Trump trata de sofocar el incendio por las nuevas revelaciones del caso Epstein: «No caigáis en la trampa» - Colombia
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Trump trata de sofocar el incendio por las nuevas revelaciones del caso Epstein: «No caigáis en la trampa»

El segundo mandato de Donald Trump no está escaso de controversia –desde el perdón a los procesados por el asalto al Capitolio hasta el despliegue del Ejército en ciudades– pero pocos asuntos preocupan tanto al presidente de EE.UU. como las revelaciones de su … relación con Jeffrey Epstein, el malogrado financiero neoyorquino, y sus fechorías sexuales: impactan de lleno en sectores leales de su electorado.
Este miércoles fue un día significativo en la sucesión de escándalos relacionados con Epstein, que han sacudido a Trump desde su regreso a la Casa Blanca. Los demócratas de la Cámara de Representantes publicaron por la mañana tres correos electrónicos de Epstein con revelaciones dañinas para el multimillonario neoyorquino: uno con quien fue su pareja y cómplice, Ghislaine Maxwell, ahora en la cárcel; y dos con Michael Wolff, un periodista que ha escrito biografías controvertidas de Trump.
Epstein se suicidó en una celda de Nueva York en el verano de 2019, cuando esperaba a su juicio por trata de mujeres y abusos sexuales a menores. Su muerte desató innumerables teorías conspiranoicas en EE.UU., centradas en la idea de que a Epstein le mataron para que no implicara en el juicio a las elites políticas y financieras que participaron en sus correrías.

En los correos electrónicos revelados por los demócratas, Epstein escribe que Trump «pasó horas en mi casa» con una de sus víctimas, «sabía todo lo de los chicas» y pidió a Maxwell que eso «parara». En uno de ellos, Wolff desliza que la información dañina que tiene sobre la presencia de Trump en el avión privado de Epstein –que tenía el apodo infame de ‘Lolita Express’– y en su casa le podría ser útil con el ascenso político del multimillonario neoyorquino en 2016.
Este asunto es kriptonita política para Trump. Sus bases, que forman buena parte de aquellos que se apuntaron a las teorías conspiradoras que negaban el suicidio de Epstein, están decepcionadas con su gestión de los documentos clasificados sobre el caso Epstein. Algunos de sus aliados más férreos –como el actual director del FBI, Kash Patel– defendieron durante años, y también en la pasada campaña presidencial, que Trump revelaría todo lo existente sobre Epstein en cuanto regresara a la Casa Blanca. Su fiscal general, Pam Bondi, incluso dijo que se conocería la repetida ‘lista de clientes’ del criminal.
Eso ha quedado en nada. Bondi y Patel han dado la vuelta y han dicho que no existe esa lista, que no hay evidencias de que Epstein no se suicidara y que se ha revelado todo lo que se puede revelar.
El cabreo entre la parroquia trumpista ha sido fenomenal y se ha trasladado a algunos de sus representantes en el Congreso. Sobre todo porque el escándalo ha seguido coleando. Por ejemplo, cuando se conoció la carta de felicitación que Trump envió a Epstein por su 50º cumpleaños, con lenguaje soez y el cuerpo de una mujer desnuda dibujado con rotulador (Trump niega, contra las evidencias, que la carta sea suya y ha demandado a periódicos por publicarlo).

