos no hubiera actuado, pues para Bush la invasión era resolver un problema creándose otro mayor. Tampoco ahora Trump parece proclive a utilizar la fuerza militar (en realidad, Maduro es menos fundamental en las rutas del narcotráfico que lo era Noriega) y todo indica que la movilización que ha ordenado tiene como único fin presionar sobre el régimen chavista para ver si con ello se rompen las fidelidades en la cúpula y se desmorona el sistema. Pero Maduro también puede cometer errores de cálculo que empeoren su situación y lo dejen a los pies de un ataque Trump.
Es difícil que el mando venezolano genere una «provocación» en un incidente militar con los barcos estadounidenses, pero puede haber otros motivos de escalada. Uno de ellos podría ser que el Gobierno de Maduro detuviera algunos ciudadanos estadounidenses que estén en Venezuela, con el propósito de contar con una baza de negociación para un apaciguamiento. Caracas ha demostrado que esa es su táctica preferida frente a Washington (además de usar la vía de presión del lobby petrolero), pero eso cogería harto a Trump, y el pueblo estadounidense ha estado muchas veces dispuesto a amparar acciones de fuerza para vengar a sus conciudadanos maltratados.
Si bien las circunstancias pueden evolucionar, hoy por hoy el objetivo del despliegue naval de Estados Unidos es presionar sobre el régimen. En el caso histórico de Panamá, el control sobre el aparato de seguridad por parte de Noriega era completo, pues él mismo había salido de las filas de la Guardia Nacional y se había rodeado de compañeros de armas absolutamente leales. Washington no tuvo otro modo para un cambio de régimen que entrar en el país y apresar a Noriega. En Venezuela, en cambio, la cúpula tiene más polos de poder; la amenaza de una operación militar busca generar miedo y desconfianza entre ellos: se trata de una estrategia plausible.
Pero puede ocurrir que esa presión de Estados Unidos, a la que han comenzado a sumarse otros países (políticamente, sin despliegue de unidades), no llegue a tener el efecto buscado, y que al mismo tiempo Trump no se decida a un ataque cuyo éxito completo no está asegurado de antemano sin una implicación a fondo. La retirada de los buques de la Navy dejando a Maduro en el Palacio de Miraflores sería dar todo el oxígeno a un régimen al que le costaba respirar y desmoralizaría mortalmente a la oposición.

Publicado: septiembre 3, 2025, 4:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/error-calculo-maduro-puede-dejarlo-pies-trump-20250903105032-nt.html

El despliegue naval ordenado por Donald Trump en los límites de las aguas territoriales de Venezuela fácilmente lleva a recordar la intervención estadounidense de 1989 en Panamá para echar del poder a Manuel Noriega (y detenerlo: la operación militar no terminó hasta que el tirano panameño subió a un avión y fue trasladado a una cárcel de Miami).

Hasta el mismo momento de la invasión, Noriega siempre creyó que Estados Unidos iba de farol y no se atrevería a poner sus soldados en suelo panameño, y eso que Washington tenía ya sus tropas «dentro» del país, en la amplia franja a ambos lados del Canal cuya soberanía Panamá cedió en su día a los norteamericanos (lógicamente, se sumó un mayor contingente y se usaron unidades más adecuadas para la operación).

Noriega tuvo algunos momentos de duda y llegó a prestarse a negociaciones para su salida, pero en el último momento pesó más su convicción de que George H. W. Bush no ordenaría el ataque. Su autoconfianza hizo que incluso abusara en extremo de la paciencia del presidente estadounidense. En los meses previos a la invasión, permitió a sus esbirros que golpearan, hasta hacerles sangrar, a los líderes de la oposición que habían ganado las elecciones y cuyo triunfo no fue reconocido. En las semanas y días anteriores a la operación «Causa Justa», sus hombres hostigaron a algunos soldados estadounidenses, hasta la muerte de uno de ellos, que habían dejado la Zona del Canal para cenar, fuera de servicio, en un restaurante del otro lado.

Si a Noriega no se le hubiera ido la mano en esa recta final, en un error de cálculo, es posible que Estados Unidos no hubiera actuado, pues para Bush la invasión era resolver un problema creándose otro mayor. Tampoco ahora Trump parece proclive a utilizar la fuerza militar (en realidad, Maduro es menos fundamental en las rutas del narcotráfico que lo era Noriega) y todo indica que la movilización que ha ordenado tiene como único fin presionar sobre el régimen chavista para ver si con ello se rompen las fidelidades en la cúpula y se desmorona el sistema. Pero Maduro también puede cometer errores de cálculo que empeoren su situación y lo dejen a los pies de un ataque Trump.

Es difícil que el mando venezolano genere una «provocación» en un incidente militar con los barcos estadounidenses, pero puede haber otros motivos de escalada. Uno de ellos podría ser que el Gobierno de Maduro detuviera algunos ciudadanos estadounidenses que estén en Venezuela, con el propósito de contar con una baza de negociación para un apaciguamiento. Caracas ha demostrado que esa es su táctica preferida frente a Washington (además de usar la vía de presión del lobby petrolero), pero eso cogería harto a Trump, y el pueblo estadounidense ha estado muchas veces dispuesto a amparar acciones de fuerza para vengar a sus conciudadanos maltratados.

Si bien las circunstancias pueden evolucionar, hoy por hoy el objetivo del despliegue naval de Estados Unidos es presionar sobre el régimen. En el caso histórico de Panamá, el control sobre el aparato de seguridad por parte de Noriega era completo, pues él mismo había salido de las filas de la Guardia Nacional y se había rodeado de compañeros de armas absolutamente leales. Washington no tuvo otro modo para un cambio de régimen que entrar en el país y apresar a Noriega. En Venezuela, en cambio, la cúpula tiene más polos de poder; la amenaza de una operación militar busca generar miedo y desconfianza entre ellos: se trata de una estrategia plausible.

Pero puede ocurrir que esa presión de Estados Unidos, a la que han comenzado a sumarse otros países (políticamente, sin despliegue de unidades), no llegue a tener el efecto buscado, y que al mismo tiempo Trump no se decida a un ataque cuyo éxito completo no está asegurado de antemano sin una implicación a fondo. La retirada de los buques de la Navy dejando a Maduro en el Palacio de Miraflores sería dar todo el oxígeno a un régimen al que le costaba respirar y desmoralizaría mortalmente a la oposición.

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