Transparencia

Los correos electrónicos publicados por los demócratas forman parte de una colección gigantesca de documentos, de cerca de 23.000 páginas, que el Comité de Supervisión de la Cámara Baja –liderado por republicanos– requirió a los herederos de Epstein el pasado verano. La respuesta de los republicanos a las revelaciones fue compartir la colección entera, en un intento de mostrar transparencia: pero donde parece que la información es más dañina contra Trump es en esos tres correos adelantados por los demócratas.
Trump y la Casa Blanca, por su parte, salieron a negar el impacto de las revelaciones y a retratarlo como una maniobra política. «Los demócratas tratan de recuperar la patraña de Jeffrey Epstein porque harán todo lo posible para desviar la atención sobre lo que ha pasado con el cierre», dijo en relación al cierre gubernamental, que estaba a punto de finalizar.
Su portavoz, Karoline Leavitt, defendió que los correos electrónicos «no prueban nada» y que son intentos de «mala fe» de los demócratas para «distraer de los logros históricos» de Trump. Leavitt reveló que la víctima que «pasó horas» con Trump es Virginia Giuffre, una mujer australiana de la que Epstein abusó y que se suicidó el pasado mes de abril. Lo dijo para asegurar que los demócratas utilizan una «narrativa engañosa», porque Giuffre dejó dicho, tanto en testimonios judiciales como en su propia biografía, que no creía que Trump hubiera participado en los delitos de Epstein.

Una trampa

Trump busca apagar el nuevo incendio de Epstein a la mayor celeridad y ha amenazado a los aliados que insistan por el camino de querer conocer toda la verdad del caso. «Solo un republicano muy malo, o estúpido, puede caer en esa trampa», dijo sobre las revelaciones demócratas.
Pero no lo va a tener tan fácil. Este miércoles tenía previsto jurar su cargo de diputada Adelita Grijalva, una demócrata que ganó el escaño por un distrito de Arizona dejado vacante por su padre. Con ella, habrá suficientes peticionarios para que se vote una moción que obligue al Departamento de Justicia a publicar todos los documentos clasificados sobre Epstein que siguen en su poder, a lo que se opone la Casa Blanca.
Esa votación colocará a muchos republicanos entre la espada y la pared, en especial a algunos que no han dejado de exigir transparencia máxima en este caso y que tienen la presión de sus votantes.
Según uno de los líderes demócratas en la Cámara Baja, Ro Khanna, varias decenas de republicanos apoyarán esa petición. Epstein, el que fuera su amigo durante años, vecino en Nueva York y Palm Beach, compañero de fiestas como recogen abundantes documentos de la época, va a seguir siendo un quebradero de cabeza para Trump.

Publicado: noviembre 12, 2025, 11:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/trump-trata-sofocar-incendio-nuevas-revelaciones-epstein-20251112214842-nt.html

El segundo mandato de Donald Trump no está escaso de controversia –desde el perdón a los procesados por el asalto al Capitolio hasta el despliegue del Ejército en ciudades– pero pocos asuntos preocupan tanto al presidente de EE.UU. como las revelaciones de su relación con Jeffrey Epstein, el malogrado financiero neoyorquino, y sus fechorías sexuales: impactan de lleno en sectores leales de su electorado.

Este miércoles fue un día significativo en la sucesión de escándalos relacionados con Epstein, que han sacudido a Trump desde su regreso a la Casa Blanca. Los demócratas de la Cámara de Representantes publicaron por la mañana tres correos electrónicos de Epstein con revelaciones dañinas para el multimillonario neoyorquino: uno con quien fue su pareja y cómplice, Ghislaine Maxwell, ahora en la cárcel; y dos con Michael Wolff, un periodista que ha escrito biografías controvertidas de Trump.

Epstein se suicidó en una celda de Nueva York en el verano de 2019, cuando esperaba a su juicio por trata de mujeres y abusos sexuales a menores. Su muerte desató innumerables teorías conspiranoicas en EE.UU., centradas en la idea de que a Epstein le mataron para que no implicara en el juicio a las elites políticas y financieras que participaron en sus correrías.

En los correos electrónicos revelados por los demócratas, Epstein escribe que Trump «pasó horas en mi casa» con una de sus víctimas, «sabía todo lo de los chicas» y pidió a Maxwell que eso «parara». En uno de ellos, Wolff desliza que la información dañina que tiene sobre la presencia de Trump en el avión privado de Epstein –que tenía el apodo infame de ‘Lolita Express’– y en su casa le podría ser útil con el ascenso político del multimillonario neoyorquino en 2016.

Este asunto es kriptonita política para Trump. Sus bases, que forman buena parte de aquellos que se apuntaron a las teorías conspiradoras que negaban el suicidio de Epstein, están decepcionadas con su gestión de los documentos clasificados sobre el caso Epstein. Algunos de sus aliados más férreos –como el actual director del FBI, Kash Patel– defendieron durante años, y también en la pasada campaña presidencial, que Trump revelaría todo lo existente sobre Epstein en cuanto regresara a la Casa Blanca. Su fiscal general, Pam Bondi, incluso dijo que se conocería la repetida ‘lista de clientes’ del criminal.

Eso ha quedado en nada. Bondi y Patel han dado la vuelta y han dicho que no existe esa lista, que no hay evidencias de que Epstein no se suicidara y que se ha revelado todo lo que se puede revelar.

El cabreo entre la parroquia trumpista ha sido fenomenal y se ha trasladado a algunos de sus representantes en el Congreso. Sobre todo porque el escándalo ha seguido coleando. Por ejemplo, cuando se conoció la carta de felicitación que Trump envió a Epstein por su 50º cumpleaños, con lenguaje soez y el cuerpo de una mujer desnuda dibujado con rotulador (Trump niega, contra las evidencias, que la carta sea suya y ha demandado a periódicos por publicarlo).

Transparencia

Los correos electrónicos publicados por los demócratas forman parte de una colección gigantesca de documentos, de cerca de 23.000 páginas, que el Comité de Supervisión de la Cámara Baja –liderado por republicanos– requirió a los herederos de Epstein el pasado verano. La respuesta de los republicanos a las revelaciones fue compartir la colección entera, en un intento de mostrar transparencia: pero donde parece que la información es más dañina contra Trump es en esos tres correos adelantados por los demócratas.

Trump y la Casa Blanca, por su parte, salieron a negar el impacto de las revelaciones y a retratarlo como una maniobra política. «Los demócratas tratan de recuperar la patraña de Jeffrey Epstein porque harán todo lo posible para desviar la atención sobre lo que ha pasado con el cierre», dijo en relación al cierre gubernamental, que estaba a punto de finalizar.

Su portavoz, Karoline Leavitt, defendió que los correos electrónicos «no prueban nada» y que son intentos de «mala fe» de los demócratas para «distraer de los logros históricos» de Trump. Leavitt reveló que la víctima que «pasó horas» con Trump es Virginia Giuffre, una mujer australiana de la que Epstein abusó y que se suicidó el pasado mes de abril. Lo dijo para asegurar que los demócratas utilizan una «narrativa engañosa», porque Giuffre dejó dicho, tanto en testimonios judiciales como en su propia biografía, que no creía que Trump hubiera participado en los delitos de Epstein.

Una trampa

Trump busca apagar el nuevo incendio de Epstein a la mayor celeridad y ha amenazado a los aliados que insistan por el camino de querer conocer toda la verdad del caso. «Solo un republicano muy malo, o estúpido, puede caer en esa trampa», dijo sobre las revelaciones demócratas.

Pero no lo va a tener tan fácil. Este miércoles tenía previsto jurar su cargo de diputada Adelita Grijalva, una demócrata que ganó el escaño por un distrito de Arizona dejado vacante por su padre. Con ella, habrá suficientes peticionarios para que se vote una moción que obligue al Departamento de Justicia a publicar todos los documentos clasificados sobre Epstein que siguen en su poder, a lo que se opone la Casa Blanca.

Esa votación colocará a muchos republicanos entre la espada y la pared, en especial a algunos que no han dejado de exigir transparencia máxima en este caso y que tienen la presión de sus votantes.

Según uno de los líderes demócratas en la Cámara Baja, Ro Khanna, varias decenas de republicanos apoyarán esa petición. Epstein, el que fuera su amigo durante años, vecino en Nueva York y Palm Beach, compañero de fiestas como recogen abundantes documentos de la época, va a seguir siendo un quebradero de cabeza para Trump.

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